Ni inmovilismo ni excepcionalidad. Democracia, republicanismo y socialismo en Cuba a diez años del inicio de la reforma.

Foto: Julio César Guanche

 

Por Ailynn Torres Santana y Julio César Guanche

 

Desde aproximadamente 2010 Cuba está inmersa en procesos de cambios profundos. No se emplea la palabra «reforma», pero lo es, y ocurre en múltiples dimensiones. Todas estas transformaciones poseen legitimidades y problemas de cara a las necesidades y condiciones de posibilidad de la sociedad y el Estado socialista.

La consulta popular y posterior aprobación en referéndum de una nueva Constitución de la República (2019) fue un punto de llegada respecto a cambios que ya estaban en proceso y que la nueva norma formalizó. A la vez, abrió un momento de profunda transformación legislativa que está implicando la creación o modificación de más de un centenar de leyes y decretos. La ciudadanía ha buscado intervenir el nuevo orden jurídico por distintas vías y con distintos grados de éxito.

En el plano económico, la reforma —más audible a nivel internacional— ha sido largamente planificada y publicitada a través de documentos oficiales. Una década después, sigue en curso, con nuevos contenidos. Al respecto, existieron grandes dilaciones y malas decisiones económicas, algunas de las cuales, más que corregir distorsiones, las han reproducido. Los cambios de ese orden exhibieron problemas para enfrentar temas cruciales, como el empobrecimiento y la desigualdad, persistentes y crecientes en el país desde los años 1990.

La reforma económica ha tenido que desarrollarse en un contexto de cambios en la relación con los Estados Unidos. Si bien el «deshielo» de 2017 dibujó una mejora del escenario, bajo el mandato de Donald Trump regresó el ambiente de hostilidad y el progresivo recrudecimiento de las sanciones que afirman el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba. El hecho ha contribuido al agravamiento de la crisis económica nacional.

Por su parte, agendas, actores y dinámicas de la sociedad civil registran modificaciones; se amplían las esferas públicas y aumenta la capacidad ciudadana de interpelar, impugnar y negociar con la política institucional. Con toda claridad, esos procesos se conectan con agendas globales y regionales: feministasantirracistasanimalistasgremialesreligiosastípicamente políticas, etc. Los registros ideológicos que encarnan son diversos y no necesariamente pertenecen al espectro de las izquierdas que, a su vez, es heterogéneo a su interior.

El conjunto afirma dos hechos. De una parte, desmiente cualquier tesis de «inmovilismo» dentro del país. De otra, cuestiona la excepcionalidad que se atribuye a la realidad cubana dentro de los análisis latinoamericanos. Por el contrario, son evidentes flujos y correlaciones con otros contextos. Su identificación permite auscultar mejor el ya largo proceso de transformaciones que, a inicios de 2021, se profundiza y arroja preguntas sobre el futuro de la nación y su ciudadanía.

Aquí miramos la reforma cubana a través de cuatro lentes: 1) la reorganización del sistema socioeconómico; 2) los cambios relacionados con la representación política, la cualidad del servicio público de los representantes y las (im)posibilidades de control ciudadano; 3) las transformaciones en el orden de la relación entre ley y derecho, el procesamiento democrático de los mismos y la búsqueda de garantías institucionales para ellos; 4) los conflictos de cara al ejercicio de la participación ciudadana y la sociedad civil. Seguir leyendo «Ni inmovilismo ni excepcionalidad. Democracia, republicanismo y socialismo en Cuba a diez años del inicio de la reforma.»

Hablaré de Julio Antonio Fernández Estrada

Julio Antonio Fernández Estrada. Al fondo, un retrato de su padre, el jurista Julio Fernández Bulté. Foto: Julio César Guanche

 

Por Ariel Dacal Díaz

Mi comprensión sobre el socialismo se ha ensanchado, en buena medida, gracias a este amigo entrañable.
Ajustar mi parecer y sentir acerca del socialismo es un desafío constante, al asumir su  tenso carácter dual de utopía y crudeza política.
Es cierto, dije que hablaré de Julio Antonio Fernández Estrada, pero es que hacerlo, aquí y ahora, implica hablar sobre el socialismo.
La política, más bien los muchos términos en que se manifiesta, requiere de adjetivos que la contextualicen, la maticen, la especifiquen.
El socialismo, grueso término de la política actual, requiere, entonces, de permanente adjetivación. Esta es una de las atenciones más interesantes que presta Julio Antonio a este asunto. Seguir leyendo «Hablaré de Julio Antonio Fernández Estrada»

Elecciones en Cuba: necesidades más allá de los números

Por Julio César Guanche

El pasado 26 de noviembre se celebraron elecciones parciales en Cuba. Como parte del proceso, en abril próximo tendrán lugar comicios generales. Para entonces, el país tendrá por primera vez en casi sesenta años al frente a un cubano (es más improbable que sea una cubana) distinto a Fidel y Raúl, si se mantiene el anuncio hecho por este último de no continuar en el máximo cargo estatal.

