Otro ultraje y otra vindicación al Directorio Revolucionario

Por Rosario Alfonso Parodi

Hace varios meses recibí por Facebook, mensaje de quien se presentaba como Andrés Albuquerque y me pedía autorización para utilizar “segmentos puntuales” de mi documental Los Amagos de Saturno en un “análisis sobre el juicio a Marcos Rodríguez”, sin especificar cuándo ni dónde. A pesar de ello, le respondí que lo podía hallar libre en la plataforma Vimeo y que no tenía inconveniente en que remitiera a los participantes de su análisis al link del mismo, pero que no autorizaba una utilización fragmentaria, parcial, de su contenido, por la tendenciosidad a la que se presta sacar de contexto fragmentos de documentales de testimonio, en especial uno como este, que abordaba tema tan complejo. El Sr. Albuquerque dio acuse de recibo, según él, muy agradecido por lo que llamó “mi célere respuesta” y concluyó diciendo que siempre consultaba a los autores, pues “el trabajo de los demás hay que respetarlo”.

Zanjado el asunto para mí hasta hace apenas una semana, cuando dos colegas historiadores y uno de mis compañeros de equipo de realización, me enviaron alarmados el link del programa en Youtube que se denomina Enfoque Ciudadano, conducido precisamente por esta persona que me contactó, Andrés Albuquerque. Un programa que, introducido por él, estaría verdaderamente a cargo del invitado que presentó como César Reynel Aguilera, hijo de un ex dirigente de la Juventud Socialista en la Universidad de La Habana en la década del 50.

Y resulta que a partir del instante en que este señor es presentado como “analista” que conducirá el tema del programa sobre el proceso a Marcos Rodríguez y el caso de Humboldt 7, hasta el minuto final de una emisión de casi tres horas, se realizará la disección selectiva más ensañada de Los Amagos de Saturno. Como forma de evasión a mi negativa, utilizarán el subterfugio de invitar a los espectadores a descargar un pdf, con capturas de pantalla de Los Amagos… además de dar lectura a cuánto me decían a mí los entrevistados, al contenido de las cintas magnetofónicas y los documentos, inéditos, que aportamos para graficar diferentes secciones de la historia, alternativa deshonesta que hallaron para apoderarse del documental y usarlo exactamente como aclaré por escrito no autorizaba, o sea, hecho pedazos, cortes y sub-ediciones interesadas.

Pero lo importante no es tanto la elección ilegítima de esta técnica, sino su finalidad: dar “color” a las más tendenciosas aseveraciones sobre el caso de Marcos Rodríguez y sobre los mártires de Humboldt 7, usando como ¡medio de confirmación! pistas que “el analista” dice haber hallado en Los Amagos de Saturno. Así veremos a este señor hacer uso de continuos fragmentos, ultra selectivos, del documental, como fondo para otorgar premios y castigos, que parecían por momentos ajustes de cuentas muy personales, además de seudo análisis “históricos” de grave connotación.

Por casi tres horas usaron Los Amagos de Saturno para arrasar con todo, con TODOS, y ofrecer una sola alternativa de verdad revindicada como ÚLTIMA VERDAD. En este caso, una conclusión que el “analista” llamó suya y llamó original, en la que Marcos Rodríguez no fue el delator de los mártires de Humboldt ante Ventura, sino ante su propio Partido, el Partido Socialista Popular, que con rejuegos más o menos elaborados de algunas de sus figuras más estalinianas, sacrificó primero a los 4 de Humboldt y después, no solo a Marcos, sino también a Edith García Buchaca y Joaquín Ordoqui.

Pero a esta tesis, abandonada, recuperada y vuelta a abandonar a lo largo de 60 años, no se limita el deshonesto ejercicio de desmontaje del proceso de Humboldt 7, que lleva adelante el “analista” en la emisión de Enfoque Ciudadano. Porque por medio de un documental hecho trizas, para elegir vocablos y líneas de documentos afines, practicó defenestraciones morales, asesinatos cívicos, acusaciones ilegales contra víctimas, testigos e investigadores, que en esta emisión progresaron bien con el TODO VALE que se eligió para afincar la verdad que el “analista” se empeñó en obligarnos a creer, irrebatible.

A pesar de que este señor es uno más de los muchos teóricos alrededor del proceso a Marcos Rodríguez que he conocido en la última década (después de la caja de Pandora que abriera la tremenda investigación del periodista Miguel Barroso en su libro Un asunto sensible) el atentado histórico que César Reynel perpetró en Enfoque ciudadano no solo tipifica todas y cada una de las características que he visto repetirse, recurrentes, durante años sino que, además, califica como molde y modelo del más pernicioso propagandismo anti intelectual.

Su primer rasgo discernible es que cualquier intento por avanzar más allá de enunciados, o sea, de aseveraciones violentas y tendenciosas, en las que velozmente puede rastrearse intereses extra intelectuales, castigo para unos, reivindicaciones para otros, se percibe una pretensión clara de adaptar todo lo que conoce o aprende del caso, a conclusiones sacadas de antemano. Así puede verse, en este programa, al señor Reynel, después de enumerar datos, documentos y testimonios inéditos que ve en Los Amagos… declarar que: “A mí sí no me da ninguna información que yo no supiera, pero me permite confirmar lo que yo pienso”. O sea, se diga lo que se diga, se presente lo que se presente, solo se logrará de ÉL, DE ellos, una lectura que refuerce sus creencias previas.

El segundo rasgo recurrente, es que casi todos estos “expertos” que parten de una determinación distorsionadora, enfocada en reforzar creencias, así todo, QUIEREN llamar a sus conclusiones: puntos de llegada y clausura, porque “la verdad” que ellos “descubren” (que no descubren, sino que interpretan) es la DEFINITIVA. Y digo no descubren sino interpretan precisamente porque el tercer rasgo que los distingue es que sus verdades últimas y de piedra, las hacen acompañar de CERO evidencias, cero avales de credibilidad, porque quieren el rango de VERDAD para sus elucubraciones, sin movilizar para ellas una sola garantía.

