República y derechos: “A quien merme un derecho, córtesele la mano”. Introducción a un dossier

Obra de Duvier del Dago de la serie “La Historia es de quien la cuenta”. Tinta y acuarela sobre cartulina 100 x 70 cm 2015. La obra se reproduce con autorización del artista, y de su Estudio.

 

Por Julio Cesar Guanche

El dossier que Cuba Posible presenta ahora es continuación de otro conjunto de textos, recientemente publicado. Al enfoque elaborado allí sobre el republicanismo, el socialismo y la democracia remitimos el prisma general que recorre estos nuevos artículos. Ahora el tema se centra en los derechos: se analizan diversos tópicos, y se piensa a Cuba, lo que existe y lo que hace falta, en relación con realidades y regulaciones que experimentan los derechos en América Latina y el mundo.

El enfoque común es el de la progresividad y la interdependencia: no es posible legítimamente renunciar a, o prohibir, un derecho ya alcanzado, y, aunque es posible distinguir entre diversos tipos de derechos (con características propias y diferenciadas) su expansión, desarrollo y garantía necesitan un enfoque que los relacione entre sí, pues la protección de unos depende del ejercicio de los otros.

La necesidad de asumir un enfoque interdependiente de los derechos ha ganado consenso normativo en las últimas décadas, sobre todo entre sectores progresistas y revolucionarios. En ello, es destacable el trabajo deNancy Fraser, que cuestiona la “mitología cultural” que desvaloriza la ciudadanía social en Estados Unidos, que se maneja en términos de “contrato” y de “caridad”, y no de solidaridad e interdependencia. En similar sentido, Joy Gordon ha asegurado: “Esto —se refiere aquí a los derechos civiles y políticos— nos resulta bastante familiar a nosotros en Estados Unidos. Menos lo son los derechos de “segunda generación”, que son socioeconómicos: el derecho al trabajo, a un pago justo, a alimentación, vivienda y ropa, a la educación, etc.”Para esta autora, “el concepto de derechos humanos, que resulta tan familiar, es en realidad bien singular e incoherente, y (…) tras esa singularidad subyace una estructura profundamente política y una historia de utilizaciones políticas.”

Otra corriente, historiográfica, ha reconstruido cómo en el pasado las luchas populares no separaron un tipo de derechos de otros. E. P. Thompson impugnó la idea de la “separación” entre economía y política, y de la “consecuente”separación entre los derechos “respectivos” y “propios” de estos ámbitos: “Detrás de unciclo comercial hay una estructura de relaciones sociales qu eprotegen ciertos tipos de expropiación (renta, interés,ganancia) y proscriben algunos otros (robo, deudas feudales), legitimando algunostiposdeconflicto (competencia, guerra armada) e inhibiendo otros (sindicalismo, motines por hambre, organizaciones políticas populares)”. En similar horizonte, Peter Linebaugh ha fundamentado, desde la Inglaterra de la Carta Magna, cómo se asociaron las demandas “desde abajo” por derechos políticos (como el habeas corpus) al mismo tiempo que por derechos sociales (como el mantenimiento de los bosques comunales, para garantizar acceso común a sus recursos). Charles Tilly, desde otro ángulo, demostró algo similar respondiendo a la pregunta: “¿de dónde vienen los derechos?”. Seguir leyendo «República y derechos: “A quien merme un derecho, córtesele la mano”. Introducción a un dossier»

Tiene la palabra el camarada Ambrosio

Raúl Roa, y otros compañeros en presidio, a causa de su militancia en la Revolución «del 30».

 

Julio César Guanche

Este breve diálogo con Ambrosio Fornet data de 2005. En él, Fornet rememora detalles de la célebre entrevista que le hizo a Raúl Roa García, texto que acuñó la frase «la revolución del 30 se fue a bolina».

Esa imagen se ha usado desprolijamente, pero hace ya unos años viene generando estudios que «revisan» esa idea, entre otros, de Fernando Martínez Heredia, Rolando Rodriguez, Ana Cairo y Berta Álvarez.

