Es urgente gestionar antagonismos y diferencias para construir consensos. Entrevista con Rubén Padrón Garriga

Rubén Padrón Garriga

Por Harold Bertot Triana y Julio César Guanche

Voces cubanas sigue indagando sobre el espacio para la crítica en el actual proceso nacional, sobre sus posibilidades en la conformación del presente, sobre la necesidad de hacernos las mejores preguntas respecto al conflicto con los Estados Unidos, la desigualdad, la composición clasista, los derechos de la comunidad LGBTI o los problemas del socialismo cubano.

Estos son diálogos que deben abrirse con mayor amplitud en todo el espectro nacional.

En ello, es preciso rehusar la espiral viciosa propuesta por quienes viven de la “denuncia” respecto a cada espacio de debate o de diálogo, descalifican todo lo que no quepa en su doctrina, buscan con sus campañas desviar la atención sobre los problemas nacionales, depredan el debate público con sus exclusiones, y obstruyen la exigencia de poder poner en la palestra colectiva problemas reales y alternativas plausibles. El presente cubano tiene demasiados problemas para caer en esos marasmos.

Es responsabilidad de los intelectuales superarse y corregirse a sí mismos a través de la reflexión crítica sobre su propio trabajo, en relación con los datos y los discursos sociales. Es su necesidad rehusar los tópicos, las frases hechas, las consignas, los apotegmas “universales”, cuando son desmentidos por los hechos.

Es su obligación atreverse a mirar la realidad, contribuir a producir activamente ideas, pensar y participar de prácticas, ampliar el campo de posibilidades sociales, coadyuvar a construir agendas colectivas y a elaborar imaginación, en conexión densa con el mundo de lo social y el universo cultural del que participa.

En este empeño de contribuir al debate nacional, entendido como exigencia de participación política informada, Voces Cubanas conversa con Rubén Padrón Garriga, licenciado en Comunicación Social y maestrante en Desarrollo Social por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Cuba).

Padrón Garriga ha investigado temáticas relacionadas con las políticas culturales, la comunicación para el desarrollo, los discursos citadinos, entre otras, y ha publicado ensayos, artículos, entrevistas y reportajes en publicaciones seriadas. También, milita de forma independiente por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ en Cuba.

Desde hace algún tiempo la sociedad cubana se transforma social y económicamente, y se visualizan demandas de diversa índole por varios sectores. ¿Está el diseño del Estado cubano en capacidad para absorber y gestionar esas demandas?

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Los científicos somos personas normales y corrientes…

Antoni Doménech Figueras (1952-2017)

Por Antoni Doménech Figueras

No hay nada más democrático en el mundo que la ciencia. Es verdad que para descubrir una teoría científica tan original como la Teoría de la Relatividad hay que ser un genio. Nosotros no podríamos hacerlo. Pero cualquier persona que tenga un coeficiente mental normal, digamos por encima de 90 —que es la inmensa mayoría de la población—, si pone suficiente empeño y trabajo puede entender qué dice Einstein.

En cambio, no es verdad que cualquier persona con un cociente de inteligencia normal sea capaz de disfrutar un poema de Auden o de entender cabalmente una partitura de Britten, por ejemplo. Es verdad que el arte requiere sensibilidades especiales que no todo el mundo tiene. Hay gente que es muy musical y gente que es poco musical, pero la ciencia en lo que hace a la comprensión es lo más democrático del mundo. Y esto es porque la buena ciencia es una cosa de gentes del común, es sentido común afinado, disciplinado y aplicado a entender lo que pasa en el mundo.

Para eso es necesario lo que podríamos llamar la cortesía democrática de la ciencia, que es formular hipótesis muy informativas que ofrezcan la posibilidad de ser replicadas y refutadas.

Es un juego difícil, porque queremos decir cosas que sean verdaderas, o sea que se correspondan con los hechos, pero queremos huir de la trivialidad. Cuanto más informativos queremos ser, más cosas tenemos que excluir, y cuantas más cosas excluyamos más difícilmente acertaremos.

Es un juego de riesgo. Y en cierto sentido de nobleza, porque un truco fácil ahí consiste en hablar tan confusamente que el adversario no sepa a qué atenerse. Aquello que decía Descartes en el Discurso del Método: «cuando discutáis con los curas y oscurantistas intentarán llevaros al sótano, lo que tenéis que hacer es llevarlos a discutir a plena luz de la terraza».

Esa es la lucha del pensamiento moderno y la Ilustración contra los viejos oscurantistas de siempre, como contra los de ahora, quienes afirman que los hechos no existen, o que todo es jauja y que no tenéis que estudiar para nada, que ya os darán el aprobado general salvo que les llevéis la contraria. Se trata de claridad, necesaria para dar la posibilidad que te refuten. Por eso no hay verdades absolutas.