En el caso específico de esta nueva revisión del proceso al delator de Humboldt, cuya conclusión, como ya dije, redunda en que Marcos Rodríguez no fue el informante ante Ventura, sino ante su propio Partido, tampoco ofrecerá, para confirmarlo, ningún elemento, ninguna evidencia nueva, negándose, aun así, el emisor, a considerar su tesis, no más que eso, una tesis interpretativa, entre otras muchas posibles.

Ni elementos de análisis ni datos nuevos y ni siquiera la tesis aspirante a verdad sobre Marcos Rodríguez y sobre el destino de los esposos Buchaca-Ordoqui que este señor “descubre” en 2023, resulta en ningún sentido un hallazgo, sino tan antigua como idéntica a la enunciada hace 60 años por el guatemalteco Carlos Manuel Pellecer en su libro Útiles después de muerto, donde se decía exactamente lo mismo, en un estilo seudo literario bastante fallido, destinado a adaptar el relato del caso Marcos Rodríguez, Buchaca y Ordoqui a sus intereses como disidente del partido comunista en su país y converso agente CIA, un reajuste de “lealtad” que es hecho comprobado, desclasificado, de manejo público.

Más de 60 años después de aquel libro de Pellecer (que ningún aspirante a conocer “lo que pasó” puede tomar en serio en sus conclusiones sino más bien atender a sus móviles, por proceder de una fuente con credibilidad tan vulnerada) obtenemos una copia que vuelve a querer ubicarse en el camino de receptores ideológicamente susceptibles a ajustes de cuentas del viejo comunismo estaliniano, para dar historicidad, quizá, a ciertas narrativas ultraconservadoras del presente.

Pero mientras Pellecer podía esgrimir incluso UN aval, que era su propia relación personal con los esposos Ordoqui, su conocimiento familiar de Joaquín y de su labor política en Europa, este nuevo “analista”, para las mismas conclusiones, no cree necesitar ofrecernos NADA, ni una sola fuente confirmatoria, más allá de lo que dice leer de su desmontaje de Los Amagos de Saturno y otras expresiones de nula verificabilidad como “todo el mundo sabe”; “mi viejo siempre decía” y “esto lo dicen las propias fuentes castristas”.

Así, viene a presentar como nueva, una vieja teoría, pretendiendo plantarla como hallazgo propio, por él comprobado ¡créanle!, más no, por nosotros comprobable. Porque con las mismas evidencias que otros tienen, que otros, y no él, hallaron, proveyeron, es él, el ¡analista definitivo! Y por eso veremos al señor Reynel lamentar, inclusive, que el hijo menor de Joaquín Ordoqui haya muerto sin haber podido escucharlo a él que TIENE EN LA MANO lo que efectivamente pasó, pues con su libro Un asunto sensible, ni siquiera el periodista Barroso “dio en el blanco”, según nos confirma el “analista” evaluador. Siendo destacable la presunción de que el periodista que escribió un libro de 600 páginas sobre el caso, viajó tras la historia a seis países y logró completar los procesos de solicitud para que se desclasificasen documentos clave, según este señor, no pudo proveer la verdad que hubiese debido conocer el hijo de Ordoqui y que él sí provee, desde algún salón de su casa, reinterpretando Los Amagos…o leyendo “las-propias-fuentes-bibliográficas-del-castrismo”.

Así que esto se trata, además, de que reconozcamos ¡una lucidez y una inteligencia! que hacen a este individuo venderse como “el más sobresaliente”, el de mayor interés en la justicia y en la VERDAD, muy superior inclusive al de Marta Jiménez o Guillermo Jiménez, que manejaron de primera mano todos los elementos del caso, investigaron en los lugares y en el minuto del crimen y consideraron hasta el último día de sus vidas, como un hecho, que Marcos Rodríguez había sido el delator de Humboldt.

De ellos, que son los compañeros más cercanos a los caídos y, por tanto, los más motivados por la búsqueda del verdadero responsable, este señor concluye que se conformaron por cándida inocencia o ¡cobardía! con que se llevase al tribunal y al paredón a un patxy, un chivo expiatorio, como culpable sustitutivo de otro gran culpable.

Por tanto, si bien en todo lo que concluye este señor es francamente un “más de lo mismo”, debo reconocer que de los “expertos en el caso de Humboldt 7” que he conocido en los últimos años, que me llaman, me escriben, confesándome saber más, o mejor, interioridades del proceso, es a este al que, sin dudas, debo premiar con la proyección más narcisista, propia de los que se dicen portadores de verdades definitivas a la que forzosamente debe adscribirse una gratitud obediente por “liberarnos” de nuestras equivocaciones. En este caso, las equivocaciones también de los dolientes, que pelearon, a riesgo de todo, porque el delator, ESE delator, fuera llevado a la justicia.

El último rasgo distintivo que hallo en los más recientes expertos en el “Caso Marquitos” y en particular en el “enfoque” del seudo analista de Enfoque Ciudadano, es que mientras otorgan tantos y tan severos castigos por doquier, insultos, contra acusaciones, mientras parten de que cada dato que se conoce es falso o manipulado y todas y cada una de las pruebas de culpabilidad contra Marcos, desestimables, mientras interrogan y estigmatizan TODAS las motivaciones, eximen, sin embargo, de su escalpelo, a dos trayectorias, dos posiciones y dos identidades: Marcos Rodríguez y Joaquín Ordoqui. A ellos, no pueden, no quieren dispensarles un ápice de suspicacia, un resquicio de duda, de toda cuanto reparten a granel, pero además los vemos brindarles afecto y comprensión fraternal.

El “analista” que mientras disecciona el documental, quiere demostrarse implacable y por eso procede a cuestionar, INCLUSIVE, que los mártires de Humboldt ¡hayan sido realmente asesinados! es comprensivo, afectuoso, fraternal con Marcos Rodríguez y Joaquín Ordoqui. ¿Por qué?

