La Marsellesa, de Jean Renoir

Ver online La Marsellesa

“La Marsellesa surgió en 1937-38 como un encargo político del Frente Popular, destinado a película-foco de resistencia y de movilización de la memoria histórica de las clases medias y obreras de Francia, frente a la marea creciente del expansionismo fascista nazi. Era Renoir hombre de la izquierda y lo era de forma callada y no gestual o verbalmente radical, pero no tenía condición de hombre de partido, y desde el poder le encargaron (en parte tal vez por eso y como forma de limar las disensiones intestinas frentepopulistas) hurgar en los orígenes del canto nacional francés y recordar el origen revolucionario de una música que entonaban también como propia los fascistas franceses, frente a los que había que marcar las distancias y decirles que esos acordes fueron llevados como una antorcha, a lo largo de la gran caminata desde su ciudad a París, por los soldados de un regimiento de Marsella, compuesto de parias revolucionarios sublevados, contra un rey que era custodiado por otro regimiento, éste compuesto por reaccionarios, atildados y disciplinados mercenarios reclutados en la Suiza alemana, que hablaban en alemán, como la mujer austríaca del rey, por lo que éste era, en palabras esculpidas por Saint-Just, un “bárbaro extranjero”. Y ese impulso “promarsellés y antialemán” alentó, sin mover un sólo grano de la tentación racista o nacionalista, a Jean Renoir a convertir en cine la música, sonora o callada, de la imaginación jacobina. Eso es, en definitiva, LA MARSELLESA“.

Texto: Ángel Fernández-Santos, “La Marsellesa”,
en Jean Renoir, rev. Nosferatu, nº 17-18, marzo 1995.

FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Título: «La Marsellesa» («La Marseillaise»)
Director: Jean Renoir
Intérpretes: Pierre Renoir, Lise Delamate, Louis Jouvet, Jean Aquistapace, Aimé Clariond, Andrex, Edmond Ardisson…
Año: 1937
Guión: Jean Renoir, con Carl Koch, N. Martel Dreyfus y Mme. Jean-Paul Deyfus (asesores históricos)
Fotografía: Jean-Paul Alphen, Jean Bourgoin, Alain Dovarinov, Jean-Marie Maillols.
Música: Joseph Kosma. Lalande, Gretry, Rameau, Mozart, Bacha, Rouget de Lisle, y Sauveplane.
Duración: 135
País: Francia

La importancia de saber por qué la Revolución francesa no fue una “revolución burguesa”

 

Florence Gauthier

 

 

por Florence Gauthier

La tradición marxista ha solido ver en las revoluciones de la libertad y de la igualdad –que precedieron a lo que se ha llamado “la revolución proletaria” inaugurada por la Revolución rusa— “revoluciones burguesas”. Es sabido que Marx dejó elementos de análisis que presentan momentos diferentes y aun contradictorios de su reflexión, conforme a la evolución de sus conocimientos y de su comprensión de la Revolución francesa. El esquema interpretativo que discutiremos aquí fue producido, no por Marx, sino por la tradición marxista, y no es, como tal esquema, sino una interpretación de los distintos análisis dejados por Marx. Sin embargo, no me propongo aquí reconstruir el proceso que llevó a la cristalización de ese esquema interpretativo: ese trabajo está por hacer, y yo diría que es urgente hacerlo. Lo que me propongo es más bien discutir si ese esquema se corresponde con la realidad histórica. Para situar el problema, me limitaré al ejemplo de lo que se llama “la Revolución francesa”. Y querría empezar recordando sumariamente los quebraderos de cabeza a los que algunos grandes historiadores marxistas han sucumbido a la hora de hacer cuadrar los resultados de su investigación historiográfica con el esquema interpretativo de la “revolución burguesa”.

A comienzos del siglo XX, se entendía la Revolución francesa como “revolución burguesa” en el sentido de que la dirección política de la revolución se habría mantenido en manos burguesas, pasando de una fracción de la burguesía a otra. Las tareas de esa revolución habrían ido cumpliéndose bajo la presión de un movimiento popular concebido como incapaz de pensar y, por lo mismo, incapaz de desempeñar el menor papel dirigente.