Con vistas a las recientes votaciones, se había previsto la promulgación de una nueva ley electoral, de la cual aún no se tienen noticias. (Sucede lo mismo con la reforma constitucional, anunciada desde 2011.) Comentaristas señalaron que los índices de abstencionismo, votos anulados y votos en blanco, que suman 19,17 % (1,562,731 de electores) rompen explícitamente con la tesis del “apoyo unánime”. Otros compararon esas cifras con el abstencionismo reciente de Chile (53 %,) y Colombia (62 %), y concluyeron que eran muestra de la “fortaleza de la revolución”.

La “guerra de cifras” no es nueva ni será este su último episodio. Aquí no eludo los datos, al tiempo que priorizo cuestiones que los números no muestran. Comento cómo el sistema electoral no genera consecuencias densas para dos problemas: no valoriza el voto como parte de un proceso de participación cívica y legitimidad constitucional, lo que es contradictorio con una larga tradición cubana al respecto, y que las elecciones no se vinculan con la toma de decisiones económicas, lo que desconoce la relación fundamental entre propiedad y libertad.
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Problemas de la “nueva Cuba”. Clase, raza y construcción nacional hacia 1940

Esta conferencia aborda el campo político que produjo en Cuba la Constitución de 1940. Explica la economía política puesta en debate por esa Constitución y la política cultural que animó sus contenidos. Analiza temas de clase social (a través del debate sobre la moratoria de las deudas hipotecarias de los 1930) y de raza(mediante el estudio de la “cubanidad” y el “afrocubanismo”). Especifica cómo, hacia 1940, fue elaborado un nuevo campo de legitimidad —respecto a la república oligárquica previa a 1930— basado en la reforma de la relación estado-economía-sociedad y en la reelaboración del nacionalismo. El argumento identifica a los actores y a los intereses implicados en el proceso, reconstruye sus respectivos repertorios de ideas y prácticas y muestra las inclusiones y las exclusiones operadas en ese campo político.

(Gracias a Claudio Pélaez Sordo por la realización —en modo fraternal— del video. “Por razones ajenas a nuestra voluntad”, no aparece el debate completo. Además de los que aquí aparecen, también intervinieron, entre otros, Roberto Zurbano.)

Julio César Guanche
23 de noviembre 2016, ICIC Juan Marinello, La Habana, Cuba.
Link del video: https://youtu.be/ks6e4QrFI0U
Blog personal: https://jcguanche.wordpress.com/

República y derechos: “A quien merme un derecho, córtesele la mano”. Introducción a un dossier

Obra de Duvier del Dago de la serie “La Historia es de quien la cuenta”. Tinta y acuarela sobre cartulina 100 x 70 cm 2015. La obra se reproduce con autorización del artista, y de su Estudio.

 

Por Julio Cesar Guanche

El dossier que Cuba Posible presenta ahora es continuación de otro conjunto de textos, recientemente publicado. Al enfoque elaborado allí sobre el republicanismo, el socialismo y la democracia remitimos el prisma general que recorre estos nuevos artículos. Ahora el tema se centra en los derechos: se analizan diversos tópicos, y se piensa a Cuba, lo que existe y lo que hace falta, en relación con realidades y regulaciones que experimentan los derechos en América Latina y el mundo.

El enfoque común es el de la progresividad y la interdependencia: no es posible legítimamente renunciar a, o prohibir, un derecho ya alcanzado, y, aunque es posible distinguir entre diversos tipos de derechos (con características propias y diferenciadas) su expansión, desarrollo y garantía necesitan un enfoque que los relacione entre sí, pues la protección de unos depende del ejercicio de los otros.