El “analista” al que escuchamos decir algo tan aberrante como que él “coge con pinzas” el hecho de que los 4 de Humboldt hayan sido asesinados, porque “el que a hierro mata, a hierro muere”, o sea, alguien tan frío, distante e inquisitivo, un carácter intelectual así de “pragmático” ¡hasta con los que murieron! es a la vez un hijo, un hermano comprensivo, afectuoso, fraternal con Marcos Rodríguez y Joaquín Ordoqui. Y yo vuelvo a preguntar ¿por qué? ¿por qué creer tan firmemente en la inocencia de Marcos? Y ¿por qué ni el menor margen de duda a la secuencia de casualidades, irregularidades y descuidos aparentes, alrededor de la conducta de Joaquín Ordoqui ante el Caso de Humboldt?

¿Por qué no hacerle a este señor las preguntas que orienta a su relativización de todo y de todos los que no garanticen su teoría? ¿Qué intereses defiende, quién o qué lo impulsa en esa cruzada reivindicatoria ¡a ultranza! de Marcos Rodríguez y Joaquín Ordoqui? Y sobre todo ¿a quién sirve esa presunta verdad sustitutiva, que ofrece como DEFINITIVA verdad?

El hecho es que, sin declarar sus motivaciones emergentes ni esgrimir el respaldo de una sola prueba para semejante ejecutoria y para semejante ajuste de la información, lo tenemos que escuchar exculpando de toda responsabilidad a los esposos Ordoqui y ¡a Marcos Rodríguez! mientras inculpa, IMPLACABLE de ser víctimas de sus propias decisiones violentas, a cuatro héroes.

Y quisiera saber si es lícito, inimputable, la displicencia con que este señor se atreve a decir que: “la idea de que los muchachos de Humboldt fueron asesinados, ES UNA IDEA DE LA PROPAGANDA”, y abundar en ello tal como cito: “El hecho de que eso fue un asesinato yo siempre lo he tomado con pinzas, vaya, quizá unooooo, que lo cogen COJEANDO, bueno a ese, okey, pero los otros tiraron, hubo tiroteo y eran hombres de acción”.

Tenemos que ver a este señor afirmar lo que afirmó el 21 de abril de 1957, Ventura Novo, aterrado ante la connotación que adquiría el CRIMEN ATROZ, el crimen con ensañamiento, que acababa de protagonizar. Afirmaciones de las que, hasta Ventura se tuvo que retractar, cuando todos los declarantes en la diligencia de inspección ocular frente al juez de instrucción, concluyeron que lo que sucedió en Humboldt fue un homicidio y que los dos jóvenes que habían caído en el pasillo lateral, uno se hallaba inconsciente y el otro había sido ¡visto y escuchado! por los trabajadores de la agencia automovilística contigua al edificio, mientras imploraba que no lo asesinaran porque estaba desarmado, y así todo fue ejecutado mientras, tal como declaran estos testigos, “levantaba ambos brazos sin poderse incorporar, pero gritando NO DISPAREN, NO DISPAREN, que estamos DESARMADOS”.

Esto figura en las actas emitidas por jueces de la propia dictadura. Eso dicen las declaraciones  honradísimas, de los testigos que se jugaron la vida al sostenerlas, cuya credibilidad era tan sólida que sirvieron a Marta Jiménez para hacer ¡con 8 meses de embarazo! algo que no cabe en la cabeza del señor “analista”: elevar al Tribunal de Urgencia una causa por ¡asesinato! contra el capitán de la División Central y Jefe del 5ta Estación, Esteban Ventura Novo, al que el tal Reynel absuelve en 2023, con su “todos tiraron” y el que a hierro mata, a hierro ha de morir.

A su argumento, acusador sin pruebas, a su argumento de los asesinos, se anteponen las actas legalizadas por instrucción fiscal, con TODOS los testimonios de personas que estaban ALLÍ, para ver cómo no solo la policía asesinó a Machadito, al que “el analista” describe “cojeando”, sino cómo asesinó a Fructuoso Rodríguez, que yacía a su lado inconsciente, e inconsciente terminó con 32 ORIFICIOS de bala. Rafagueado por uno de los ayudantes de Ventura, a quemarropa, repito, mientras yacía ¡inconsciente en el suelo!

Algo que sobre él registra y ratifica el juez de Instrucción, no solo gracias a todos los testigos presenciales del hecho, sino por medio del examen forense a su herida contusa en la base del cráneo que no le causó la muerte sino, como dicen las actas, “una hemorragia intensa por HOMICIDIO, correspondiente al número 166 de la Nomenclatura del Bertillón”, ese “Bertillón 166” que se convirtió para los cubanos en clave de asesinato policial.

A esos, sobre los que usted toma “con pinzas” fuesen asesinados, el capitán Gleri Hernández los mandó a arrastrar desde los emplazamientos de muerte, por los cabellos o por las piernas, dejando estelas de sangre profusa, como la que aparece en la foto icónica del niño de Humboldt. Dígale a ese niño que aquellos muchachos como Juan Pedro, desfigurado completamente de la frente al maxilar, no fueron asesinados, porque esa es como usted dice “una idea de la PROPAGANDA” y porque usted “toma ese dato con pinzas” mientras le remite ¡toda su confianza y toda su solidaridad, a Marcos Rodríguez!

Pero esta terrible reconversión de la historia no se detiene en este lugar, sino que tenemos que ver al señor Reynel sacar la conclusión final de su visionaje de Los Amagos de Saturno y es que, si los 4 caídos en Humboldt son mártires, entonces para él ¡también lo es MARCOS RODRÍGUEZ! 

Y esto, debo confesar, es un acto de extralimitación que me habría sido difícil predecir; predecir que alguien tendría “condiciones morales” para enunciar como hallazgo firme, como definitiva conclusión del caso que, y lo cito, que “los mártires de Humboldt 7 son 5, porque Marquitos es uno de ellos”.

