Trump, ¡¿cómo?!

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Por Julio César Guanche

Leo comentarios que aluden a la victoria presidencial de Donald Trump como el triunfo de un loco y una victoria de la estupidez humana. Leo por igual que una clave parece estar en el Trump “antisistema”, frase que quizás es mejor entender como el haberse situado frente a determinado estatus capitalista. Por ahí, hay novedades en su proceder respecto al contexto estadunidense. Sin embargo, pienso en otra arista para explicar su triunfo: cómo ha explotado racionalidades antiguas de ese sistema, algunas de ellas fundacionales.

Trump ha explotado el patriotismo capitalista, que siempre ha tenido que ser imperialista, y que estuvo así en el centro de la primera guerra mundial (con la frase “la patria con razón o sin ella”). Ha explotado la lógica del proteccionismo, a favor de la cartelización de los “intereses propios” de los “americanos”, tesis que apoyó el partido republicano estadunidense en los 1930 como la vía para salir de la crisis del 29. Ha explotado el racismo capitalista, que proclamó haber fundado la prosperidad sobre los “pioneros del capitalismo” (los barones blancos de la industria) y no sobre el trabajo esclavizado, y pretende hacer “de nuevo grande a américa” contra la historia y el presente de una nación construida por afroamericanos, latinos y todo tipo de inmigraciones. Ha explotado el clasismo de los empobrecidos y perdedores del sistema, diciéndoles, por enésima vez, y por enésima vez falsamente, que salvar a los capitalistas es también salvarlos a ellos, como lleva siglos asegurando la teoría económica ortodoxa. Ha explotado el sexismo capitalista, escandalizado con la declaración de Trump de que puede agarrarle la vulva a la mujer que desee, mientras convive con la despolitización del uso mercantil del cuerpo femenino. Ha explotado la distopía del “hombre americano común”, ignorante de su ignorancia, obscurantista hacia la ciencia y conservador hacia la cultura, la imaginación más reaccionaria con que se puede “defender” a un pueblo. Por aquí, ha explotado la narrativa del “enterteiner”, sin mostrarse como un líder político “sólido” (recordar a Reagan), contribuyendo a hacer de la política un “reality show” con electores en tanto consumidores, espectadores y aprendices.

Trump ha explotado el escepticismo “radical” frente a la democracia, que asegura que esta “no sirve para nada”, que todo es “lo mismo”, que recuerda a Hitler como el que fue llevado a las urnas “por la democracia” (dato muy inexactamente manejado) y no como lo que fue: su visceral enemigo. Ha explotado la engañosa sinonimia entre democracia, democracia liberal y aparato electoral-representativo, que fue elaborada, a contrapelo de la historia de estos conceptos, solo tras el inestimable concurso de la guerra fría. Ha explotado la celebración “marxistoide” de la catástrofe, que desea que “todo se ponga peor” para que al fin la gente “se dé cuenta y reaccione revolucionariamente”, argumento que convierte a los pueblos, y a sus vidas reales de dolor y sufrimiento ante la catástrofe, en meras piezas de cambio, sacrificables a favor de “sus ideales”. Ha capitalizado la implosión de las socialdemocracias realmente existentes y sus incapacidades para dejar de ser algo más que falsos predicadores, para servir al capitalismo más depredador.

También, ha explotado la realidad del guerrerismo, de la conquista plutocrática del poder, del incremento de la desigualdad, de la concentración extraordinaria de la riqueza, del despliege de la exclusión y la injusticia, de la autocracia del poder mediático, de la separación radical entre los que mandan y los que son mandados, de la hipocresía obligada ante lo “políticamente correcto”, para darle salida a esa crítica a favor del capitalismo oligárquico, haciendo frente, a conciencia, a los muchos intentos sociales de democratizar, a beneficio del “99%”, las relaciones económicas, sociales, políticas, raciales e internacionales en ese país. Así, ha respondido a la reacción contra la práctica neoliberal “desregulada” prometiendo conservar medidas sociales, bajar impuestos a pequeños productores, imponer controles financieros, asegurar determinadas provisiones, pero sin decir —y, por ello, mintiendo— que estos programas solo pudieron avanzar algo allí donde la organización del trabajo se hizo poderosa y la economía política se comprometió con la redistribución de recursos como clave misma de su lógica de desarrollo.