La necesidad de asumir un enfoque interdependiente de los derechos ha ganado consenso normativo en las últimas décadas, sobre todo entre sectores progresistas y revolucionarios. En ello, es destacable el trabajo deNancy Fraser, que cuestiona la “mitología cultural” que desvaloriza la ciudadanía social en Estados Unidos, que se maneja en términos de “contrato” y de “caridad”, y no de solidaridad e interdependencia. En similar sentido, Joy Gordon ha asegurado: “Esto —se refiere aquí a los derechos civiles y políticos— nos resulta bastante familiar a nosotros en Estados Unidos. Menos lo son los derechos de “segunda generación”, que son socioeconómicos: el derecho al trabajo, a un pago justo, a alimentación, vivienda y ropa, a la educación, etc.”Para esta autora, “el concepto de derechos humanos, que resulta tan familiar, es en realidad bien singular e incoherente, y (…) tras esa singularidad subyace una estructura profundamente política y una historia de utilizaciones políticas.”

Otra corriente, historiográfica, ha reconstruido cómo en el pasado las luchas populares no separaron un tipo de derechos de otros. E. P. Thompson impugnó la idea de la “separación” entre economía y política, y de la “consecuente”separación entre los derechos “respectivos” y “propios” de estos ámbitos: “Detrás de unciclo comercial hay una estructura de relaciones sociales qu eprotegen ciertos tipos de expropiación (renta, interés,ganancia) y proscriben algunos otros (robo, deudas feudales), legitimando algunostiposdeconflicto (competencia, guerra armada) e inhibiendo otros (sindicalismo, motines por hambre, organizaciones políticas populares)”. En similar horizonte, Peter Linebaugh ha fundamentado, desde la Inglaterra de la Carta Magna, cómo se asociaron las demandas “desde abajo” por derechos políticos (como el habeas corpus) al mismo tiempo que por derechos sociales (como el mantenimiento de los bosques comunales, para garantizar acceso común a sus recursos). Charles Tilly, desde otro ángulo, demostró algo similar respondiendo a la pregunta: “¿de dónde vienen los derechos?”. Seguir leyendo «República y derechos: “A quien merme un derecho, córtesele la mano”. Introducción a un dossier»

República y socialismo, aquí y ahora: introducción a un dossier

 

En la imagen, una alegoría de la república cubana, por Conrado Massaguer (La imagen ha sido trabajada por Danislady Mazorra para su blog Alegoría cubana)

En la imagen, una alegoría de la república cubana, por Conrado Massaguer (La imagen ha sido trabajada por Danislady Mazorra para su blog Alegoría cubana)

 

Por Julio César Guanche

Hoy el significado del republicanismo está en disputa desde casi todos los costados del espectro político. El concepto cuenta con una tradición milenaria habitualmente asociada a principios como el autogobierno colectivo, las virtudes cívicas y la participación política de la ciudadanía. Amén de tan noble contenido, el interior de su historia cuenta con enconadas luchas entre versiones oligárquicas y democráticas del republicanismo. En el mundo actual, un número muy amplio de países cuenta con regímenes formalmente republicanos, pero se escribe sobre, y se lucha por, la república democrática desde hace 2500 años.

La lucha por la república democrática no ha sido nunca un asunto exclusivamente europeo. En 1797, en el puerto venezolano de la Guaira, varios esclavizados fueron detenidos por cantar “La Marsellesa”. Un testimonio cuenta que “un esclavito confesó que era cierto que iba cantando las coplas, y nos cantó… advirtiendo que todas las demás que sabe tienen por estribillo el ´viva la República, viva la libertad, viva la igualdad´”. C. R. L. James, primero,y, luego, Paul Gilroy, han mostrado a la Revolución haitiana como “la radicalización republicana del liberalismo atlántico”.

En ese camino, James recogió esta estampa de los “jacobinos negros”: “Los oficiales de diferente color rechazaban las invitaciones a un grupo en particular, como buenos republicanos, se negaban a agachar la cabeza o hacer reverencias ante el marqués español, a quien sacaba de quicio la impertinencia de estos negros.”

En el siglo xix, fueron repúblicas los estados emergentes de la independencia en América Latina. Engels vio en la Comuna de París la forma de la república democrática, hecho que antes Marx había visto, a su vez, de este modo: “El gran mérito de este movimiento (el cooperativismo) consiste en mostrar que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital, sistema despótico que lleva al pauperismo, puede ser sustituido con un sistema republicano y bienhechor de asociación de productores libres e iguales.”

Por la Comuna!

Por la Comuna!