Porque incluso bajo su tesis (que no es tesis, recordemos, es la “VERDAD indiscutible”) en la que se afirma que Marcos Rodríguez no delató a la policía, pero sí informó a su partido, el PSP, que fue el que se encargó de pasar el dato de muerte a Ventura, aun así, estaríamos frente a un individuo informante de un partido enemigo de la lucha armada, un hombre infiltrado entre revolucionarios a los que desprecia y de los que, por medio de engaños, ardides, sucesivas traiciones, específicamente a su amistad con Joe Westbrook y Jorge Vals, hace constante labor de pase de información de todo cuánto le dicen, en confianza y hermandad, siendo la información última, la que los conduzca a una muerte muy violenta. ¿Es ese, según su estándar moral, alguien promovible al pedestal de ¡quinto mártir de Humboldt 7!? 

A ese individuo ¿puede compararlo con Machadito, Juan Pedro, Fructuoso o Joe? cuya nómina de acciones políticas, insurreccionales, de sacrificios emocionales y materiales constantes, su vocación, su desvelo y su consagración en favor de un cambio en Cuba, eran ya en ese minuto legendarias, cuando se hallaban, después de haber ocupado un puesto en primera fila el 13 de marzo, dispuestos cumplir aquella orden heroica de Fructuoso a todo su ejecutivo, que decía el Directorio NO SE ASILA? ¿Podemos aceptarle concluir que son todos lo mismo? No, no y no.

Y tan deformante fabricación es más que motivo suficiente para ejercer mi derecho a la denuncia de cada uno de sus antivalores, más cuando los esgrime, valiéndose de un presunto análisis de mi trabajo, de un documental que describe mis primeros pasos como historiadora e investigadora, seriamente comprometida con el hallazgo de evidencias, en oposición a una historia política utilitarista y para la propaganda, pero así todo, no es esta secuencia de deformaciones y antivalores, lo único, por lo me veo obligada a ripostar. No es sólo sobre ello, por lo que mis colaboradores en la creación de Los Amagos… me pidieron intervención, interponiendo todas las credenciales que poseemos y la autoridad sobre la obra que juntos hicimos, sino una acusación, OTRA MÁS, esta vez, una que el ‘analista” formula específicamente contra mis compañeros y contra mí.

Con el mismo manejo reflexivo y el mismo tipo de fuentes “de verificabilidad” con que evolucionadurante toda la emisión de esa vergüenza de programa que en Enfoque Ciudadano analiza el Caso de Humboldt 7, el invitado decide presentarme frente a sus espectadores. Se demora en usar mi nombre, prefiriendo “la chiquilla”, “la muchachita que aparece en los créditos” hasta el minuto en que determina que soy y lo cito: “una esbirra ideológica del castrismo, jovenciiiiita, de apellido Parodi, una de esos Sánchez Parodi, que son esbirros del castrismo y SEGUROSOS”. Siendo esta la única vez que usa parte de mi nombre propio, porque luego solo se referirá otra vez a mí como la “muchachita” hasta derivar en otros calificativos en plural, para todos los responsables de la obra como “esos imbéciles”.

Pero no le bastan las descalificaciones que me irrespetan y denigran como mujer, como joven; no le basta denominarme “esbirro” que es sinónimo de criminal. No le basta mentir rampantemente sobre mi origen familiar, puesto que no estoy emparentada con NADIE de apellido Sánchez Parodi, sino que además vemos al “analista” explicar, con el asentimiento constante del conductor que me escribió afirmando “siempre respeta el trabajo ajeno”, que el documental que usaron, ampliaron, pausaron, y de tantas otras formas visiblemente atendieron ¡por 3 horas! fue realizado, EN REALIDAD, no por mí, sino POR “Seguridad del Estado” desde dentro, como medida activa ante la publicación del libro Un asunto sensible de Miguel Barroso.

Considera el “analista”, que por haber nosotros decidido presentar como un hecho, en un texto de dos líneas que aparece durante la presentación de Joaquín Ordoqui, que el mismo, fungió como protector de Marcos Rodríguez en México, algo que reconoce el propio Ordoqui, al que puede escucharse en nuestro documental confirmarlo y confirmar que Marcos le pide a ÉL la militancia en el Partido, que ÉL tramita y manda la solicitud a Cuba; que ÉL personalmente acude a gestionar una beca para Marcos y que ÉL brinda techo, afecto familiar, apoyo material a aquel joven que desde su casa llegó a participar ¡como profesor! en los grupos de estudio de Marxismo y en la organización del retorno de los cuadros del Partido en 1959 a La Habana; o sea, por nosotros afirmar lo que confirma el propio Ordoqui junto con las evidencias contrastadas de la cronología de Marcos Rodríguez en México y que establecen como hecho SÍ, que tanto él como su esposa Edith, fungen como los protectores de Marcos Rodríguez en ese país, el “analista” y defensor de Ordoqui, a la zaga para administrar “justicia” si aquel es tocado con una línea de texto, considera que mi enunciado es, no solo un ataque inaceptable sino una de esas “difamaciones de las que es capaz el castrismo”, con la que automáticamente vuelve a la obra y sus autores, funcionales a lo que llama “el aparato” y “la jugada de la lucha ideológica”.

El enunciado de ese hecho le basta para asegurar que Los Amagos… es una contra respuesta a Barroso “poniendo la información en el contexto que al castrismo le interesa”, siendo, según él, lo que al “castrismo le interesa” afirmar que a Marcos Rodríguez lo protegió Ordoqui, algo que, por cierto, no estaba sujeto a dudas por parte de los testigos directos del caso, ni siquiera por Jorge Vals quien dice en nuestro documental que Ordoqui era como un padre para Marcos en México, sino que la duda persistente estribaba y estriba en responder ¿por qué lo protegió?, en dirimir el conocimiento, o no, de Joaquín Ordoqui de las responsabilidades de Marcos Rodríguez alrededor del crimen de Humboldt 7.

