Alexis Esquivel, Arco de triunfo, 2006, Acrílico sobre tela, 137 x 175 cm
Por mario g. castillo santana
Para Fernando Martínez Heredia, quien primero me adentró en estos temas y para Tomás Fernández Robaina, quien le ha dedicado la vida a ellos.
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El creciente auge de un campo de estudios sobre lo que se ha definido como un marxismo negro, en la zona de lo que ya ha ido delineándose como el Atlántico negro, está sacando a la superficie de las memorias históricas contemporáneas un conjunto de ideas y conceptos muy interesantes, que no habían formado parte del canon del marxismo en ninguna de sus variantes hasta ahora conocidas.
En mi consideración, los esfuerzos investigativos en torno a estos discursos no deben limitarse al estudio de los conceptos filosóficos que se pueden ir encontrando para trazar las especificidades de ese marxismo negro. Para una mejor comprensión de sus enunciados es necesario no perder de vista una perspectiva lo más abarcadora posible, arqueológica se me ocurre pensar, que nos devuelva con la mayor integridad el perfil de sus cultivadores, las personas, grupos, espacios, organizaciones, influencias e interacciones con los perfiles de ideas previas de donde arrancaron los cuerpos intelectivos de estos marxistas negros.
En el contexto cubano una figura como Tomas Fernández Robaina —“Tomasito”— ha contribuido con un trabajo de casi toda una vida, no directamente a definir el perfil específico de los marxistas negros en Cuba, pero sí a poder realizar sobre sus textos una cartografía preliminar del asunto, que es insoslayable.
Derivado de su impulso irradiador la lista de contribuyentes podría ser larga: Pedro A. Cubas, Alejandro Fernández, Zuleica Romay, Víctor Fowler, Roberto Zurbano. Pero la obra de estos investigadores debemos decir que igualmente tampoco han tributado de manera directa al tema que vamos a abordar a continuación.
Personalmente, hace pocos años impartí el curso Tres marxistas negros, sociedades de color y el marxismo en Cuba (1937-1961), en el Instituto de Investigación de la Cultura Cubana Juan Marinello, algo que, hasta donde conozco, no había sido tema de espacio docente alguno, excepto los legendarios cursos de Fernández Robaina en la Biblioteca Nacional José Martí.
Diez años atrás organicé el encuentro Afrodescendencia y movimientos obreros, donde participaron varios investigadores y activistas, como parte de la Jornada Internacional Año de los Afrodescendientes, a la que contribuyó el Instituto Cubano de Antropología, mientras pude trabajar en dicha institución.
En 2008, en el marco del coloquio homenaje al historiador marxista Raúl Cepero Bonilla, contribuí con un texto sobre un contemporáneo de Bonilla, Walterio Carbonell, con la ponencia “Walterio Carbonell y el dilema antirracismo-desafricanización”. En 201o la revista Gaceta de Cuba (UNEAC) de mayo-junio de ese año publicó mi texto sobre el poeta chino-afrodescendiente “Regino Pedroso y la síntesis cubana entre el exotismo oriental y la identidad proletaria”, que es una versión adaptada a los parámetros de ese espacio titulada “El orientalismo proletario del poeta Regino Pedroso y los orígenes del estalinismo en Cuba”, en que comencé a desarrollar muchas de las ideas que aquí desarrollo.
Una fuente de inspiración para iniciar estas indagaciones fue el contacto con el ex miembro de Panteras Negras Ashanti Alston, quien desde inicios de la década pasada comenzó a indagar sobre lo que él y otros compañeros comenzaron a denominar anarquismo negro, cuestión en la que personalmente venia indagando yo también en Cuba desde 2008 y que también me incitó a organizar aquel encuentro “Afro descendencias y movimientos obreros”, que careció de un centro de análisis articulador, más allá del recuento, habitual en Cuba, de varios dirigentes sindicales negros vinculados al Partido Comunista.
Derivado de esta trayectoria considero que la historización del llamado marxismo negro, si no parte por reconocer los trasiegos entre estos dos campos temáticos se pierde una de las claves explicativas de la operatoria del marxismo negro que hoy nos convoca.
No podemos seguir reproduciendo los guetos ideológicos entre aquellos que creemos en que es posible una vida cotidiana no regida por la mercancía, las lógicas autoritarias y los Estados. No podemos permitir que dentro de la bella metáfora de “rojos y negros”, que se está usando para describir la presencia de las ideas de izquierda entre los afro-atlánticos, se refieran solamente a un grupo determinado de marxistas negros, limpios de cualquier influencia de otros cuerpos de ideas. Esa posición anima este texto.
Este trabajo parte de un enfoque generacional, como el de Karl Mannheim cuando analiza las generaciones, no a partir de años, sino por lo que él denomina “acontecimientos generacionales”[1]. Derivado de esto, hago una reconstrucción analítica de algunos contenidos significativos de la cultura política en la Cuba con que inicia el siglo XX, época en que se fraguan las ideas y las vivencias de los activistas sociales afrodescendientes en la Cuba de los primeros 40 años del siglo XX.
Seguidamente, hago un acercamiento a la primera generación fundacional del activismo social afrodescendiente.
Después efectúo un rescate de un grupo de anarcosindicalistas negros que operaron en el contexto de lo que defino como la segunda generación de activistas afrodescendientes, cuyas nociones de activismo social me parecen significativas para las generaciones posteriores. En este lugar analizo un momento de la trayectoria y las ideas de Sandalio Junco, un individuo que se puede definir como uno de los más brillantes fundadores efectivos del marxismo negro en Cuba, figura escamoteada en la historia nacional, y que expresa la transición entre lo que defino como la segunda y la tercera generación de activistas afrodescendientes en Cuba y, finalmente analizo el contexto, la figura y algunas ideas de Ángel Cesar Pinto Albiol, un representante muy definido de un marxista negro en Cuba, dentro de una tercera generación de activistas afrodescendientes. Después, termino con unas observaciones preliminares sobre Juan Rene Betancourt, al que considero un marxista negro anticomunista, que se replantea las condiciones del activismo social afrodescendiente y un ejercicio intelectivo autónomo, con algunas herramientas del marxismo-leninismo, en momento en que el Partido Comunista en Cuba se convierte en una típica maquinaria política de cooptación social.
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