Con todo, puesto que se trataba de una revolución “burguesa”, había que buscar la existencia de un embrión de “proletariado”. Y así se llegó a interpretar la presencia de los enragés, de los hebertistas o de los babuvistas como pequeños grupos “comunistas”, présago del movimiento futuro, el de la “revolución proletaria”.

Esta interpretación se halla ya en Jean Jaurès, en su Historia socialista de la Revolución francesa. Sin embargo, la obra rebasa por mucho ese esquema interpretativo gracias a la publicación de numerosos documentos, a veces in extenso, que dejan oír las voces múltiples de los revolucionarios y que muy a menudo contradicen el esquema interpretativo. [1].

Albert Mathiez reaccionó a esta interpretación “marxista” de una revolución “burguesa” que hacía incomprensible el acontecimiento histórico: no se privó de hablar de una “enorme necedad”, una y otra vez repetida por “dóciles escoliastas”. [2]

El esquema terminó estallando tras la publicación de las grandes monografías basadas en trabajo de erudición, y consagradas por vez primera a los movimientos populares, escritas por  Georges Lefebvre y sus discípulos, Richard Cobb, George Rudé, Albert Soboul y Kare Tonnesson. Lefebvre arrojó luz sobre la presencia de una revolución campesina autónoma en sus expresiones y en sus formas de organización y de acción [3]. Sus alumnos realizaron un trabajo de parecida magnitud para las ciudades, arrojando luz sobre la revolución sans-culotte [4]. El pueblo recuperó entonces su nombre y su dignidad. La “revolución burguesa” quedó petrificada. La tesis de Soboul escandalizó al descubrir lo que la historiografía conservadora ahora dominante busca disimular como sea: la democracia comunal, viva, ideadora de nuevas formas de vida política y social apoyadas en la ciudadanía y la soberanía popular, creadora de un espacio público democrático, alimentada por los derechos humanos y ciudadanos y aun inventora ella misma –de concierto con la revolución campesina— de un nuevo derecho humano: el derecho a la existencia y a los medios para conservarla. En suma: el descubrimiento de un verdadero continente histórico desconocido hasta la aparición de esos trabajos académicamente eruditos.

Sin embargo, Lefebvre y, luego, Soboul trataron de encuadrar la revolución popular autónoma en el esquema sedicentemente “marxista” de la “revolución burguesa”. Curiosa invención: contra la democracia comunal, Robespierre y la Montaña habrían instituido la llamada “dictadura del gobierno revolucionario”, que vendría a ser una suerte de reacción termidoriana avant la lettre y cuyo objetivo no sería otro que desbaratar el impulso democrático. Esta invención resulta asombrosa e incomprensible, desde luego. Pero no dejó de abrir brechas en distintos planos del esquema anterior. Seguir leyendo «La importancia de saber por qué la Revolución francesa no fue una “revolución burguesa”»

