Florence Gauthier: Sobre Robespierre y la revolución

Robespierre, St-Just, Couthon

Ver el libro Robespierre. Por la felicidad y por la libertad. Discursos. (El viejo topo)

Por Joan Tafalla

[Joan Tafalla] Conocí la obra de Florence Gauthier a principios de los año 90 del siglo pasado, en el curso sobre la revolución Francesa que dictaba Irene Castells en la Autónoma de Bellaterra. Irene Castells me hizo descubrir la aportación decisiva de Gauthier a los debates y a la renovación de la historiografía de la Revolución. Paralelamente, y asistiendo al seminario de filosofía política que dirige Joaquín Miras desde hace más de quince años, conocí la aportación de Florence a la renovación de un republicanismo democrático y social1. La cosa me llevó a leer su obras2 y a traducir al catalán su esencial artículo “Crítica del concepto de revolución burguesa aplicado a las revoluciones de los derechos del hombre y del ciudadano del siglo XVIII”3. Dediqué el verano de 2005 a traducir su antología de Robespierre, notable porque al contrario de otras antologías, Gauthier destaca en la misma el pensamiento social del Incorruptible, así como aquellos elementos que le muestran como expresión del movimiento social y no ajeno e incluso divergente del mismo como ha querido algún historiador del siglo XX4. En el marco de una investigación en curso sobre el movimiento popular francés en revolución, hice a Florence Gauthier en Paris (julio de 2006), una larga entrevista de carácter historiográfico que se publicará en otra ocasión y quedó pendiente este cuestionario para una entrevista más, por decirlo así, política sobre Robespierre. Lo habíamos dejado para el próximo verano, pero la ocasión de este monográfico de El Viejo Topo sobre republicanismo nos ha permitido a ambos retomar el proyecto.
Entrevista a cargo de Joan Tafalla.
Joan Tafalla.- Robespierre es el único gran hombre de la Revolución que no cuenta con ningún nombre de calle en París. Después de la Ocupación, con el gobierno surgido de la resistencia hubo una tentativa que no fructificó, y hasta ahora. ¿ Cuál es la razón de este hecho?
Florence Gauthier.- ¿ El único? En todo caso, Robespierre comparte este “privilegio” de la exclusión con Jean-Paul Marat, pero también con muchos otros de los que desempeñaron un papel central, por ejemplo en la revolución colonial y en la abolición de la esclavitud. Pienso en Julien Raimond, animador de la Sociedad de los Ciudadanos de color, Vincent Ogé, pero también con Étienne Polverel o Léger-Félicité Sonthonax que fueron comisarios civiles de Santo Domingo e impulsaron con todas sus fuerzas físicas y morales la abolición de la esclavitud en la isla en 1793. Y esto sólo en una rápida aproximación.
¿ Por qué Robespierre parece “tan repugnante? Es una historia larga, que iremos abordando seguramente a lo largo de esta entrevista. Seguir leyendo «Florence Gauthier: Sobre Robespierre y la revolución»

Cintas amarillas

cintas amarillas

Carlos M. Álvarez

Quedan, de cinco, cuatro agentes de la seguridad cubana presos en Estados Unidos, cumpliendo cadenas visiblemente excesivas para las violaciones legales que cometieron. Entre tantos motivos decorosos, que luego fueron crucificados públicamente en campañas y pancartas laudatorias, cabría preguntarse si la iniciativa propuesta por René González, enviar un mensaje al pueblo norteamericano con sus propios símbolos, es una iniciativa genuina.

Cuba ha utilizado muchas veces una idea generosa como confirmación de un sistema, un conflicto particular como ícono de una totalidad, de un bienestar unánime, y por tanto la pregunta no resulta descabellada. El niño Elián debía regresar a Cárdenas, pero eso no significaba, tal como sabemos ahora, y tal como se dijo, que el socialismo tendría un carácter irreversible.