Ni siquiera podemos estar seguros de que haya verdades absolutas en matemáticas, un curioso reino aprovechable dentro del mundo de las tautologías. A ver, la teoría matemática más famosa de vuestra infancia ¿cuál es? [«¡el teorema de Pitágoras!»]. ¡Claro que sí! Es la geometría de Euclides, que son 5 axiomas: el que define un punto, el que define una recta… Pues siguiendo esos 5 axiomas tenemos toda la geometría clásica, la que Kant consideraba definitiva y que hasta el s. XIX nadie pensaba que podía corregirse ni mejorarse. O si pensáis otra teoría matemática interesante es la de Newton, quien por vez primera describió una teoría física en términos matemáticos; la formuló con 4 axiomas. Y casi toda la física moderna deriva del cálculo analítico a partir de esos 4 axiomas.

Entonces, desde comienzos del siglo XX sabemos, por el Teorema de Gödel, que cuando partimos de unos pocos axiomas y logramos escribir un mamotreto de física moderna o de geometría euclidiana, nunca podremos demostrar la compatibilidad de esos cuatro axiomas, no podemos demostrar que no pueda haber una contradicción interna. Todas las teorías matemáticas las aceptamos como tautológicas en base a que esos axiomas son compatibles, pero no podemos estar seguros de que algún día no probaremos que algunos de esos axiomas son contradictorios, por lo que la teoría quedaría arruinada.

De modo que ni siquiera hay verdades absolutas en las matemáticas, la única que dominamos completamente porque la hemos construido nosotros mismos. Yo me jugaría la vida apostando a que la Teoría de la Relatividad es cierta, no hay ninguna alternativa ni remotamente mejor. Pero si me ofrecieran criogenizarme y despertarme dentro de cien años, pero me pusieran la condición «si dentro de cien años, cuando te despertemos, la Teoría de la Relatividad se ha demostrado falsa quedando superada por otra teoría, te mataremos», ¡ah no! ahora sí que me dejo matar por esa teoría pero dentro de cien años no. [Risas]

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“La crítica y la contestación social irán invadiendo los espacios públicos”. Entrevista con Yassel Padron Kunakbaeva

Foto: María Lucía Expósito

Por Harold Bertot Triana y Julio César Guanche

La historia de las revoluciones acontecidas durante el siglo XX, de aquellas identificadas como, o devenidas “socialistas”, parece siempre ser una lucha por su propia subsistencia. Recorre casi siempre un camino contra la gravedad y en el que con regularidad tiene que justificarse de todo.

La historia de la Revolución cubana no está exenta de esta realidad. A la vez, se ha mostrado, como otras, en la lógica de un proceso que siente la necesidad de disputar a su interior el pasado, el rol del liderazgo y de la persona en la dirección de los procesos políticos, las finalidades del proceso, sus bases sociales y sus necesidades de rupturas consigo misma.

Estas preguntas aparecen como “secundarias” cuando las necesidades imponen discusiones más concretas. Sin embargo, son partes del todo. No puede entenderse ni explicarse cabalmente si a la vez no se responden también otras preguntas que indaguen por el proceso en sí, por la funcionalidad o conveniencia de sus fundamentos o postulados históricos.

Los problemas en la producción agrícola, los déficits en la participación política, la gestión estatal de las empresas, la canalización y las vías para gestionar las demandas de las gentes, entre otros tantos puntos, sólo podrán responderse a profundidad si se responden en conjunto con otras preguntas de mayor calado que interroguen los fundamentos políticos, económicos, filosóficos y culturales del modelo de sociedad existente.

Voces Cubanas conversa hoy con Yassel Padron Kunakbaeva, master en Bioética, especialista en Fundación Ludwig de Cuba, bloguero, activista e investigador marxista, sobre este campo de temas.

Desde hace algún tiempo la sociedad cubana se transforma social y económicamente, y se visualizan demandas de diversa índole por varios sectores. ¿Está el diseño del Estado Cubano en capacidad de absorber y gestionar estas demandas?

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Cuba hoy. Protestas, cambios sociales, perspectivas políticas. Notas para una conferencia

Foto: Julio César Guanche

Por Julio César Guanche

Nota: Este texto no es un artículo. Son notas de guía para una conferencia impartida para la Red para el Estudio de las Izquierdas en América Latina – REIAL (09.08.2021). Las publico de esta forma por pedidos desde Cuba para facilitar el acceso al contenido, y porque además el audio de la Conferencia grabada experimentó problemas de calidad.

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El enfoque para abordar las protestas del 11J en Cuba

Tres narrativas maestras:

1. La narrativa estadounidense acompañada por derechas latinoamericanas y cubanas, que solo invocan la “dictadura cubana” como única causa de las protestas.