En relación con este asunto de las valoraciones de conducta de Ordoqui, quiero hacer una aclaración sobre César Gómez, el padre del “analista”, a quien entrevisté sobre las actividades de la Juventud Socialista en la Colina hasta el cierre de la Universidad, sobre este caso y también sobre Ordoqui. Lo entrevisté dos veces, por espacio de 6 horas en total, en su casa y en presencia de su esposa, contrario a lo que dice el “analista” cuando asegura, su padre “jamás concedió una entrevista”. De ello, no solo tengo como evidencia las grabaciones de audio de todo el testimonio, que realicé con anuencia de César, con fecha y con hora, sino dos fotografías que también me permitió tomar, como constancia primaria del encuentro.

Tal como figura en la grabación, colegié con César Gómez la forma exacta en que aparecerían sus datos de presentación tanto en el archivo documental que compilé como en la introducción de su testimonio, que me autorizaba a usar en el documental, siempre y cuando, fuese su voz en off, puesto que no deseaba se viera su rostro ante cámara. Así, en lo relativo al caso de Marcos Rodríguez, la presentación de César Gómez sería la de “militante de la Juventud Socialista y miembro del Buró Ejecutivo de la organización en la Universidad, desde 1955 a 1957”, que es el periodo en el cual conoce tanto a los dirigentes del Directorio como al delator. Eso, insisto, lo colegié con el padre del “analista”, quien ahora me acusa de ocultar información adicional sobre su padre, porque “eso es lo que hacen ellos; te borran”, haciéndome también responsable de una presunta práctica macro política, que me es ajena en cada elección profesional.

E irónicamente, si mi determinación final fue no colocar la voz en off de César Gómez, fue esta en todo sentido una elección ética, en atención a ¡cuidarlo a él! que nos abrió sus puertas, de aseveraciones y juicios dichos de forma exaltada, por medio de la emoción de revivir una etapa difícil. En específico me refiero a opiniones meramente especulativas, que emitió sobre el carácter de la relación de Marcos Rodríguez con García Buchaca en México, que podrían considerarse lesivas a su moral. Así que, aunque pude utilizar aseveraciones de César Gómez, valoraciones de un dirigente de la Juventud Socialista, insertado dentro de las estructuras del Partido, para lograr un golpe de efecto y para resquebrajar la imagen de Ordoqui y su esposa, no lo hice, porque privilegié en todo momento, hechos, evidencias y vivencias directas, en un intento de relato observacional y respetuoso.

Pero ahí tampoco se detiene el “analista”, sino que dice tener una teoría más sobre nuestra obra, otro hallazgo, OTRA VERDAD. Para develarlo, remite al público al momento en que en el documental aparece uno de los muchos testimoniantes directos del caso: Manuel Pérez, entrevistado por nuestro equipo como los otros 11 testigos, por poseer información directa relativa al tema, información acerca de cómo llegó la carta que el delator había escrito a Joaquín Ordoqui, a las manos de Faure Chomón, por medio de los trabajadores del ICAIC, Cuco Basilio y Roberto Fandiño, información novedosa sobre la cual lo fuimos a entrevistar, sin conocerlo ni tener otro vínculo previo con él, que el respeto que sentimos por su trabajo como artista y director de más de un clásico del cine cubano.

No obstante, el analista informará a los espectadores otra vez categóricamente que: “en el minuto 42 con 1 segundo” del documental “aparece EL VERDADERO DIRECTOR del documental de la chiquilla esa, porque la chiquilla lo único que hizo fue PONER LA CARA, porque el tipo que está detrás de todo es Manolito”. Y como este señor difamador afirma con absoluta certeza para la que ni siquiera usa el terminito con el que los difamadores profesionales se protegen de demandas, ese llevado y traído “alegadamente” que este señor no necesita porque es fuente de verdad irrebatible, me veo obligada a denunciarlo también por esto y llamarlo a que ruegue a sus abogados que le faciliten un resquicio de sustento a su gesto de mayúscula difamación legal y profesional contra mí, para contraponerlo a la avalancha de pruebas materiales, fílmicas, documentales y testigos sobre la autoría y responsabilidad que mi equipo y yo tenemos sobre esta obra.

El criterio de impunidad con que ve factible actuar este individuo, César Reynel Aguilera, al llamar a Marcos Rodríguez ¡el quinto mártir de Humboldt 7!, al deformar evidencias con premeditación para sus fines pre-escritos, al “tomar con pinzas” que los 4 de Humboldt, acribillados a balazos hayan sido asesinados, lo emplea, una vez más, para acusar al equipo de jóvenes acreditado en Los Amagos de Saturno de ser actores de respaldo, de blanqueamiento y agentes de un aparato de Inteligencia, siendo la figura del presta nombre, el crimen de derecho de autor, la usurpación de personalidad intelectual, punibles en mi país, en los Estados Unidos, donde se emite el programa, y en el país de residencia del difamador, Canadá.

Porque no le bastaron las valoraciones peyorativas ni los pronombres y los epítetos “la chiquilla”, la muchachita, sino que determinó avanzar en la calumnia, que parece siempre le ha salido gratuita, hasta atribuirnos el papel de nominalizar un ejercicio de propaganda, una medida activa, subordinada a un aparato de inteligencia, que, según él, requirió ubicarnos dentro de la figura delictiva de USURPACIÓN de derecho de autor, para sus fines.

Su acusación CATEGÓRICA, nuevamente sin la molestia de una evidencia mínima, de una prueba ni siquiera circunstancial que la levante, no solo lacera mi prestigio profesional, pone en entredicho mi honradez, mi capacidad y mis competencias ante todas las fuentes, los colegas, presentes y futuros, en Cuba y fuera de Cuba, con los que trabajo y comparto contenidos e ideas de forma sistemática y transparente, sino que es una acusación capaz de generar severos prejuicios a mis colaboradores directos en el documental, en especial a los que viven hoy en otros países y se exponen a riesgos que van desde la amenaza a la cancelación laboral.

Todo esto hace el analista, todo esto animado siempre por el conductor, co-partícipe de la difamación, y por cierta claque de un programa parasitario de la controversia y el golpe de efecto, como cortinas de humo ante la falta de solidez en la presentación de evidencias, un programa del que tiene ¡el descaro! el tal Albuquerque de introducir bajo el leitmotiv “somos un espacio que se opone diametralmente a la manipulación de donde quiera que venga”.