La propuesta de René González es, en principio, sensata, quizás la propuesta más sensata con que a nivel propagandístico haya contado esta cruzada. Hay una relación directa entre el regodeo y la torpeza como métodos y la libertad como fin. Por cada simposio de los Cinco que se organizó en Los Arabos o en Camajuaní, por cada oportunista que le dedicó un diploma en los CDR o en la ANAP, por cada puntillosa e inservible reiteración nacional, esos hombres acumularon un mes más de cárcel, perdieron un metro más de espacio, un cuadrante de luz.

Uno no puede creerles demasiado a diarios y noticieros que cada tres semanas, por el más enrevesado motivo, convoquen a manisfestación. Yo comprendí -echando a un lado mi creciente escepticismo- que la propuesta de René González era una propuesta genuina cuando encontré a un par de delincuentes de Centro Habana –que no tienen nada que perder, y por lo mismo nada que simular- vestidos de amarillo sin que implicara un homenaje a Oshún. Las mulatas con felpas y blusas desbembadas. Los hombres con camisetas sobre lo justo, camisetas con 69s en el pecho y letreros De Puta Madre. Pero este detalle exótico sabremos perdonarlo.

El éxito de la convocatoria demuestra no solo eso, su éxito, sino también el rotundo fracaso de las anteriores. ¿Cómo René González logró una masividad tan numerosa sin ayuda de los sindicatos, y una masividad tan espontánea, a pesar de los sindicatos? La impresión general es que tuvo que llegar este hombre -que evidentemente sabía lo que estaba diciendo, y también lo que estaba sintiendo- para tomar su causa de la mano y rescatarla del fanguizal publicitario en el que el marketing del socialismo la había hundido.

Leamos un fragmento de su alocución, transmitida por la televisión el pasado 3 de septiembre: “Yo solo tengo para el pueblo una exhortación personal (…) Quiero que el 12 de septiembre el país se llene de cintas amarillas y que el visitante o el corresponsal extranjero que esté en la Isla no puedan ignorarlo. Que ese día la Isla de Cuba se sacuda y aparezcan cintas amarillas en los árboles, en los balcones, en las personas, como quiera que se les ocurra usarlas, en las mascotas, como ustedes lo decidan, que esas cintas amarillas llenen el país y que no pueda ser ignorado, que no pueda dejarse de reportar al mundo que el pueblo cubano está esperando por cuatro de sus hijos que están presos en Estados Unidos.”

El mensaje es sencillo –no tiene otro calificativo. El mensaje le habla al individuo, deja un margen para la elección e incluso para la no elección, y se aparta conscientemente de nuestro abigarrado y tedioso simbolismo oficial, del altivo discurso de la Revolución. Hay una frase de una crónica que Carpentier publicara en Social en los años veinte, y que para el próximo 1 de mayo debieran colgar en un cartel, desde lo alto de la Biblioteca Nacional: “La grandilocuencia es antihumana.” Seguir leyendo «Cintas amarillas»

Los ecos de La Marsellesa, un libro de Eric Hobsbawm

La Marseillaise

Este libro aborda un tema tan importante como desatendido en la historiografía de la Revolución francesa: la historia, no de la Revolución misma, sino de su recepción e interpretación. «Todos nosotros -nos dice Hobsbawm- formulamos por escrito la historia de nuestro tiempo cuando volvemos la vista hacia el pasado y, en cierta medida, luchamos en las batallas de hoy con trajes de época. Pero quienes sólo escriben sobre la historia de su propio tiempo no pueden comprender el pasado y lo que éste trajo consigo.» Quienes han juzgado los acontecimientos de 1789 separándolos de los dos siglos de historia del mundo dominados por «los ecos de la Marsellesa», se condenan a no entender hasta qué punto la Revolución trasformó el mundo, irreversiblemente, al dar a los pueblos la convicción de que podían cambiar la historia por sí mismos. Por otra parte, los valores reivindicados por los revolucionarios, junto a los de la razón y la Ilustración, siguen siendo una herencia valiosa que nos conviene preservar, «cuando el irracionalismo, el fanatismo, el obscurantismo y la barbarie nos amenazan directamente»

descárguelo completo aqui

Escuche y vea La Marsellesa en la pelicula Casablanca

Fernando Pérez o las alternativas del cine cubano

 