2. Defensa cerrada del proceso cubano, que invoca solo la existencia del bloqueo (uso aquí el término Bloqueo, antes que Embargo, porque es el empleado por NNUU en las declaraciones que acoge sobre el tema).

3. Enfoques multidimensionales, que reconocen la coordinación externa en la agresión, a la vez que dan cuenta, con diversos grados en su crítica, de la situación cubana.

El segundo enfoque reclama el monopolio del enfoque de izquierdas sobre las protestas, y deja poco o ningún espacio a la crítica de la situación nacional.

Ese discurso recuerda un enfoque sobre el colonialismo, para el cual la sociedad nacional apenas existe, ni existen sus contradicciones, sus actores, sus privilegios, sus relaciones de poder. Tal mirada reedita, de alguna manera, el ángulo colonia-metrópoli,  ahora como imperialismo estadounidense vs revolución cubana.

En la historia de América Latina, ese tipo de visiones, positivistas, sobre el proceso de la primera independencia evitaron mostrar a las elites ganadoras internas de la independencia, a la vez que invisibilizaron el papel de los afroamericanos en la independencia, como sucedió con la historiografía liberal colombiana.

Ese enfoque se reclama marxista pero renuncia a claves del marxismo a la hora de analizar Cuba: si antes criticó el enfoque de guerra fría de una zona de las ciencias sociales estadunidenses, que con razón podía calificarse de “castrocentristas” (solo existía Fidel Castro, y la sociedad cubana era un ente silente y subordinado por completo al liderazgo), ahora hace algo muy similar con el “bloqueocentrismo”: todos los conflictos cubanos se explican, empiezan y terminan por el bloqueo y la agresión estadunidense.

Un ejemplo de la necesidad de enfoques comprehensivos y multidimensionales

The grayzone, un medio independiente de los EEUU, propuso un marco de interpretación para entender el fenómeno de la recepción de la canción “Patria y Vida”: el concepto de “imperialismo interseccional”, que supone el uso de políticas de identidad con fines imperialistas, en lo cual identifica a la OTAN jugando un papel destacado. (Este concepto parece tener relación con el de “Neoliberalismo progresista”, de Nancy Fraser)

En ese texto se puede encontrar lo siguiente: En 2009, la USAID inició un programa para provocar un movimiento juvenil contra el gobierno cubano cultivando y promoviendo a artistas locales de hip-hop, de la que fue parte una plataforma de redes sociales tipo Twitter (ZunZuneo) que lanzaba miles de mensajes automatizados promoviendo a raperos cubanos entre la juventud cubana, sin que en ese caso (el dúo Los Aldeanos) estuvieran al tanto.

El senador Patrick Leahy, añade ese texto, se quejó de que “la USAID nunca le informó al Congreso sobre esto y nunca debió estar asociado a algo tan incompetente e imprudente”. Barack Obama presentó su plan para normalizar las relaciones con el gobierno cubano, insistiendo en que Cuba expandiera su acceso al internet.

Sin embargo, ese texto no menciona que hay más datos en esa historia.

En 2012, en el cine Acapulco de la Habana se hizo un concierto, según recoge hasta hoy el sitio Cubasí, con “los más heréticos representantes del hip hop cubano, Raudel de Escuadrón Patriota, Al2, Soandry Hermanos de Causa, Silvito el Libre, Maykel Xtremo, Barbarito el Urbano Vargas y Carlitos Mucha Rima”.

El concierto tuvo lugar en el marco de la XI Bienal de La Habana, como parte de un performance del artista plástico Michel Mirabal. Los raperos mencionados versionaron la canción Créeme, de Vicente Feliú, un ícono de la canción protesta revolucionaria.

 Feliú dijo entonces sobre ese concierto: “Y este concierto crítico, incómodo, audaz, y público y apoyado por las instituciones del Estado, era lo menos que querían quienes están siempre deseosos de encontrar una hendija en las murallas de la cultura cubana, entre cuyos defensores, verbo en alto cual espada reluciente, están los chicos del hip hop que liderearon este concierto, junto a las banderas de la Patria de Michel [Mirabal].”

O sea, según Feliú, la forma de no permitir instrumentalizaciones espurias a esa expresión cultural crítica era darles espacio público.

En ese mismo concierto, Juan Formell, ícono a su vez de la música popular cubana, dijo “…creo en todo esto, pero voy a creer de verdad cuando a estos muchachos los pongan por la radio y la televisión”.