No estamos ante la obra de un estúpido, o de un loco solitario capaz de arrastrar en su demencia a una multitud de orates. Trump no es, como decía Marx, “un rayo que cae en cielo sereno”. El magnate no ha traído a la palestra solo sus “rasgos personales” de racista, misógino y xenófobo. Lo más grave es que tales rasgos son centrales en una parte significativa de la sociedad estadunidense, ante la cual Trump ha respondido en sus reclamos de venganza para protegerse de los “negros”, de los “comunistas”, de los “fundamentalistas”, de los negocios chinos, de los abortistas, de los evolucionistas, y de un sinfín más de “amenazas”.

La contrarreforma capitalista de los 1970 reaccionó también contra cosas parecidas, frente a las “subversiones” de los 1960: el liberalismo político o social que proponía fortalecer el Estado; la contracultura, despreciada por “su calaña moral” sobre el sexo y el libertinaje; la acción afirmativa, por sus efectos disruptores y “discriminatorios”, y contra la asfixia del mercado ante el intervencionismo y contra “el cáncer de la burocracia”. Trump ha traído contenidos diferentes respecto a esos discursos, como cierta “crítica” a la globalización, y la crítica que ha recibido él mismo por parte de importantes neocons por “pretender destruir la política exterior estadunidense”. Pero al mismo tiempo, ha explotado antiguos miedos y lógicas enteramente sistémicas.

Nada de lo antes dicho celebra a Hillary Clinton como portadora de soluciones para tales problemas, pero quizás explique algún por qué de la “sorpresa” ante el triunfo de Trump. Acaso, este ha hecho visible una cara histórica del capitalismo, “olvidada” por la confusión entre capitalismo y neoliberalismo, por el devaneo liberal sobre el patriotismo cívico y el multiculturalismo y por la rendición teórica que supone considerar “populistas”, al mismo tiempo, a Bernie Sanders y a Donald Trump. Es, no obstante, una cara del capitalismo de ayer y de hoy, la que atemorizaba enormemente a Martí, cuando se refería a la “patria de Cutting”.

8 comentarios sobre “Trump, ¡¿cómo?!

  1. Muy bueno, Guanche, gracias, y perdona que lo escriba aquí mismo, pero son estos estudios y todo lo que se le asemeje, lo que mejor expresa tu grandeza intelectual y por lo que siempre te impulsaré a no andarte por ramas sin sustancia y a que obedezcas o decididamente creas que tu mayor y mejor contribución a Cuba y a tantos que intentamos reflexionar están por estos árboles imprescindibles que tocas con este artículo.
    Siempre mi abrazo y disculpa mi intromisión en tu vida.

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  2. Un texto sumamente contradictorio. Trump parece haber sido elegido – según lo expuesto en el análisi – por todas las mismas cosas por las que no hubiera sido elegido, si los problemas de la sociedad norteamericana fueran otrso y los que son. La opinión vertida está dominada por la tendencia de opinión que crearon los medios del mainstreamen capitalista contrarios a la elección de Trump. Los medios que reponden a los intereses de la oligarquía imperialista a la cual no pertenece Trump, siendo el multimiilonario que es. Un particular mal entendido del artículo está en la afirmación, entre el bulto que se señala, «Trump ha respondido en sus reclamos de venganza para protegerse de los “negros”. En este aspecto ha sido todo lo contrario. Quien haya seguido de cerca, directamente, la campaña de Trump, pudo haber advertido que si algo Trump «explotó» con desenfado fue la reversión del racismo contra los negros imperante no ya en la sociedad, sino en las instituciones del Estado. Un estado como Carolina del Norte fue testigo de una intervención lúcida y magistral de Trump sobre el problema de la violencia estatal, la policial, contra los negros, además sobre la discriminación de los negros y las negras (sin comillas) como trabajadores de inferiores posibilidades en los EEUU. Este Estado tradicionalmente merecedor del voto negro a los Demócratas invirtió su inclinación y votó a Trump. No sólo. Los estados obreros al decir de M. Moore votaron, como lo preveía el cineasta (contrario a Trump) por Trump. El discurso electoral de Trump fue claro y sin precedente desde la proyección de Roosevelt cuando el New Deal a favor de la clase trabajadora estadounidense. Sus postulados sobre los tratados de libre comercio no dejaban duda sobre ello. Ahora mismo ya en las medidas para sus primeros cien diás de gobierno, ha anunciado la cancelación del tratado TPP. El autor cae en su análisi en la misma proganda de los mediso del sistema, que trataron en vano de descreditar a Trump creando la imagen del tipo «misógeno, racista, xenófobo». No resultó y resulta extrano que el analista haya caído en esa trampa de los grandes medios. En general calló en ella por voluntad propia topda la izquierda «mundial», enemiga de la elección de Trump, por defecto, aunque no lo declarara abiertamente, prefiriendo a la genocida, alieneada y corrupta H. Clinton. El tratamiento en materia de un giro copernicano a la geopolítica estadounidense abre una nueva expectativa sobre la inserción de los EEUU en el mundo multipolar que con Rusia y China (en bloques además como el BRICS, y en todo el megaproyecto de desarrollo de Eurasia) nos nace ante las entenderas. Y este factor le da a la vitoria de Trump una trascendencia política de carácter histórica.