Fernando Pérez

Fernando Pérez o las alternativas del cine cubano

POR JULIO RAMOS  

El cineasta cubano Fernando Pérez anticipa en la entrevista que sigue el estreno de La pared de las palabras, su nueva película de ficción sobre el sacrificio que conlleva el cuidado de un miembro discapacitado en el seno de una familia habanera.  Si la historia del cine cubano había cifrado en la obra temprana de Tomás Guitiérrez Alea, Humberto Solás o Santiago Álvarez la fuerza de un momento inaugural, potenciado frecuentemente por un arrollador impulso épico, a partir de los años noventa, la obra de Fernando Pérez, en cambio, se repliega en la fuerza alternativa de un estilo tardío, no exento de cierta melancolía.

El tema de la discapacidad y de los ritmos excéntricos de la vida al margen del esquema regido por la idealización de un cuerpo normativo no es nuevo en el cine de Fernando Pérez. Ya en Madagascar (1994) y en Suite Habana(2003), dos de los más intensos registros fílmicos de la crisis cubana durante el llamado “periodo especial” (tras el derrumbe del bloque soviético), Pérez había explorado la gradual fragmentación de los heroicos relatos del futuro de la revolución y su particular política del cuerpo. El trabajo de Fernando Pérez siempre ha estado muy alerta a la dimensión corporal y sensorial del ordenamiento político de la revolución. Podría pensarse que la discapacidad o la excentricidad de los cuerpos en varias de sus películas implica un cuestionamiento de la relación entre la historia del cine y la inscripción normativa de los cuerpos y los sujetos en los regímenes de la cultura visual. Pérez pone una atención particular en los ritmos, tiempos, multiplicidad de experiencias, relatos y vínculos inesperados entre gente que inventa espacios vitales en los márgenes o a contrapelo de las instituciones sociales. De ahí que no es casual que muchos cineastas de hoy reconozcan en su trabajo un punto de referencia clave de los debates sobre el potencial del cine alternativo. Tal como ha sugerido Anne Marie Stock, varias de las películas de Pérez, sobre todo Madagascar -que ha pasado a ser una película de culto entre los jóvenes y no tan jóvenes cineastas y cinéfilos- registran el diálogo de Pérez con las corrientes más críticas del cine y la cultura alternativa en Cuba.

paredpalabras

La pared de las palabras es la primera película que Pérez produce independientemente tras muchos años de labores en el ICAIC, órgano oficial de la industria cinematográfica cubana, donde Pérez se formó y trabajó desde 1962 hasta su reciente jubilación en 2012.   El hecho de que esta última película se esté produciendo actualmente fuera del ICAIC cobra relieve cuando se toma en cuenta que Fernando Pérez -probablemente el principal realizador vivo del cine nacional cubano- fue electo recientemente portavoz de una nueva asociación de Cineastas por el Cine Cubano que reclama ahora autonomía del ICAIC.  (Le hice la entrevista a Pérez en La Habana unas semanas antes de la creación de esta asociación, por eso no conversamos sobre el tema. Los documentos y posiciones de la asociación se encuentran en la red). Seguir leyendo «Fernando Pérez o las alternativas del cine cubano»

“Todo trabajo es digno”. La lucha de Martin Luther King, Jr por una economía justa. Entrevista

obamaPor Michael Honey

  En 1992, el profesor Michael Honey de la Universidad de Washington encontró una carpeta abandonada con la etiqueta “Discursos sobre el trabajo de King”. La abrió, y encontró una mina de discursos de King dirigidos tanto a sindicatos como a coaliciones por los derechos del trabajador: la mayoría de ellos nunca habían sido publicados.