Un largo Termidor. La ofensiva del constitucionalismo antidemocrático

un largo termidor
Una obra fundamental en el republicanismo contemporáneo. Tras El eclipse de la Fraternidad, de A. Doménech, el profesor Pisarello logra un excelente análisis sobre el peligro real de destrucción que sufren las sociedades democráticas a manos de las nuevas oligarquías con sus prácticas neoliberales. Imprescindible en el rearme moral e ideológico de la izquierda y del pensamiento y acción democrático.
Pisarello, Gerardo, Un largo Termidor. La ofensiva del constitucionalismo antidemocrático, Trotta, Madrid, 2011.ISBN: 978-84-9879-236-2
La exigencia de democracia real en diferentes rincones del mundo permite constatar una paradoja. Al tiempo que la democracia se presenta como el más legítimo de los regímenes políticos, la mayoría de elementos con los que se identifica se encuentra en crisis. Las concepciones liberales dominantes suelen minimizar la distancia entre el ideal democrático y su práctica efectiva. Para ello, lo reducen a una simple técnica de recambio periódico de las élites gobernantes. La hipótesis de este ensayo es que esta concepción restrictiva de la democracia oculta su sentido histórico más profundo. Y acaba dando cobertura a regímenes que, cada vez más, operan como oligarquías isonómicas, es decir, con algunas libertades públicas. A partir precisamente de la clásica contraposición aristotélica entre democracia y oligarquía, o mejor, entre Constitución democrática y Constitución oligárquica, este libro repasa críticamente teorías y prácticas que, a lo largo de la historia, han procurado despojar al principio democrático de su componente igualitario y emancipatorio, marginándolo o reduciéndolo a una pieza inofensiva de la organización social.En la crisis actual, esta lectura permite constatar cómo, con aparentes credenciales democráticas, lo que se abre paso política y jurídicamente es un constitucionalismo antidemocrático con fuertes rasgos oligárquicos.» SUMARIO DE LA OBRA Introducción. La ofensiva oligárquica y la lucha por la Constitución democráticaLa constitución de los antiguos: irrupción y eclipse del principio democrático
Atenas: la tensión entre Constitución oligárquica y Constitución democrática
Roma: la Constitución mixta y las luchas antioligárquicas
La Constitución mixta medieval y la dispersión del poder
El constitucionalismo de los modernos: entre revolución democrática y repliegue oligárquico
La Constitución del Estado moderno y las luchas contra el absolutismo
La Constitución inglesa: del fragor republicano a la monarquía parlamentarizada
La Constitución norteamericana y el temor a la «tiranía de las mayorías»
La Revolución francesa: poder constituyente y democracia plebeya
El constitucionalismo liberal y sus críticos
La Constitución monárquica restaurada y el liberalismo censitario
El impulso de la democracia social: el cartismo británico y la Constitución francesa de 1848
De las respuestas social-preventivas al camino reformista: democratizar el Estado, socializar el Derecho
Los caminos de la Constitución social: la democratización truncada
Las constituciones republicanas de entreguerras: de la esperanza democratizadora a la reacción social-totalitaria
La Constitución social de posguerra: seguridad material y renuncia democrática
El constitucionalismo social en la periferia: el caso de América Latina
la crítica democratizadora al «consenso» constitucional de posguerra
La impugnación igualitaria del constitucionalismo social tradicional
Constitución social y liberación nacional: el impacto del movimiento anticolonizador
El neoliberalismo y el asalto de la Constitución oligárquica
«Democracias gobernables»: el regreso del constitucionalismo liberal doctrinario
La rebelión de las élites y el fin de la Constitución social mixta
El fantasma de la Constitución despótica
La Constitución alternativa: de las señales del Sur a la indignación democrática
Índice de nombres
Índice general
fuente de esta información: https://dedona.wordpress.com/2012/02/22/resena-del-libro-un-largo-termidor-la-ofensiva-del-constitucionalismo-antidemocratico-de-gerardo-pisarello/

José Martí y la Revolución francesa

Martí en la revolución francesa

“Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América”.

Por Paul Estrade

En esta ponencia nos limitamos al estudio de la visión martiana de “los días del trueno y del rayo”, dejando de lado cuánto se pueda referir al parentesco entre el ideario de los actores de esta Revolución y el ideario del precursor de la Revolución Cubana.

Sorprendentemente, la crítica martiana pasada, por francófila que haya sido a veces, sólo escasamente exploró el tema. La crítica martiana contemporánea no lo ha abordado sino de paso, si bien es justo señalar que ha sido mediante oportunos y felices atisbos.

El empuje libertador de la Revolución Francesa, entró penosa, parcial y tardíamente en la gran Antilla española. Realidad esa bien conocida, y que aquí acaban de recordar e ilustrar, después de Alain Yacou, mis jóvenes amigos del grupo de Historia de las Antillas hispánicas. Las medidas represivo-profilácticas, la rebelión de los esclavos del Santo Domingo francés, la integración al “bloque de poder” del sector criollo de los terratenientes y comerciantes ricos, las reformas “ilustradas” de los gobiernos coloniales, son los factores que más influyeron para que no surgiera entre los criollos blancos y mulatos el afán por descubrir, ensalzar o imitar la Revolución Francesa, afán que sí existió en algunas ciudades y tierras del Continente. Además la “Revolución de los franceses” vino a significar pronto en las islas la abolición inmediata de la esclavitud: era la revolución social de los negros, no la revolución de independencia de la nación criolla.

