Alfredo Guevara: No es fácil la herejía. Un perfil a varias voces (IV y final)

Alfredo Guevara. Foto: Kaloian Santos.

Por Julio César Guanche

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Este dossier, que aquí termina, coloca a Guevara, con la responsabilidad propia de la honestidad intelectual, en la conversación que necesitamos sobre la renovación del socialismo en Cuba, algo que de modo casi “obsesivo” ocupó en particular los últimos años de su vida: un tema que defendió siempre como un programa conjunto de “libertad, justicia y belleza”. En medio de esas disputas, el dossier hace suya la frase del historiador francés Pierre Nora: “Ha sido lanzada la orden de recordar, pero me corresponde a mí recordar y soy yo quien recuerda.” 

En esta entrega intervienen el crítico de cine Gustavo Arcos Fernández-Brito, el cineasta Esteban Insausti, el jurista y profesor René Fidel González García, la filósofa y politóloga francesa Janette Habel, los periodistas Darío Alejandro Escobar y Raúl Garcés Corra, la traductora Margarita Alarcón Perea y la programadora de cine, en el FINCL, Elvira Rosell.

…esa creencia del poder transformador del cine, hizo que algunas cosas se trocaran en ese camino y hay gestos que no debemos pasar por alto.  Gustavo Arcos Fernández-Brito.

La vorágine de acontecimientos que acompañaron a la Revolución en sus primeros años solo puede ser entendida, si acaso, por aquellos que la vivieron. Suele decirse que la memoria es selectiva y, por tanto, traicionera. ¿Hasta dónde puede ser confiable un testimonio? ¿Qué certezas nos trasmiten los artículos o fotos de la prensa? ¿Qué hay detrás de la gran Historia que cuentan los libros? ¿Qué imágenes quedaron fuera del cuadro fílmico?

Se nos ha invitado a recorrer algunos de esos momentos iniciales, especialmente los vividos por Alfredo Guevara y su vasta obra detrás del ICAIC o la cultura cubana.

Pienso entonces en lo subjetivo que puede ser todo, en cómo cada uno se aferra a ciertos acontecimientos y gestos que nos colocan en zona de confort. Imagino al hombre que, desde sus estudios universitarios, se siente fascinado por la personalidad del líder que llevaría adelante esa revolución.

Una cercanía y fidelidad que le será devuelta cuando integra más tarde, el selecto núcleo de pensamiento que diseña las primeras leyes de la nueva Cuba. Es el instante en que mientras se discute, qué hacer con los bancos, la tierra, el ejército, las industrias, el comercio y tantas cosas vitales, encuentra tiempo para escribir una ley de cine que, curiosamente, es firmada antes que las otras. Y uno entonces tiene que preguntarse por qué es tan importante ese arte, cuando tienes delante otras cuestiones de mayor urgencia.

Creo que Alfredo convenció a todos de que no hay mejor aliado de una revolución que su imagen. Las acciones son relevantes, pero su alcance puede ser local, circunstancial. Las imágenes, por el contrario, tienen un poder extraordinario, reproducen un fenómeno, pero también lo idealizan, trabajan sobre mitos y crean algunos nuevos. Manipulan, denuncian, reflejan, sensibilizan, y especialmente en aquellos convulsos años 60, muchos vivían convencidos de que un filme podía cambiar el mundo.

Un recorrido por varios de los festivales más importantes de entonces (Italia, Francia, Chile) encontrará a Alfredo Guevara, a Julio García Espinosa y a Tomás Gutiérrez Alea enfrentados a otros cineastas, en un debate sobre el rol del artista en medio de un proceso de transformaciones sociales. ¿Por qué debemos hacer cine? ¿A quiénes van dirigidas nuestras películas? El cine era un arte, pero debía ser antes que todo, activismo. Mirar la sociedad para confrontarla. 

Quizás esa propia pasión, esa creencia del poder transformador del cine, hizo que algunas cosas se trocaran en ese camino y hay gestos que no debemos pasar por alto.

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Alfredo Guevara: No es fácil la herejía. Un perfil a varias voces (III)

Alfredo Guevara, en Praga (1960).