Malena D’Alessio, una estudiosa del movimiento cubano del rap, ha dicho recientemente: “Un fenómeno cultural lógicamente crítico, que en sus inicios planteaba “La revolución dentro de la revolución” como un aporte necesario e irrefutable a cualquier proceso colectivo vital, terminó siendo rechazado y asfixiado por la propia casta política conservadora (cubana). Y con esto no solo lograron poner al rap en la vereda de enfrente, sino que, desde mi humilde opinión, empujaron a cientos de pibes y pibas talentosos a una marginalidad interna que los dejó expuestos a la manipulación y financiación del norte, que no tardó mucho en hacerse presente y tomar lo que se les dejó servido en bandeja.”

Tomo el hecho solo como ejemplo de la necesidad de enfoques multidimensionales sobre el escenario cubano, que reconozcan tanto la actuación injerencista de los EEUU, como las propias dinámicas internas cubanas, en este caso de censura en torno a lo que era uno de los movimientos críticos más auténticos de la sociedad cubana, a la vez que portadores de un discurso antirracista legítimo.

“Esta es la rumba que tienen prohibida”, decía en ese concierto un muy joven Bárbaro El Urbano Vargas, cuyas posiciones actuales sobre Cuba han cambiado desde entonces.

Luego, los enfoques unilaterales, centrados solo en el bloqueo, proponen una comprensión estructural del conflicto, en el que la agencia de los actores cubanos —sea el Estado o la sociedad civil, o cualquier otro— desaparece.

Elementos claves del marxismo para la crítica de una situación, como condiciones sociales, actores y relaciones de poder, lucha de clases, economía política, no comparecen en los análisis “bloqueocéntricos”.

A continuación, me detengo en varios de estos ítems, cuya consideración me parece necesaria para entender la actual circunstancia.

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Del socialismo de Estado a la República socialista. Entrevista con Juan Valdés Paz

Por Harold Bertot Triana y Julio César Guanche

El futuro de la sociedad cubana plantea diferentes hipótesis sobre el rumbo a seguir.

El 11J plantea un antes y un después en muchos campos, pero algunos de sus orígenes y sus causas siguen vigentes hoy en medio de una creciente complejidad social.

Si se tienen en cuenta variables, tendencias, visiones de conjunto, se pueden advertir posibles escenarios y diversas perspectivas de análisis. Entender las características de sociedad cubana actual, la esencia de su modelo político, cómo se comporta demográficamente, cómo es su producción simbólica, cuán diversa es en su realidad, cómo se disputa la ideología, así como comprender que existe una pelea por los propios conceptos y categorías que se utilizan en el lenguaje político, económico y filosófico para explicar el socialismo cubano, y el propio «socialismo», siguen siendo exigencias y urgencias de hoy.

Las preguntas sobre el sistema político y el Estado cubanos son interrogantes que a la vez intentan rastrear las transformaciones que se han sucedido a lo largo de décadas en las relaciones entre este Estado y la sociedad civil, sobre el encogimiento o el alargamiento del aparato estatal en los contornos de la vida económica y política, y cuál es la mejor vía para canalizar y gestionar las demandas y necesidades de la sociedad cubana en general y de su gente en específico.

La serie Voces Cubanas, con la idea de seguir aportando al debate presente de Cuba, conversa hoy con Juan Valdés Paz, sociólogo, integrante del consejo editorial de la revista Pensamiento Crítico y durante dos décadas miembro del Centro de Estudios sobre América. Por la obra de su vida, recibió el Premio Nacional de Ciencias Sociales. Entre otros libros suyos, pueden consultarse La Transición Socialista en Cuba (1993), Procesos Agrarios en Cuba, 1959-1995 (1997), El proceso de organización agraria en Cuba. 1959-2007 (2009)El espacio y el límite. Ensayos sobre el sistema político cubano (2010) y La evolución del poder en la Revolución Cubana (2018), en dos tomos.

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Cuba, su Constitución y el 11j. Más una invitación a compartir

11 de julio de 2021, en la Habana, Cuba. Foto: CNN, en español

Por Manuel David Orrio

Días llevo meditando sobre los sucesos acaecidos en Cuba el pasado 11 de julio (11J). Días entre imágenes fotográficas y de video, algunas nada halagüeñas. Días en consultas a mi brújula, hasta que marcó el rumbo.

Martí, Marx, Lenin. Inspirado en sus magisterios he dedicado mi vida a lo que Graziella Pogolotti denomina el «proyecto socialista cubano», éste vilmente agredido desde décadas atrás por las medidas coercitivas unilaterales de los Estados Unidos de América, hoy arreciadas al extremo de la Inquisición. Medidas, por cierto, «éticamente inaceptables», al decir de un anticomunista probado y confeso como fue Juan Pablo II.

A mi edad, a la vuelta de casi todas las utopías, pero creyente en una Cuba como Estado socialista de Derecho, me aferro como náufrago a una tabla: «Con la Constitución todo; contra la Constitución nada». Sólo con ésta a la mano me atrevo a echar una mirada a las manifestaciones y disturbios del 11J.

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