El empuje libertador de la Revolución Francesa entro, sin embargo, de polizón por los puertos, con ciertos emigrados de Saint Domingue, Santo Domingo y Luisiana, y a veces a pesar de ellos; con los marineros, los corsarios, los negociantes; con la organización de una red de logias masónicas vinculadas intencionalmente con el Gran Oriente de Francia, relacionadas las de Santiago de Cuba con las de Marsella y las de La Habana con las de Le Havre, según las rutas del comercio transoceánico. Entró también, depurada y adulterada, durante el “trienio liberal” con algunos liberales españoles, y es cuando se publicó, a imitación del diario madrileño, el Robespierre Habanero; después de la Revolución Francesa de 1830, con algunos hacendados criollos seducidos por la monarquía constitucional del “rey burgués”; después de la Revolución Francesa de 1848, con algunos jóvenes republicanos criados a orillas del Sena; en el decenio de los 60, con algunos reformistas cubanos culturalmente “afrancesados”.

Pero, donde realmente irrumpieron en Cuba las ideas de la Revolución  Francesa de 1789, fue en las filas de los revolucionarios de Yara y Guáimaro. Algunos símbolos usados en el período revolucionario renacen en los campos de Cuba libre y en la emigración patriótica. Tomemos unos ejemplos. Al penetrar en Bayamo, la abanderada mambisa lucía “un vestido de amazona, blanco, un gorro frigio punzó, una banda tricolor”. Al dirigirse la palabra, los diputados de la Cámara se ‘llamaban entre sí “ciudadanos”. Al derrumbarse el Segundo Imperio en Francia, en 1870, y al brotar de nuevo la República, escribió Carlos Manuel de Céspedes al Gobierno Provisional: “iQuién no ve en los dos luminares que han vuelto a aparecer en el hermoso cielo de la Francia -92- y el -48- la infalible señal del triunfo de la libertad y un feliz mensajero de las legítimas esperanzas de todos los pueblos que luchan contra la Tiranía?”  Al capitular entre los últimos en mayo de 1878, el general Guillermo Moncada expuso que la lucha sostenida durante diez años he “para afianzar en nuestra Patria los principios de Libertad, Igualdad y Fratemidad”.

Atestiguado por mil documentos más, subrayado cien veces, el hecho, cierto, de la influencia de la Revolución Francesa en la Guerra de los Diez Años, merece todavía un estudio más pormenorizado y global a la vez. El problema estriba tanto en el porqué de tanta demora en la adopción de aquellas ideas y prácticas, como en el porqué de la acogida de estas por la generación del 68. ¿En qué la Cuba del 68 sería comparable con la Francia del 89? Más allá de las ‘evidentes diferencias estructurales, sociales y políticas, se impone a la mente la no menos evidente aspiración de los elementos burgueses de la generación del 68 (la cual va del viejo Céspedes al bisoño Zambrana) a combatir la tiranía de la monarquía, las trabas económicas y fiscales, la esclavitud, y a promover y organizar de por sí Ia Nación, creando un nuevo orden. Aspiran no sólo a separarse de la Metrópoli colonial, sino también a transformar la sociedad según formas y conceptos democrático-burgueses. Y en su anhelo de reconstrucción, su democratismo se nutre de Rousseaus y su republicanismo se inspira tanto en el modelo jacobino francés como en el modelo constitucional norteamericano. (….)

Ver aquí el articulo completo en pdf

Florence Gauthier: Sobre Robespierre y la revolución

Robespierre, St-Just, Couthon

Ver el libro Robespierre. Por la felicidad y por la libertad. Discursos. (El viejo topo)