El propio Roa dio en profundidad su opinión sobre esa revolución en «Escaramuza en las vísperas». (Se reproduce en El santo derecho a la herejía. El socialismo cubano «por la libre» en Raúl Roa García (1934-1959), (Compilación y prólogo de Julio César Guanche), Ruth Casa Editorial/ICIC Juan Marinello, 2011. Consultar aqui

Reproduzco ahora aquel diálogo con Fornet, para contribuir al muy loable empeño de Dayron Roque, profesor de la Universidad de la Habana, de hacer de sus clases, además, un espacio virtual y colaborativo. Se puede consultar aquí lo que viene haciendo:

http://roquelazo.blogspot.com/2017/02/la-revolucion-del-30.html?spref=fb

Esta es aquella entrevista:

Donde se hace la historia de cómo un “luciferino entrevistador” se enfrentó al único canciller del mundo que ha puesto por escrito la expresión “músculo primo”.

En 1967, en las páginas de la revista Cuba, apareció, sin crédito, una entrevista a Raúl Roa que a poco devenía célebre. Su autor padecería en el anonimato aún después, cuando publicado el libro La Revolución del treinta se fue a bolina, por Ediciones Huracán, tampoco se dio a conocer el nombre del que Roa calificara de “luciferino entrevistador”. A diez de últimas, se sabría que fue Ambrosio Fornet, y no otro, el responsable de aquella entretenida y densa relación de preguntas, que provocó que la ya de por sí lengua suelta de Roa, se soltara con entusiasmo mayúsculo. Todavía pesan, cual macizos baldones, sus frases sobre aquellos a quienes Roa les infligió sus invectivas, de una gracia que a varios de ellos seguramente les  arrancó una sonrisa. Más allá de ello, sus ideas continúan cargando hoy toda la sabia provocativa que le fuera tan consustancial al autor deBufa subversiva. Para los lectores de La Jiribilla, Ambrosio Fornet devela los pormenores de aquella histórica entrevista.

Usted, en el prólogo a La Revolución del treinta se fue a bolina, refiere haberse abalanzado, en acción al parecer “espectacular”, sobre la mesa de la librería donde se hallaban los últimos ejemplares de la edición que hiciera Samuel Feijóo de Retorno a la alborada. ¿Qué motivaba aquel entusiasmo?

Los dos tomos de Retorno a la alborada —de 1964, si mal no recuerdo—  recogen numerosos ensayos y artículos de Roa, de diferentes épocas, y en aquellos años era imposible encontrar en librerías esos textos. Para sus admiradores, como era mi caso, la simple idea de quedarse sin la edición, y tener que pedirla prestada o ir a leerla a una biblioteca, resultaba aterradora. Por eso me lancé de cabeza sobre aquellos solitarios ejemplares.

¿Qué significa Roa, además de ser el “tipo más simpático” de ella, dentro de esa heterogénea generación que solemos llamar “del 30”?

Roa era como la confirmación del arquetipo, no de toda la generación, sino de parte de ella, porque jóvenes simpáticos y dinámicos eran otros también, como es el caso de su gran amigo, Pablo de la Torriente Brau. Pero además Roa representaba la integridad y la fidelidad a sus principios, lo que no puede decirse de todos los que habían sido sus compañeros de lucha durante el machadato.

¿Podría usted, Ambrosio, describir pormenores de cómo fue concebida y escrita aquella entrevista que se haría famosa apenas publicada en la revista Cuba, con el título de “Tiene la palabra el camarada Roa”?

Bueno, la idea se le ocurrió a Ernesto González Bermejo, periodista uruguayo que en aquella época era jefe de redacción de la revista. Conociendo mi admiración por Roa, me preguntó si me gustaría que lo intentáramos, y yo, naturalmente, le dije que sí. Roa aceptó enseguida, pero estaba tan complicado entre el trabajo y las tiñosas —los rollos diplomáticos y las siembras de café, como decía él mismo— que me sugirió que le sometiera por escrito un cuestionario, para ir respondiéndolo en sus ratos libres. Yo, por supuesto, me despaché preguntándole sobre lo humano y lo divino, pensando, te lo confieso, que él iba a escoger unas preguntas y desechar otras, pero resultó que en un tiempo récord, una o dos semanas, me parece,  las respondió “todas”. Y no solo eso, sino que me dio una cita, en su oficina de Relaciones Exteriores, para ventilar cualquier duda que pudiera haber quedado. Para mí, fue una experiencia memorable. Era la primera vez que hablaba personalmente con él. Seguir leyendo «Tiene la palabra el camarada Ambrosio»