Tal descubrimiento desembocó en “Todo trabajo es digno”. Discursos de King sobre el trabajo, una colección editada por Honey, lanzada en enero por Beacon Press como parte de la colección “El legado de King”. El libro muestra un sobrecogedor y clarividente Dr. King, un lúcido visionario que habla proféticamente sobre la multitud de problemas a los que hoy nuestra nación se enfrenta. Con el lenguaje elocuente y mítico que le hizo famoso, King fustigaba las fuerzas económicas que hacían mayor la brecha entre ricos y pobres, los recursos a los impuesto masivos destinados a los gastos de guerra mientras que los programas nacionales languidecían, así como la demonización sistemática de las reformas sociales progresistas como el “comunismo”. Incluso criticaba a los senadores conservadores, a los que llamaba “neandertales”, que abusaron de su privilegio al veto para bloquear cambios legislativos sustanciales.

La colección demuestra que las consideraciones históricas sobre las contribuciones del Dr. King han pasado por alto su tenaz dedicación al movimiento obrero organizado, así como a su lucha por los trabajadores pobres a través de todas las divisiones raciales. Hablé con Honey sobre el trabajo de King por los derechos de los trabajadores, el contexto histórico de los discursos y la relevancia de las conclusiones de King en las discusiones sobre el obrerismo americano en el actual siglo XXI.

¿Cómo nos ayudan a reevaluar el legado de King estos discursos que aquí se recogen?

El libro contiene 15 documentos que abarcan desde 1957 hasta 1968 y todos ellos presentan una faceta algo diferente de King que la mayoría de gente no conoce. Casi todos estos discursos son desconocidos por el gran público. Hasta hace poco, el programa de King por una economía justa y su relación con los trabajadores y los sindicatos ha sido un tema prácticamente ignorado del todo.

El movimiento por los derechos civiles no era solo cuestión de derechos civiles: era cuestión de derechos humanos, y eso significa derechos laborales. El libro versa sobre un período en que King intentaba usar el auge del movimiento por los derechos civiles para ayudar al movimiento obrero, a la causa de los funcionarios y a la gente de la economía de servicio. Esas son las áreas en las que los sindicatos han crecido sobremanera en los últimos 20 o 30 años. En buena medida, por el sacrificio de King en Memphis.

Su colección muestra el esfuerzo concertado y sistemático de King de aunar la mayor parte del movimiento por los derechos civiles de los negros con la mayor parte del movimiento obrero -y a veces conservador- blanco. ¿Por qué era esto tan importante para él?

Lo que tienes que preguntar es: en primer lugar, ¿por qué está dando estos discursos? En ese momento de nuestra historia, había muchos sindicatos, y muy fuertes. Él les estaba pidiendo donar dinero al movimiento de los derechos civiles, que era un movimiento emergente, y da un alegato interesante: tenéis mucho más poder que nosotros, pero nosotros tenemos la agenda moral, así como la atención de la nación que vosotros estáis perdiendo.  El círculo de los negocios y los medios de comunicación habían estado propagando cierta idea sobre  los jefes de los grandes sindicatos, con el fin de separarlos de los trabajadores, haciéndolos aparecer como corruptos. Y  había algunos sindicatos corruptos. Y algunos sindicatos no solo ignoraban la gente de color, sino que la excluían totalmente. King quería convencer a los sindicatos de que el movimiento por los derechos civiles no era solo  importante por sí mismo, sino que su éxito era también crucial para el éxito del movimiento obrero. Seguir leyendo «“Todo trabajo es digno”. La lucha de Martin Luther King, Jr por una economía justa. Entrevista»

La verdadera lección del caso Snowden

snowden

Por Charlie Stross

Advertencia antes de empezar: hay participantes en la discusión que dirían que se supone que vamos a seguir parloteando sobre Edward Snowden y no los contenidos de sus revelaciones, debido a que convertirlo en cuestión personal antes que política resulta de utilidad para a las maquinaciones del Estado. Pero lo que quiero recalcar en este caso es algo diferente….