La “república con todos y para el bien de todos” no fue solo el anhelo y el fin de la guerra revolucionaria organizada por José Martí. Céspedes entendió que el levantamiento independentista era el “solemne compromiso de consumar su independencia (la de Cuba) o perecer en la demanda: en el acto de darse un gobierno democrático, el de ser republicana”. Desde las doctrinas socialistas de la época, Diego Vicente Tejera afirmó que Cuba necesitaba “principalmente mucha libertad y mucha justicia, mucha justicia, para que completemos nuestro lema republicano, puesto que justicia es igualdad, e igualdad es fraternidad”. Seguir leyendo «República y socialismo, aquí y ahora: introducción a un dossier»

Docencia, decencia y socialismo en la universidad cubana

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Ariel Dacal Díaz

Hace varios días rueda por las “redes sociales” la información y comentarios sobre el hecho de que, a Julio Antonio Fernández Estrada, jurista, profesor universitario y socialista confeso, no le actualizaron su contrato como profesor en la Universidad de la Habana. Varias son las razones y los supuestos que sobre este particular se conocen, entre ellas la publicación de un artículo titulado “No quiero saber nada de los industriales ni de Obama”.

Como sucede con cualquier dato o acontecimiento nacional, este permite encausar el permanente debate sobre la realidad cubana, sus tensiones, desafíos y alcances. Otra oportunidad para mirar algunos elementos de nuestra realidad compleja, diversa, llena de matices y aparentemente inabarcable. Con este fin convido a un grupo de personas, sobre todo del mundo de las ciencias sociales y el activismo en la vida pública, y de clara sensibilidad con el proyecto de justicia social y soberanía en Cuba, a comentar alrededor de un par de preguntas sobre Julio Antonio en particular y sobre algunos significados de su salida de la Universidad en general.

¿Cuál ha sido su acercamiento a Julio Antonio Fernández Estrada y a los contenidos generales de los textos recientemente publicados en su columna de OnCuba?

Juan Valdés Paz: Conozco al “joven” (como los de ochenta llamamos a los de cuarenta) Julio Antonio Fernández Estrada, hace más de una década. Lo primero a decir de Julio Antonio es que es una persona decente y que no conozco nada de él que no sea recto, lúcido y comprometido con los ideales de la Revolución. Lo segundo, que Julio Antonio es uno de los más brillantes intelectuales de su generación, con un estilo profundo y mordaz, como corresponde a un buen senequista. Tercero, que es uno de nuestros más destacados juristas, Catedrático de Derecho Constitucional y Romano, profesor universitario por más de veinte años, siempre elegido por el alumnado de la Facultad como el mejor de sus profesores. Cuarto, que Julio Antonio ha sido un trabajador de la Universidad de La Habana desde su graduación, pero esta Alta Casa de Estudios se ha venido deshaciendo de su magisterio gradualmente, no obstante, la solidaridad de algunos de sus colegas, hasta que recientemente le fue rescindido o no renovado su contrato, rompiendo así su último vínculo con la Universidad y sin que importen muchos los argumentos utilizados al efecto puesto que a una persona decente no se le deja sin trabajo. Quinto, que en cuanto a sus escritos en OnCuba me parece fuera de discusión su derecho a ejercer sus opiniones, puesto que de eso se trata; en todos los trabajos de Julio Antonio que conozco, sus críticas han estado acompañadas siempre de un fondo ético y político, inobjetables, pero en todo caso, dignos de ser debatidos y nunca penalizados.

Mylai Burgos: Entré a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana en 1993, por la misma puerta que Julio Antonio, nos separaban aulas, personas y un poco más. Épocas repletas de escaseces donde sobrevivíamos de la inventiva y agarrados a la historia para seguir activismos estudiantiles de antaño. Julio y yo nos conocíamos, pero nos replicábamos entre la introversión de uno y la extroversión propia, estuvimos cerca y también lejos muchas veces. Pero la vida desdeña lo superfluo y une la honestidad para asentar la amistad. Por eso algunos años después empezamos a caminar juntos pensares y quehaceres, tan juntos que el sendero se ha vuelto un andar mutuo.

Compartir sus palabras ha sido uno de los motivos de esos andares, pero hace un tiempo tuvieron un repunte al saltar a las redes sociales pequeños textos temáticos de su sentir, que es el sentir de muchos y muchas. Hablar de la coyuntura política, del barrio, de las expectativas truncas, de la discriminación, de la democracia, de la república, de la constitución, de ese derecho que estudiamos con su padre, nuestro maestro excelso, donde la libertad no existe sin igualdad, y la justicia fraterniza con la política, hablar y poner sobre la mesa con prosa poética lo que a muchos nos golpea el alma, desde la isla y por ella, es lo que ha sucedido en los últimos meses con sus textos en el mundo virtual.