 

Por Julio César Guanche

Este dossier coloca a Guevara, con la responsabilidad propia de la honestidad intelectual, en la conversación que necesitamos sobre la renovación del socialismo en Cuba, algo que de modo casi “obsesivo” ocupó en particular los últimos años de su vida: un tema que defendió siempre como un programa conjunto de “libertad, justicia y belleza”. En medio de esas disputas, el dossier hace suya la frase del historiador francés Pierre Nora: “Ha sido lanzada la orden de recordar, pero me corresponde a mí recordar y soy yo quien recuerda.” 

En esta entrega, la tercera de la serie, intervienen el ex diplomático Raúl Roa Kourí, el crítico de arte e historiador Rafael Acosta de Arriba, el productor de cine chileno Sergio Trabucco Ponce, el economista Julio Carranza, la cineasta (chilena, radicada en Francia) Carmen Castillo, el periodista Leandro Estupiñán y la socióloga Diosnara Ortega.

Alfredo Guevara. Foto Kaloian.

…el arte era revolucionario (no en la acepción política) o no era arte, así de simple. Rafael Acosta de Arriba

Creo que lo primero que habría que mencionar ante un tópico tan vasto (y con tan breve espacio para responder), es la formación de Alfredo.

Su cultura y su concepto de ella, que, obviamente, son dos cosas diferentes, tuvieron un origen común, la formación en los clásicos latinos. Él fue, por tanto, un humanista de origen. Después, siguió nutriendo esa vasta y espesa cultura personal que acumuló cada día de su vida, sumergiéndose en los clásicos del marxismo y en el pensamiento de San Agustín.

No despreció lecturas de origen religioso y filosófico en sentido general y leyó todo cuanto pudo. El surrealismo le fue muy cercano, probablemente impulsado por Luis Buñuel (con quien tuvo una relación de trabajo y amistad), por autores franceses y por Wifredo Lam, antiguo militante de ese movimiento estético.

También había metabolizado a pensadores cubanos fundamentales como Félix Varela, José Antonio Saco y José Martí, entre otros. Su visión del mundo contemporáneo no era libresca, sino de una puesta al día permanente, propia de una energía de dinamo que le hacía vivir el presente con avidez. Hombre de convicciones sólidas, pero a la vez abierto a lo novedoso del mundo de las ideas, Alfredo fue antidogmático, soñador y polemista.

Lector intenso y extensivo, su biblioteca personal estaba muy bien surtida y era impresionante la variedad de tendencias, autores y temas que la conformaban. Cuando los libros rebasaban el espacio físico disponible, esos títulos pasaban directamente a la biblioteca del ICAIC, perteneciente al Centro de Información Cinematográfica “Saúl Yelín”.

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Alfredo Guevara: No es fácil la herejía. Un perfil a varias voces

Alfredo Guevara y Michelangelo Antonioni. (Septiembre de 1959)

Por Julio César Guanche

Alfredo Guevara es uno de los principales ideólogos de la cultura del socialismo en Cuba y América latina. Por lo mismo, fue un singular formulador de políticas culturales para su país y la región. Sus ideas sobre cuál debe ser la relación entre los intelectuales y la política, y entre la política y la cultura, lo diferenciaron de otras tendencias sostenidas en el campo cultural cubano y global del mismo lapso, en contra de la “mortaja” del estalinismo y a favor de la autenticidad crítica del pensamiento propio a la vez que universal.

Guevara sintetiza una cuestión básica para las filosofías revolucionarias: cómo construir y defender un proyecto común desde la afirmación de la radical individualidad, cómo hacer compatibles la libertad con la justicia, y cómo defender la cultura revolucionaria como herejía sistemática. Como muy pocas figuras de la Revolución, él mismo fue un puente en la relación entre la herejía del poder—la herejía que está en el poder y que es aún el poder mismo —, y el status quo revolucionario, al momento que deja de ser la ruptura el elemento fundamental y un nuevo orden se instituye.

El dossier que hoy presentamos en OnCuba es un homenaje analítico a Alfredo Guevara Valdés (1925-2013). El conjunto de textos va a contracorriente de las celebraciones de aniversarios “cerrados” o de la cita que aplique a algún evento puntual. Busca algo más general:  recordarnos que el presente no va de salto en salto, de aniversario en aniversario, sino que es una corriente que resume en su contemporaneidad historia y presente. Como decía el propio Guevara, la actualidad no es solo el presente: el presente es lo actuante, lo que es capaz de ofrecer alternativas desde el pasado para pensar las opciones de futuro.