    Dejo a los lectores mi artículo sobre el tema en cuestión, en;
    https://robertocobasavivar.wordpress.com/2016/11/15/la-victoria-de-donald-trump-quiebre-del-consenso-de-washington-un-cambio-de-perspectivas-sin-precedente-tanto-para-los-eeuu-como-para-el-mundo/

    A Guanche un saludo cordial.
    Roberto

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    1. Hola Roberto, los datos que citas los conozco, solo difiero en la interpretación que haces de algunos de ellos.
      creo que trump no ofrece salida positiva a ninguno de esos dilemas, la suya es una respuesta muy capitalista a problemas muy capitalistas. Así, con el TPP y su contrapropuesta proteccionista, así con su posición hacia el medio ambiente (completamente ecocida), hacia la inmigración y hacia la raza (el crudo racismo estadunidense, ya mucho y muy peligroso no disminuirá con trump, sino, lamentablemente, lo contrario). Por otra parte, y solo por poner un ejemplo, me entusiasma nada que sectores obreros encuentren “una salida” en Trump. He visto eso también en las peores experiencias politicas del siglo XX, como en los facismos italiano y alemán, como lo veo en algunos de los llamados “populismos de derecha” europeos de hoy, proto o abiertamente fascistas. Como sabemos, las crisis pueden salir hacia diversas direcciones, y esta última (2008 para acá) ha salido mayormente hacia las derechas, incluso alevosamente hacia las más rancias. O sea, el socialismo y los socialistas tienen/tenemos muy poco que festejar con su triunfo. Otra cosa: advierto en tu comentario algunas generalizaciones que me resultan insólitas, como hablar de “una” izquierda «mundial» tan diversa como es; el apoyo que le atribuyes a esta en masa hacia Hillary Clinton, o la, al parecer, relación que encuentras entre trump y el new deal (dos propuestas muy diferentes, incluso incompatibles en muchos aspectos). O que la imagen de racista, misógino y xenófobo parezca apenas una «construcción» del mainstream casi hecha, como podría desprenderse de lo que dices, para engañar a los incautos. Como dices, estamos ante una elección con «trascendencia política de carácter histórica», que, en mi opinión, será muy sombría. Saludos para ti, y gracias por el comentario y por ponerme al tanto de tu blog.