En el siglo XXI, la NSA (y otros organismos de espionaje) se enfrentan a un gran problema en todo el sistema del que no he visto hablar a nadie.

El problema es sociológico, y va a empeorar.

En primer lugar, una breve recapitulación. Tenemos lo que dice en la BBC Adam Curtis sobre la razón por la cual el estamento del HUMINT [inteligencia humana por contacto interpersonal, por oposición a la obtenida por medios técnicos] posee una incompetencia de diseño (una pista: podemos echarle la culpa a un autor de “technothrillers” de finales del siglo XIX y al Daily Mail [tabloide sensacionalista británico]). Tenemos a John le Carré que habla de la relación entre la ficción y los hechos del espionaje y, lo que es más preocupante, de una anécdota sobre un oficial de inteligencia que se inventaba material de puro aburrimiento. Ahora bien, se podría pensar que es mejor el ELINT [inteligencia electrónica]; los ordenadores no mienten, ¿verdad? Pero como ha ido apuntando con mucha mofa Bruce Sterling desde los márgenes durante cerca ya de 25 años, el emperador está en puritita pelota picada (nota: léase ese último ensayo sarcástico como un desahogo que destila ironía de un profeta que se quemó y abandonó toda esperanza hace años y hoy se deleita en un baño de puro gozo ante el mal ajeno).

¿Listos? Todos juntos, ya:

Los organismos gubernamentales y del funcionariado están viejos. Son producto del siglo XX, y están acostumbrados a gestionar sus procesos de recursos humanos y seguridad interna como si todavía vivieran en los días de la cultura del «trabajo para toda la vida»; a los potenciales espías se les echaba el ojo pronto (a menudo mientras estaban en la escuela o en la Universidad), se les daba el visto bueno y después se les proporcionaba una sinecura segura junto a una supervisión regular para asegurarse de que seguían por el camino  recto y estrecho hasta acabar en el reloj de oro y la pensión. Pero es así cómo solíamos trabajar todos, al menos si éramos funcionarios o chupatintas en los años 50.

Pero las cosas ya no funcionan de ese modo. Un inmenso e innombrable efecto lateral del contragolpe neoliberal de los años 70 consistió en la desregulación de los mercados laborales y la destrucción deliberada de la cultura del empleo de por vida, en parte como palanca para desalojar al sindicalismo y la raíz primaria del poder de izquierda en Occidente (sí, se trató de una guerra de clases abierta por parte de los ricos contra los trabajadores), y en parte porque un mercado laboral líquido hacía más fácil la innovación empresarial y la reestructuración de compañías (me encantan estos eufemismos capitalistas: estoy seguro de que le encontrarían uso también a “solución final”, de no ser porque cierta gente malvada y traviesa convirtió en tabú la expresión tres cuartos de siglo antes).

Hoy en día, cerca del 70% del presupuesto de inteligencia norteamericano se gasta en contratistas exteriores. Y es un presupuesto grande: rebase con mucho los 50.000 millones de dólares anuales. Algunos cachos se gastan en metal pesado (la Oficina Nacional de Reconocimiento es probablemente la agencia de mayor gasto de la que nunca han oído hablar: construyen satélites espía del tamaño de autobuses de dos pisos y tienen telescopios espaciales de tipo Hubble atestándoles el ático que donaron un para a la NASA en 2012), pero es mucho lo que se destina a personal. Gente que lubrique la maquinaria. Gente que trabaja para grandes organismos de contratación. Organismos que dependen cada vez más de contratistas en lugar de trabajo permanente, a causa de términos de moda como «flexibilidad» y «liquidez del mercado laboral». Seguir leyendo «La verdadera lección del caso Snowden»