Una necesidad del presente nacional es producir diálogos colectivos, conversaciones horizontales, debates que organicen la torre de babel de los lenguajes y las expectativas que se multiplican en el país. Este dossier ha preferido testimoniar y a la vez interpretar a Guevara, desde una multiplicidad de voces que son capaces de mostrar diferencias a la par que producir coincidencias.

Hemos convocado a cerca de una veintena de intelectuales con conocimiento directo de la vida y obra de Guevara para pensar varios temas centrales en sus desempeños: los por qués de la idea del “cine es un arte”, el concepto de cultura, la noción del socialismo, las necesidades del debate público cubano y cómo procesar la diferencia generacional, entre otros. El dossier invita a cuestionarse, desde el legado de Guevara, los problemas que hoy existen entre intelectuales y artistas y el poder, y los dilemas que experimenta el poder respecto al proyecto.[1]

Abre la serie un texto de Ignacio Ramonet, periodista y escritor, profundo conocedor de la biografía de Guevara, y le siguen otros dos escritos a muchas voces que presentan un mosaico de puntos de vista, en el cual la voz prima, el centro de gravedad, es dar testimonio sobre Guevara y reflexionar sobre la manera en que enfrentó problemas que son de su tiempo y el nuestro, sin obviar las carencias que él mismo reprodujo al hacerlo.

Este dossier no participa de ninguna nostalgia ni propone melancolías sobre alguna “edad dorada”. Sí participa de la disputa por la memoria de la Cuba de hoy y de mañana, por las apropiaciones que se intentan de su pensamiento por parte de corrientes que él mismo rechazó de modo expreso.

En ello, el dossier coloca a Guevara, con la responsabilidad propia de la honestidad intelectual, en la conversación que necesitamos sobre la renovación del socialismo en Cuba, algo que de modo casi “obsesivo” ocupó en particular los últimos años de su vida: un tema que defendió siempre como un programa conjunto de “libertad, justicia y belleza”. En medio de esas disputas, el dossier hace suya la frase del historiador francés Pierre Nora: “Ha sido lanzada la orden de recordar, pero me corresponde a mí recordar y soy yo quien recuerda.”  

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No idealizo el diálogo, pero es indispensable

Por Manuel Pérez Paredes

Compañero Rector de la Universidad de las Artes, compañeros, compañeras, amigos, amigas:

Agradezco el reconocimiento que recibo de las autoridades de la Universidad de las Artes, también las palabras de mi amigo Víctor y la presencia de los que han venido a acompañarme esta tarde.

No esperaba alcanzar la condición que hoy se me ha otorgado. Hace poco más de cinco años recibí el Premio Nacional de Cine y con él consideré que alcanzaba la más alta distinción y estímulo a la que podía aspirar como balance de mi trabajo. Pero la vida te da sorpresas, ésta es una. De las que comprometen aún más.

Ojalá la salud, la capacidad intelectual y creativa, más la paciencia, me permitan seguir trabajando unos cuantos años más. Siempre con la ayuda solidaria de amigos y compañeros.

Quiero dejar constancia, dadas las características de la creación cinematográfica, que en un momento como éste recuerdo con mucho afecto a los que, desde sus especialidades creativas y de muy diversas formas, me han ayudado con su colaboración en mi quehacer como cineasta a lo largo de casi medio siglo. Imposible hacer la lista y mencionarlos, no es corta; el tiempo pasa, unos cuantos ya no están y a ellos va mi recuerdo con especial cariño.

Quisiera ahora, brevemente, expresarles algunas ideas que ocupan parte de mis preocupaciones actuales, las que considero inseparables de este momento en el que se entrelaza el reconocimiento que recibo con mi cotidiana vida laboral y ciudadana. Repetiré párrafos, con algunos ajustes, de mis palabras cuando recibí el Premio Nacional de Cine en el 2013, y los actualizaré con algunos agregados. Son parte de mis angustias de estos tiempos.