Y debo decir que me parece perfecto que el difamador me haya elegido a mí entre los que relaciona con la historia y la investigación sobre Humboldt, como la víctima de su ensañamiento, porque a Manolo Pérez le atribuye integración en la Seguridad del Estado, pero lo “resarce” según sus estándares, llamándolo “director de clásicos”, “señor simpatiquísimo” y hasta ¡obsequiándole mi obra! y al autor de Un asunto sensible, lo más lejos que llega a “tocarlo” es para confirmar que su libro “no dio pie con bola”, porque ganarse esos enemigos es, supongo que piensa, cosa más seria. Pero insisto, me parece perfecto que toda esa guapería salpicada de anyways y whatevers, desde su distancia física, su edad y su prepotencia, las prodigue a “la muchachita” en la que cree ver un “target” inofensivo.

Porque resulta que ese target que creyó ver en mí, posee como ningún otro todas las evidencias que despedazan su calumnia, todos los papeles, las cartas, todas las formas de certificación de origen de cada uno de los documentos inéditos que salían de archivos personales, todos los correos de intercambio con cada una de las fuentes, todas las peticiones y negativas institucionales, todas las libretas de estudio y preparación, todos los cuestionarios conjuntos como independientes, todas las versiones de guion, las pre-entrevistas filmadas antes del rodaje en las casas de todos los testimoniantes o sus oficinas, la transcripción de 120 horas de filmación testimonial, los ejercicios de devolución a las fuentes de sus datos de referencia y de fragmentos elegibles para el corte final, las tomas de los sitios icónicos del caso, el progreso de la revisión de prensa, la selección epistolar, las copias de preparación de los documentos para animación, las más de 20 versiones de maquetación, pre edición y edición y, así, evidencias, evidencias y evidencias, de cada uno de los hallazgos y de cada uno de los momentos de avances y retrocesos, que demoraron tres años en convertirse en un documental, del que le demoró a este señor, tres minutos, deducir ajeno a nuestro esfuerzo.

Soy yo, de todos los enumerados por este “analista”, la que hizo un registro fáctico FÍLMICO PORMEMORIZADO, de atención al progreso de una investigación de la que enseguida comprendí debía aprender como proceso, casi tanto como debía aprender del caso, para que sirviera de ejemplo de cómo se accedió a cada fragmento de una memoria, por momentos cautiva, por momentos extraviada, y el valor adicional que esto le confería a cada nuevo dato, testimonio o papel de los muchos que logramos hallar y proveer. Todo lo cual, hoy me sirve como evidencia tangible, para impugnar a estos señores como calumniadores y difamadores, por lo menos, de la parte de sus calumnias contra las que tengo derecho legal, aunque los condeno, aquí y ahora, moralmente, por todos y cada uno de los “aportes” que hicieron sobre este tan doloroso caso.

Todas estas pruebas que creí necesitar algún día por causa de algún intento de coartar mi libertad creativa, me sirven para impugnar a un difamador que cree poder decir cualquier cosa, sin la menor garantía y sin la menor consecuencia. Un difamador que, desde su comodidad en Canadá, con nulo prestigio, capacidad intelectual, deseo de esfuerzo, cree que, para legitimar su seudo punto de vista, debe apalear, quemar, quebrar la memoria de los que no están y el prestigio de los jóvenes a los que se le debe el documental que llama de “Seguridad del Estado”, en el mismo camino distópico en el que Marquitos es inocente, los mártires de Humboldt inconsecuentes y el espíritu de Stalin, último responsable de la defenestración de Ordoqui.

Le respondo al difamador por respeto al esfuerzo titánico de los “muchachitos” que conmigo hicieron Los Amagos de Saturno, sin patrocinios, sin fines de lucro, con tantas privaciones y tanta dignidad, pero también por los mártires de Humboldt y sus compañeros que, según él se conformaron con que se endilgara el crimen a un responsable falso, como salida sustitutiva de UNA verdad a la que todos, todos, menos el “analista”, le tuvieron miedo.

E incluso le respondo por respeto a Joaquín Ordoqui, porque nadie merece “defensores” que usen una historia personal llena de sufrimiento, como pantalla y como instrumento. Tanto es así que, al finalizar el programa que diseccionó Los Amagos de Saturno y desmintió la “respuesta castrista contra Ordoqui”, veremos al moderador concluir y lo cito que: “nosotros estamos conscientes de que Ordoqui ERA UN ASESINO, y el mejor comunista, es para colgarlo de una Guásima y se pierde la soga”. Vendido TAMBIÉN Joaquín Ordoqui sin el menor escrúpulo, vendido no, ejecutado en la horca, solo porque el moderador recibió durante la emisión, dos o tres comentarios críticos de ultra fanáticos, que le hizo suponer, la sustracción de algunos likes.

Por todo lo anterior, creo que nuestra denuncia de los “hallazgos” sobre Humboldt 7 en eso que no puede llamarse ni emisión ni programa, así como la acusación sobre nuestro proceso de trabajo, nuestras intenciones y resultados, sirve, tanto para señalar a actores específicos como para identificar a un tipo de “experto” ante el que ruego, no solo a historiadores y enterados, sino a todos los cubanos dignos que conozco, estemos prevenidos. ¡Cada vez más prevenidos!

Prevenidos de esos que pretenden llamar hechos categóricos a simples y festinadas opiniones sin contrastar; esos que dan por conclusiones irrebatibles, análisis tendenciosos, apurados, burdos, plagados de maniqueísmos y argumentaciones difamantes, más difamantes y castigadoras cuanto mayores son las finalidades exhibicionistas, como suelo de sus desfiguraciones; esos que buscan oyentes, lectores, seguidores, en calidad de “discípulos” a los que prefieren acríticos, cautivos y susceptibles a responder afirmativamente si se enuncian vocablos como tiranía o democracia, mientras remedan las “claves” de la primera, en nombre de la segunda.