Mi acercamiento no es nuevo, van conmigo en sus reflexiones lo que nos duele y nos mueve por el presente y el futuro de Cuba.

Aurelio Alonso:  Si hablamos de “acercamiento” tendría que empezar por decir que estoy cerca de Julito desde antes de que naciera debido a la estrecha amistad que tuve con Fernández Bulté desde los años sesenta, cuando nos iniciábamos en la compleja tarea de la docencia desde perspectivas teóricas a las cuales la Universidad había sido adversa hasta el triunfo de la Revolución. Vi crecer a Julio Antonio, y formar su inteligencia, entre la estampa cultural ideológicamente comprometida de su padre y la ternura de su entrañable madre. Lo recuerdo, todavía estudiante de Derecho, en una de las conversaciones sobre temas polémicos que Julio y yo solíamos sostener cuando le visitaba, pronunciarse contra la pena de muerte con argumentos tan sólidos que me impresionaron por su madurez. Me atrevo a caracterizarlo hoy como uno de los estudiosos más serios de su generación. Sus trabajos recientes en On Cuba reflejan, como todo lo que he leído de él, esa correspondencia del compromiso con el ideal socialista y la indispensable originalidad de pensamiento, que no puede ser digerida desde los extremos, pero termina por abrirse paso cuando mantiene su curso y se logra profundizar con coherencia.

Israel Rojas:  A día de hoy la circulación de ideas en la red cubana es mayor que nunca y es imposible estar al tanto de todo. A veces siento que se ha pasado bien pronto del murmullo por escasez de voces a una etapa de mucho ruido e incapacidad de asimilar tanto.   Seguir leyendo «Docencia, decencia y socialismo en la universidad cubana»

El socialismo, la república, la libertad y la justicia en Cuba

Representación crítica de Cuba independiente y republicana

En la imagen, la voz de los enemigos de la independencia de Cuba y de la conquista de su República.

 

Diego Vicente Tejera (fundador del socialismo cubano) en 1897:

“Y es que la hora, que pronto ha de sonar, será solemne y decisiva. Libre Cuba al fin, concretada la patria, va el pueblo cubano a verse en frente de un desquiciamiento universal. Todo ha caído, todo ha tenido que caer: instituciones, leyes, costumbres, toda la antigua manera de vivir y de pensar, la riqueza, la industria y —arrastrado por el cataclismo—hasta el hogar material, y con él la familia y la ventura. Todo yace allí en pavoroso hacinamiento, testimonio —por su pesadumbre—de la dureza de España, que levantó aquella máquina opresora, y del esfuerzo heroico del cubano, que ha sabido echarla a tierra: porque aquel montón de escombros es la colonia derribada. El espectáculo será terrible, pero no desconsolador. El cubano, orgulloso de lo que supo hacer, cobrará fresco aliento para acometer la segunda parte de su obra. Porque no destruyó sino para reconstruir. De aquella informe ruina hay que sacar a luz una Cuba nueva, en que haya todo aquello de que careció y por cuya posesión suspiró la antigua Cuba, principalmente mucha libertad y mucha justicia —mucha justicia, para que completemos nuestro lema republicano, puesto que justicia es igualdad, e igualdad es fraternidad. La obra será magna, y para que sea también hermosa y buena, será indispensable que todos los cubanos —todos—pongan su mano en ella, que todos le infundan su espíritu, que todos encarnen en ella sus aspiraciones. Mal empezaría nuestra nueva vida de justicia y libertad, si privado del abrigo de nuestras instituciones, quedase expuesto a morir en la intemperie un solo anhelo legítimo, un simple sueño noble y generoso.”

En la imagen, la voz de los enemigos de la independencia de Cuba y de la conquista de su República. Es negra y mísera, como el futuro que les esperaría, según esta voz, a una Cuba independiente,  republicana y democrática.

Martí y Maceo, y muchos otros, replicaron en extenso el dicurso codificado en esa imagen. Por ejemplo, decía Maceo: “Tendréis derechos sociales si sois gobernados por la voluntad cubana, que será la vuestra. Donde la voluntad de los hombres —de los hombres blancos, de los hombres negros—, es libre y eficaz, todos los conflictos han tomado el camino de la superación. España es el obstáculo para la democracia, para la voluntad de todos, para la voluntad de los negros. Con ella en Cuba, seguirá el negro sin voz ni voluntad. Echar España es cosa dura y riesgosa que no permite desviaderos. Todos los esfuerzos deben unirse para echarla como para derrotarla en bien del negro cubano.”