Las tres generaciones de cineastas y creadores audiovisuales que en estos momentos convivimos en el quehacer del cine cubano nos hemos formado humana, política y profesionalmente en circunstancias muy diversas.  De acuerdo a las edades hemos estado presentes o ausentes en etapas, acontecimientos y experiencias cardinales, o nos ha tocado vivirlas a diferentes edades, por tanto no han sido metabolizadas de idéntica forma.  Esto garantiza una pluralidad, bien compleja y polémica, de puntos de vista sobre el cine, la realidad de hoy, la política, la ideología y el futuro al que aspiramos. Cada uno de nosotros tiene metas personales y desafíos artísticos y éticos entrelazados con el grado de compromiso social y político que ha asumido con la Cuba en que vivimos y con este momento en especial”. Seguir leyendo «No idealizo el diálogo, pero es indispensable»

Un concepto de la cultura sesgado y discriminatorio

Alicia Rodríguez Alvisa, from the series Pulling, 2016

A propósito de la entrevista de Alina Estévez con motivo del Decreto 349, publicada en Granma

Por Anamely Ramos González

“…el Caribe no es un mundo apocalíptico. La noción del apocalipsis no ocupa un espacio importante de su cultura. Las opciones de crimen y castigo, de todo o nada, de patria o muerte, de a favor o en contra, de querer es poder, de honor o sangre, tienen poco que ver con la cultura del Caribe; se trata de proposiciones ideológicas articuladas en Europa que el Caribe sólo comparte en términos declamatorios, mejor, en términos de primera lectura.” La isla que se repite. Antonio Benítez Rojo

La primera cuestión que salta a la vista en el artículo del Granma, y que ya he observado en otras ocasiones al escuchar argumentos pro decreto 349, es lo complicado que resulta explicar para quién es y para quién no es el decreto en cuestión.

La explicación es siempre tan larga y con tantos pliegues que enseguida surge la duda de por qué no fue redactado de otra manera, más concreta, más cercana a sus objetos o sujetos de aplicación. Incluso algunos de esos “no es para…” parecen contradecir otros, de tal manera que se hace difícil comprender a primera vista y al final queda una incómoda sensación de ambigüedad.

Es por esto que las normas complementarias que están siendo redactadas tendrán que ser exhaustivas e incluso podrían contradecir el propio decreto, en aras de enmendar su carácter totalizador. Es un contrasentido. Seguir leyendo «Un concepto de la cultura sesgado y discriminatorio»

La libertad, la emancipación y la Cultura Cubana

Foto: Cirenaica Moreira. 1. Fuera de lugar, de la serie Sin torres ni abedules (terminada 2012), escultura en fibra de vidrio, madera y textil, dimensiones variables (Cortesía para La Cosa)

 Los hombres que adaptan su verdadero deseo a las formas existentes de la sociedad se parecen a un ser que ha recibido alas para volar y que las usa para caminar mejor.

León Tolstoi.

 

Por Enrique (Kiki) Álvarez.

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¿Qué es la libertad? Cuando yo era niño en mi casa no había televisión y el único entretenimiento que tenía la familia era la radio; recuerdo a mi madre escuchando novelas y a mi padre una emisora en la que Cuba era definida como el primer territorio libre de América. Un día, tendría yo cinco o seis años, le pregunté a mi padre qué cosa era un territorio libre y él, tras un largo silencio, se sonrío y me dijo: un territorio libre es algo así como tu cuarto, un espacio con límites dentro del cual puedes hacer lo que no puedes hacer en el resto de la casa… dibujar las paredes, por ejemplo.

Lo que mi padre quiso decirme entonces, y ahora me lo puedo explicar, es que la libertad tiene que ver con el espacio en el que uno puede actuar y expresarse sin afectar la sensibilidad o la integridad de los otros; un territorio libre comprende un adentro, un afuera y las relaciones dialécticas entre los sujetos que lo habitan y con esos otros espacios que lo rodean y definen sus circunstancias: la del territorio y la de los sujetos que accionan sus deseos de emancipación dentro de él.

No se es libre por definición, ni por voluntad, ni por decreto. La libertad es un ejercicio, una praxis dialéctica, un movimiento, una proyección ideal. Ser libre es ejercer la habilidad de relacionarte con todo lo que puede viabilizar o condicionar tu vida. Supone el reconocimiento de los límites en los que puedes moverte libremente y aprender a emanciparte dentro de ellos sabiendo que la única posibilidad de ensanchar ese territorio es actuando sobre los enunciados que lo determinan. Seguir leyendo «La libertad, la emancipación y la Cultura Cubana»

Pablo Pacheco López y la persistencia de la cultura rebelde

Pablo Pacheco

Pablo Pacheco

(Ha muerto, tambien, Pablo Pacheco. Para él toda mi admiración y todo mi afecto. Tuve el privilegio de su amistad, y de su sabiduría. Los buenos cubanos sabrán recordarlo en toda su dimensión. Pienso en Pacheco cuando imagino a un hombre completo. Amigo, compañero y ecobio, como él decía. Un revolucionario de verdad.)