Porque esos “expertos” que se auto posicionan ¡sin postularse! a una soberbia altura de “evaluador moral” de todo nuestro pasado, ofrecen lo mismo o peor de lo que la historia de nuestra patria ha sufrido bastante; remontan TODOS y cada uno de los caminos que dicen denunciar y los procedimientos que dicen combatir, en favor de la implantación de una memoria sustitutiva, utilitarista y descalificadora que es la viva estampa de lo que, en apariencia Y SÓLO EN APARIENCIA, buscan desbancar.

Por eso vemos al “analista” preocupado, ofendido, por la forma en que, en el documental, los testimoniantes se refieren a Marcos Rodríguez como “Marquitos” usando diminutivos a los que llama “despectivos”, “deleznables” y “propios de los esbirros castristas” para proceder inmediatamente a llamarme cretinita, chiquilla y muchachita.

Por eso vemos al analista en el colmo del doble estándar moral, defender a Marcos Rodríguez hasta el punto de llamarlo ¡quinto mártir de Humboldt 7!, “conmovido” por cómo según él se fabricó un caso contra un joven sin pruebas y se le llamó agente de la Inteligencia norteamericana, víctima de un proceso amañado, arreglado de antemano; TODO ESO un segundo antes de proceder a condenar ¡SIN UNA SOLA PRUEBA! a una decena de jóvenes creadores, deformando del día a la noche nuestras voluntades, ¡mi voluntad! de defender como he defendido con ese trabajo y ¡siempre! una empecinada libertad indagatoria; para después de dos whatevers, tornarnos “esbirros”, repite “esbirros”, y agentes encubiertos, que facilitan sus nombres como tapadera de un ejercicio de inteligencia, cometiendo para ello no sé cuántos crímenes de identidad.

Este activista de la libertad, este defensor de los derechos humanos de Marcos Rodríguez, formula su intento de asesinato civil contra inocentes, a los que acusa, procesa y condena DE FACTO, sin requerir pruebas, sin otorgar derecho a réplica, usando además una violencia verbal que parece sustitutiva de la violencia física que, las circunstancias no le dejan AÚN, ejercer.

AUN digo, porque si este individuo fuera elegible como juez, decisor o autoridad en el país que prefigura ¿qué verá esta sufrida Cuba, otra vez? Porque como colofón de todo este ejercicio, en nombre de las mil veces esgrimidas libertad de expresión, democracia y “verdadera” justicia, no solo vemos al señor Reynel poner en práctica las peores técnicas de exclusión y escamoteo, sino creer le asiste un derecho innegociable a la impunidad, porque se creen irrebatibles e inimputables para vapulear, victimizar y destruir a quien no se adscriba y se subordine a sus narrativas. Y yo pregunto: ¿a qué se parece eso? sino a las tiranías, los regímenes totalitarios y los procesos estalinianos contra enemigos fabricados, que este individuo dice repudiar, desde siempre.

Así alerto, por medio de este pequeño ejemplo, a los que quieren sinceramente una Cuba justa, inclusiva y alejada de dogmas, que este modelo de “analista” SÍ aspira a ser ejecutivo no solo en la reescritura de nuestra historia, sino que aspira a legitimar convenciones sobre cómo se impartirá la justicia. Y me aterra pensar que será por medio de sumatorias tan cínicas como las que dispensó a Fructuoso Rodríguez, que “no fue asesinado” aunque yacía en el suelo semidesnudo, desarmado y acribillado a los 23 años; o sumatorias tan ignorantes y tan simplistas como las que nos dispensa a nosotros, a base de tan tontas preguntas como ¿su documental es valioso, que me ha permitido acceder a datos, que me interesan o me sorprenden? no lo pudo hacer un joven. ¿Es un material documentado, de investigación, con fuentes inéditas? Solo pudo salir de las bóvedas de Seguridad del Estado. ¿Aparece en el minuto tal, el cineasta Manuel Pérez? Es él el director de la obra. ¿Pruebas? No hace falta. ES UN HECHO, el “experto” te lo dice, del mismo modo que afirma soy miembro de Seguridad del Estado e integrante de una familia que no conozco, por razón de ver escrito, en unos créditos, mi apellido.

Individuos así, matrices de conocimiento así, capacidades deductivas, analíticas, interpretativas así, los vemos, los vi, en plataformas como la de Albuquerque, ser llamados “maestros” como “clase magistral” a su diatriba, armada, desde principio a fin, con presupuestos tan esencialmente corruptos, mientras el público aportaba comentarios como el siguiente: “aseguran que fue el propio Fructuoso quien delató”, algo que sirve para entender el tono de absurdo con el que se traficó en este programa.

Y quizá, con el nivel de impunidad con que Enfoque Ciudadano es absolutamente anti ciudadano, podremos esperar una emisión dedicada a cómo Fructuoso se delató a sí mismo, que hable de suicidio y homicidio a la vez.

Por último, y en adición a todos los desórdenes y sesgos que veo tipificados en este programa, encuentro como cinta unificadora, el estereotipo que hace estragos y que he conocido no pocas veces en mi vida, el que dice que los jóvenes no saben nada por el simple hecho, por la “fatalidad”, de ser jóvenes. Por eso, específicamente por eso, no les bastó a los señores de Enfoque ciudadano, con ubicar a los que ve en los créditos de Los Amagos… dentro de Seguridad del Estado, sino que debieron anularles toda autoridad sobre la obra y otorgarles el papel que creen juegan los jóvenes: decorado.

Porque este material que citan de memoria, que estudian con lupa, sobre el que constantemente se le escucha pedir atención a estos “detalles interesantes en el minuto 6, con un segundo” o decir que tal pregunta “es esencial”, pregunta que ¡yo! ¡Rosario, hago con mi voz! no les cabe en la cabeza sea obra de creadores jóvenes. No les cabe en la cabeza que hayan tenido que hacer un pdf exhaustivo para obtener los documentos que hallaron y aportaron unos jóvenes, los testimonios que compilaron personas como yo, como la productora, como los fotógrafos, como el diseñador, como los editores, de 24, 25 años en aquel momento, a los que prefiere, para no atribuir disonancia a su comprensión del mundo, acusar de un crimen de prestanombres.