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      1. Julio. Advierto que tu opinión lleva el sesgo de la predisposición doctrinaria y la falta de información acerca de lo que ha sucedido en los EEUU con la elección de D. Trump. El problema de la izquierda mundial – que no por diversa deja de pecar de lo mismo – es querer ver en Trump la alborada del socialismo en los USA. Apostó en sus análisis de facto a H. Clinton. Desde Chomsky, pasando por Ramonet y todo el largo expectro de sus voces más publicitadas. La lógica doctrinaria fue insólita. La del mal menor. A esto se redujo toda la «sapiensa» de ese montón de análisis con que confundidos intentaron confundir a la izquierda de a pie. Los que no se dejaron confundir fueron los votantes estadounidenses. El análisis de que debe preocupar que la clase trabajadora vote por un Trump es un análisis de laboratorio sin ningún acidero en la realidad de la que estamos siendo testigos en los EEUU. No hay precedente desde el New Deal de un candidato que pusiera tantos dedos sobre tantas llagas de las políticas anti obreras en los EEUU. Sobre tantas llagas de las políticas racistas de los gobiernos norteamericanos para con sus propias minorías, especialmente las negras. Si vas a analizar la situación política que crea Trump fuera de los mensajes, postulados que lo hicieron ganar el voto de los estadounidenses entonces no se llega a ningún puerto creíble analíticamente. En tu texto muerdes el mismo anzuelo que le intentó tirar la oligarquá imperialista a las masas sobre lo misógino, xenófobo i racista de Trump. Es un viejo recurso para derribar posiciones políticas i sí, el mainstream oligarca, dominante en los EEUU jugó sin éxito esa carta con Trump. Poqué perdieron la partida? Las masas que lo votaron no mordieron ese anzuelo envenedado. No fue por casualidad. Sino por que ya distinguen de qué van esas oligarquías facistas, cuando se les jala aunque sea ligeramente la alfombra sobre la que vuelan. Las mujeres votaron en mayoría por Trump, no son creo que son masoquistas ni machistas. Los negros en mayoría votaron por Trump. Los latinos en mayoría votaron por Trump. Pero esa realidad no le dice nada a los analistas de izquierda y derecha. Los de izquierda, una vez fracasados en sus análiss aún insisten en las mismas tésis que se inventaron. El pensamiento crítico dialéctico no les funciona. Porque sencillamente esa situación política creada por Trump se les escapa de los trillados esquemas de pensamiento. Tal como entre otros factores que analizo en mi artículo (les pasé a Ti y tus lectores el link) el hecho de que Trumpo se haya pronunciado por la Ley Glass Steagall constituye el anuncio de la muerte del Consenso de Washington. Nadie ha visto esto en esa perspectiva porque , te repito, los esquemas de pensamiento han cerrado los horizontes de análisis. Si este rumbo cristaliza se trata del entierro de la distopía neoliberal allí donde nació, en los propios EEUU. Las consecuencias de un cambio de era de semejante calado para las clases trabajadoras norteamericanas es obvia. Ahí es donde hay que ubicar el anuncio del «racionalismo proteccionista» (episteme certera de un politólogo ruso) hecho por Trump, cuando se refiere a los tratados de libre comercio que han jodido a la clases obreras de las partes involucradas, en el NAFTA, la mejicana y la estadounidense, y ahora con el tiro de gracia anunciado al predatorio TPP. Y cuáles son los temores de la izquierda? Desorientados ! Al fin y al cabo si del salto económico y industrial de los EEUU se trata se dió gracias a la política proteccionista por sus industrias y su mercado interno. Pero lo que ha sido verdaderamente insólito, Julio, en toda la izquierda es quedar en aturdido silencio con respecto a la proyección de la política en las relaciones internacionales que ha anunciado Trump. El mundo caminando peligrosamente hacia los umbrales de una conflagración mundial jalada por la oligarquía imperialista yanqui en su agresión contra Rusia, OTAN mediante, y ahora cuando el ya Presidente Electo confirma que el entierro de la nueva guerra fría de los halcones está por dado antes quese caliente con el exceso de locura en que iba, entonces TODOS callan. Porque Trump es sólo un misógino, racista y xenófobo. Vamos que es inaudita tal falta de seriedad en los analisis politicos de toda la situación política que crea Trump. El pragmatismo racionalista de Trump dice explícitamente que los billones de gastos en esas guerras han de ser invertidos en el país. En realidad no hay otra salida para los EEUU. Te invito a la lectura de mi artículo. Aquí toco en apretada síntesis las tésis que defiendo sobre lo acontecido y lo que acontece con la elección de Trump. Trump está obligado a remar en contra de la corriente de las oligarquías que le combatieron, demócratas y republicanas (tirios y troyanos) para poder coser con consecuencia y efectividad el programa político de su presidentura. Si los norteamericanos se van ahora a casa, los que los votaron y los partidarios de Sanders, quien ya se pronuncia por la colaboración con Trump (especialmente en el programa de inversiones infraestructurales que han de ser en esencia públicas, si es que se piensa en serio esos 2 o 3 millones de puestos de trabajo y en el bajo coste para el país de dichas inversiones) entonces le quitan la presión a Trump y lo dejan inerte en las fauces del poder fáctico. Un cordial saludo. Roberto.

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