Por Néstor Kohan

Cuando falleció Antonio Gramsci y pudieron recuperarse, por fin, sus célebres Cuadernos de la cárcel se tejieron mil anécdotas, un millón de análisis e incontables estudios sobre las lecturas del brillante pensador marxista. Pero tuvieron que pasar muchos, quizás demasiados años, para investigar: ¿Cómo obtuvo Gramsci sus libros en la cárcel? Recién allí emergió a la palestra el nombre de Piero Sraffa, que todo el mundo conocía por sus trabajos de economía política neoricardiana y su vínculo académico con Keynes, pero casi nadie sabía de su adhesión juvenil al marxismo y su solidaridad cotidiana, inquebrantable y sostenida con su amigo comunista prisionero al que le proporcionó libros y más libros durante años y más años…

Cuando aparecieron en 1932 los Manuscritos económico filosóficos de París de Karl Marx (hasta entonces inéditos) se armó un revuelo bárbaro. Treinta años después, el revuelo se convirtió en polémica internacional. Todos opinaban, desde el Che Guevara hasta los teólogos jesuitas de la Iglesia oficial del Vaticano, pasando por la socialdemocracia, los psicoanalistas freudianos, toda la gama de herejes y ortodoxos del marxismo, incluyendo las más altas cumbres de la filosofía del siglo XX: desde Sartre a Lukács. Pero casi nadie se preguntaba: ¿quién rescató del olvido ese texto fundamental de Marx? ¿Quién trabajó esos manuscritos y los editó con paciencia de hormiga? El nombre de David Riazanov (seudónimo de David Goldenbach) solo es conocido por algunos pocos especialistas y eruditos del marxismo y  si se lo conoce, es principalmente por su biografía de Marx y Engels, no tanto por su trabajo silencioso de editor en las sombras y ratón incansable de biblioteca sin cuyo esfuerzo hoy no conoceríamos esos pensamientos de Marx.

Los ejemplos podrían multiplicarse al infinito. Apellidos célebres y nombres desconocidos. Pensadores “famosos” y editores que han trabajado casi en el anonimato y la oscuridad, detrás de escena, para el triunfo de las ideas revolucionarias, socialistas y comunistas. Y si hasta ahora no se consiguió el triunfo, al menos su trabajo resultó imprescindible para encarar la batalla de ideas, sin la cual ninguna guerra de clases se gana en la historia.

El compañero cubano Pablo Pacheco López, además de amigo entrañable, fue (es) precisamente eso. Un ratón erudito de biblioteca, un trabajador y organizador de la cultura detrás de escena, un editor sistemático en la sombra y un rebelde de la cultura revolucionaria comunista internacional. Humilde hasta el límite de la exasperación, de perfil bajo, de hablar bajito, pausado y reflexivo, de sonrisa irónica y caminar cansino, Pablo Pacheco navegaba entre los libros como en su hábitat natural. Su oxígeno era el papel y la tinta. Tenía una biblioteca personal impresionante. Cada estante de su casa albergaba en doble fila los ejemplares más increíbles. Las joyas más preciadas, las ediciones más inesperadas. ¡Todas leídas y transitadas! Cualquier libro que uno sacaba con dificultad del estante más alto e inalcanzable… estaba leído. Los libros no eran para él un adorno, sino su alimento y su sangre, su impulso de vida. Seguir leyendo «Pablo Pacheco López y la persistencia de la cultura rebelde»

Tres opiniones sobre el cierre de los cines en 3D

Aunque haya pasado cierto tiempo de la medida-úkase que cerró los cines en 3D manejados por particulares en Cuba, confío en el valor de la memoria y en la utilidad de recordarnos que Cuba no es un “país de poca memoria”. Por ello, reproduzco ahora estos trabajos.

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Mis puntos de vista en 3D

Por Ulises Aquino

 Asumir la forma en que nuestro Estado actúa, sin tener en cuenta nuestras necesidades y aspiraciones, nos coloca en una posición peligrosamente arcaica y olvidadiza.

Para él (el estado), aceptar y promover el trabajo por cuenta propia hoy, no es resultado del éxito de la Empresa estatal socialista, ni una reformulación de sus esquemas para lograr mejores rendimientos y productividad, sino, y por el contrario, la única vía visible para descargarse del inmenso peso económico que voluntariamente se echó encima y nos obligó a acatar, con cargas ya imposibles de sostener dadas las condiciones objetivas que rigen la economía mundial, y el séquito de problemas que nos acompañan desde hace años.