Es la predisposición y el estereotipo, junto a la soberbia, lo que les impide reconocer que soy yo, una “chiquilla” el puente en que transita gente “informada”, más veteranos que mis padres, gente “en el inside”, para conocer innumerables datos, ideas y documentos que jamás habían visto y que jamás tuvieron las condiciones de carácter para salirlos a buscar. Es un punto de partida en arreglo al cual promete el programa evolucionar desde el inicio, cuando el conductor declaró que sobre el Caso de Marcos Rodríguez “hoy hablé con un influencer joven informado, quien por obvias motivaciones (sic) generacionales, me dijo ¿el cuá…? Y es lógico que no conozca nada”.

Y ese es “lógico” del señor conductor ¿no será alusivo a capacidades de las que ÉL carece y de las que automáticamente desea ver desprovistos a los otros? ¿No se tratará del clásico incapaz que quiere ver incapacitados a los demás? Porque sería válido preguntar al conductor y al analista que estudiaron y ejercieron profesiones académicas y universitarias en Cuba y que insisten en que todas sus fuentes de conocimiento sobre este caso son “fuentes bibliográficas castristas” ¿por qué no hicieron sus descubrimientos DECISIVOS desde Cuba sino después de muuuuuchos años en Canadá y en Miami? ¿será el valor que ustedes nos niegan, el que a ustedes le falta?

Es lícito o no es lícito preguntar por qué debemos creer LA VERDAD SUSTITUTIVA que nos brinda este “experto” que nació en Cuba en 1963, que es hijo de dos conocidos militantes de la Juventud del PSP, que vivió en Cuba hasta la edad adulta, que estudió Medicina y se graduó de ella en 1987, como de Bioquímica en el 92 y que hasta trabajó como profesional en los elitistas centros del Polo Científico, donde nadie entra sin un inmaculado expediente político (todo eso lo dice su propia biografía en internet) y que llega ¿ahora? desde la lejana Canadá a “desenmascarar el castrismo y el estalinismo” y salvar de la injusticia ¿AHORA? la memoria de Marcos Rodríguez y de Joaquín Ordoqui, ¿por qué?

Para desvirtuar todas esas preguntas, para que nadie les demande valor y valores de los que carecen, es menester negárselos a otros, mucho más si esos otros, son jóvenes.

¿Un grupo de jóvenes con cultura histórica y política? IMPOSIBLE. ¿Un grupo de jóvenes con inquietud, perseverancia y valentía para romper esquemas de lo aceptable? IMPOSIBLE. ¿Jóvenes con voluntad para defender su libertad creativa? IMPOSIBLE. ¿Total ausencia de predisposiciones, nula lealtad a grupos o fracciones, afán de indagación transparente? IMPOSIBLE. ¿Jóvenes que solo se permiten preguntar cuáles son los hechos y cuál es la verdad que los hechos revelan, sin dejarse desviar por lo que traería beneficios si así fuera creído? ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE.

La respuesta POSIBLE y aceptable desde su estatura moral es que fuimos pagados, amenazados o simplemente sometidos para figurar como objetos decorativos de los viejos enemigos, los enemigos “competentes”. La “verdad” es que Los Amagos… lo tiene que haber dirigido un veterano, ¡un cineasta de verdad!, un enemigo de nivel al que pueden ellos sentirse cómodos, alabando en sus cualidades, aunque descalificando en sus fines. Porque otra vez haciendo gala de su doble estándar, hacen como que condenan y señalan la instrumentalización política de las nuevas generaciones, pero ven lógico que los jóvenes, unos, nominalicemos un ejercicio de propaganda y, otros, esperen a que el experimentado “analista” desde el programita de Youtube, ilumine con sus VERDADES DOCTRINALES, que son las que no se limitan a decirnos qué debemos saber, sino cómo ese saber es irrebatible.

Pero por suerte, la leyenda de Saturno no termina cuando el titán engulle a sus hijos; termina cuando Zeus, quien sobrevive por el ardid de su madre, le saca de las entrañas a sus hermanos para iniciar con ellos una nueva era. Así que los hijos de Saturno debemos entender que solo podremos iniciar una nueva era, cuando destronemos a TODOS los aspirantes a Saturno. A TODOS los que avanzan excluyendo y denigrando formas contrarias de pensamiento o ideas que puedan desafiarlos, bajo una lógica tácita de ocultamiento, secuestro y ejecución de cuanto de la realidad y del pasado sea inconveniente a sus verdades últimas y “evidentes”. Ojalá conquistemos un día esa era de justicia por la que cayeron nuestros mártires, esa era en la que todos los titanes del tiempo, titanes del tiempo como Saturno, queden atados y encerrados, esta vez definitivamente, en las profundidades del Tártaro.

3 comentarios sobre “Otro ultraje y otra vindicación al Directorio Revolucionario

  1. César Reynel Aguilera, quien se quitó el apellido de su padre tal ves para que no lo confundieran con quién era realmente un intelectual comunista y revolucionario, cambió la medicina y la investigación médica para dedicarse a destruir al comunismo centrándose en la historia de su país y que dice conocer mientras la reinventa, quien sabe a favor de que intereses.

    Y le advierto, es todo un «movimiento» de reescritura de la historia mundial que se centra, ¿Casualmente?, En el periodo dónde el marxismo comenzó a tener influencia. Así veo a diario como se le resta importancia al papel de la URSS en la victoria contra el fascismo, se acusa a los comunistas de asesinos y en el caso nuestro se intenta lavar la imagen de la dictadura de Batista a la par que se pasa a condenar de criminales a los comunistas mientras se «olvida» que hubo una institución como el BRAC.

    Estimada autora, no solo está defendiendo su legítimo prestigio, está defendiendo una cosa mucho mayor y más necesaria, el derecho de nuestros hijos y nietos a la verdad.

    ¡No tenga piedad!

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