Como siempre, los errores y fracasos vienen a parar a nosotros, nos responsabilizaron por lo negativo de los resultados. (Recordemos el Editorial de Granma donde nos señalaban como pichones con el pico abierto).

Viví la experiencia como trabajador por cuenta propia. Con licencias solicitadas y entregadas por las autoridades competentes, y en el momento de retirármelas, no importaron la inversión, ni los gastos, ni el esfuerzo. Ni se buscaron alternativas. Simplemente me fueron retiradas sin derecho a reclamar nada. Tal es así, que hasta el día de hoy no me han sido devueltas, ni ha existido una explicación por parte de los organismos involucrados en este hecho, a pesar de haber escrito innumerables cartas a todos los estamentos del Estado, y del Gobierno.

Traducido este asunto al lenguaje popular quiere decir, que los encargados de autorizar, cerrar, negar, prohibir, cuando actúan con la convicción de estar “haciendo lo correcto”, basta con su intención, aunque en la práctica violen Leyes y Resoluciones hechas por ellos mismos, incluso violando hasta nuestra Constitución, sin importar si con ello, dan un paso atrás, o saltan muchos metros a la inversa. Todo depende del nivel o rango del funcionario interesado, en mi caso parece ser uno, o una, más importante que las Leyes y que los derechos ciudadanos.

Lo que queda muy claro, es que no existe una verdadera voluntad de cambio de mentalidad, ni mucho menos el deseo de buscar nuevas fórmulas que nos conduzcan al bienestar, o al menos a paliar el desencanto diario ante problemáticas fáciles de resolver. Ligado esto a la incapacidad probada de las estructuras construidas, de las cuales el propio Estado no encuentra como zafarse, solo pensando en aligerar su carga, acude a 200 formas autorizadas del trabajo por cuenta propia, que representan muy poco, o nada, por su impacto macroeconómico, pues se trata de timbirichis y semiempresas con niveles de impuestos y de obligaciones, cuyos ingresos y beneficios, no alcanzan para desarrollarse ni incrementar la calidad de los servicios que ofertan, por lo que para lograr resultados están obligadas a transitar no pocas veces por el mercado negro, o por otras vías nada ortodoxas. Esto lo conoce el estado, lo sabe, lo acepta, ya que es casi imposible para cualquier negocio subsistir y generar beneficios con los precios obligados a los que vende el estado.

La figura del cuentapropista está diseñada para los empleos que nadie quiere realizar para el estado, por su baja remuneración, u otros en los que el estado no ha logrado dar pie con bola desde hace cincuenta años.

La liberación del trabajo por cuenta propia para el trabajo profesional, ya es otra cosa, los profesionales estarán obligados a trabajar para la Empresa estatal, a recibir salarios con los que no se puede sostener una familia no se sabe hasta cuándo, pues no tenemos información de cuál es, o será, el Proyecto de país que pretenden construir, para el que dicho sea de paso, no hemos sido convocados a opinar, con lo que se infiere que nuestra opinión tal y como en el caso del retiro de licencias para los cines 3D, y las otras licencias, pasos hacia atrás, o hacia delante, nuestro criterio huelga.

Es suficiente el criterio y el juicio de un viceministro de Cultura, para determinar que es banal, y que no lo es, es suficiente para que corran a cerrarle los negocios a quienes invirtieron recursos y medios sin derecho a exigir indemnización alguna contra quienes entregaron las licencias para ejercerlo.

El momento es el de liberar el trabajo honrado, de quien sea capaz y arriesgue su tiempo y sus conocimientos por su cuenta, pues siempre tendrá un impacto social trascendente, del cual, el estado también se beneficiará. Atando a los profesionales en los que tantos medios, recursos y dinero, nuestro pueblo invirtió, no vamos a ninguna parte, llegado ese momento cumplirían un rol no solo socializador trabajando por su propia cuenta, sino tributando al estado, por tanto al pueblo, no solo con sus impuestos, sino con importantísimas obras que hoy, resultan imposible lograrse en las estructuras estatales, en los que la práctica histórica ha demostrado incapacidad para llevarlas a buen puerto. Seguir leyendo «Tres opiniones sobre el cierre de los cines en 3D»