Por Joan Tafalla

[Joan Tafalla] Conocí la obra de Florence Gauthier a principios de los año 90 del siglo pasado, en el curso sobre la revolución Francesa que dictaba Irene Castells en la Autónoma de Bellaterra. Irene Castells me hizo descubrir la aportación decisiva de Gauthier a los debates y a la renovación de la historiografía de la Revolución. Paralelamente, y asistiendo al seminario de filosofía política que dirige Joaquín Miras desde hace más de quince años, conocí la aportación de Florence a la renovación de un republicanismo democrático y social1. La cosa me llevó a leer su obras2 y a traducir al catalán su esencial artículo “Crítica del concepto de revolución burguesa aplicado a las revoluciones de los derechos del hombre y del ciudadano del siglo XVIII”3. Dediqué el verano de 2005 a traducir su antología de Robespierre, notable porque al contrario de otras antologías, Gauthier destaca en la misma el pensamiento social del Incorruptible, así como aquellos elementos que le muestran como expresión del movimiento social y no ajeno e incluso divergente del mismo como ha querido algún historiador del siglo XX4. En el marco de una investigación en curso sobre el movimiento popular francés en revolución, hice a Florence Gauthier en Paris (julio de 2006), una larga entrevista de carácter historiográfico que se publicará en otra ocasión y quedó pendiente este cuestionario para una entrevista más, por decirlo así, política sobre Robespierre. Lo habíamos dejado para el próximo verano, pero la ocasión de este monográfico de El Viejo Topo sobre republicanismo nos ha permitido a ambos retomar el proyecto.
Entrevista a cargo de Joan Tafalla.
Joan Tafalla.- Robespierre es el único gran hombre de la Revolución que no cuenta con ningún nombre de calle en París. Después de la Ocupación, con el gobierno surgido de la resistencia hubo una tentativa que no fructificó, y hasta ahora. ¿ Cuál es la razón de este hecho?
Florence Gauthier.- ¿ El único? En todo caso, Robespierre comparte este “privilegio” de la exclusión con Jean-Paul Marat, pero también con muchos otros de los que desempeñaron un papel central, por ejemplo en la revolución colonial y en la abolición de la esclavitud. Pienso en Julien Raimond, animador de la Sociedad de los Ciudadanos de color, Vincent Ogé, pero también con Étienne Polverel o Léger-Félicité Sonthonax que fueron comisarios civiles de Santo Domingo e impulsaron con todas sus fuerzas físicas y morales la abolición de la esclavitud en la isla en 1793. Y esto sólo en una rápida aproximación.
¿ Por qué Robespierre parece “tan repugnante? Es una historia larga, que iremos abordando seguramente a lo largo de esta entrevista. Seguir leyendo «Florence Gauthier: Sobre Robespierre y la revolución»

Los ecos de La Marsellesa, un libro de Eric Hobsbawm

La Marseillaise

Este libro aborda un tema tan importante como desatendido en la historiografía de la Revolución francesa: la historia, no de la Revolución misma, sino de su recepción e interpretación. «Todos nosotros -nos dice Hobsbawm- formulamos por escrito la historia de nuestro tiempo cuando volvemos la vista hacia el pasado y, en cierta medida, luchamos en las batallas de hoy con trajes de época. Pero quienes sólo escriben sobre la historia de su propio tiempo no pueden comprender el pasado y lo que éste trajo consigo.» Quienes han juzgado los acontecimientos de 1789 separándolos de los dos siglos de historia del mundo dominados por «los ecos de la Marsellesa», se condenan a no entender hasta qué punto la Revolución trasformó el mundo, irreversiblemente, al dar a los pueblos la convicción de que podían cambiar la historia por sí mismos. Por otra parte, los valores reivindicados por los revolucionarios, junto a los de la razón y la Ilustración, siguen siendo una herencia valiosa que nos conviene preservar, «cuando el irracionalismo, el fanatismo, el obscurantismo y la barbarie nos amenazan directamente»

descárguelo completo aqui

Escuche y vea La Marsellesa en la pelicula Casablanca

Un sello de Marianne inspirado en una feminista de Femen desata la polémica en Francia

Femen: Marianne

 

Los conservadores critican que se haya elegido a una mujer de Ucrania y llaman a boicotear el timbre

Francia ha acogido con división de opiniones un nuevo sello con la efigie de Marianne, símbolo de la República francesa, después de que uno de los autores del timbre, con un diseño que evoca al mundo del cómic, admitiera que para dibujar el rostro de Marianne se inspiró en una activista del colectivo feminista Femen, la ucraniana Inna Shevchenko.

«El modelo de Marianne ha sido una mezcla de muchas mujeres, pero sobretodo de Inna Shevchenko», explicó el domingo en su cuenta de Twitter Olivier Ciappa, coautor junto a David Kawena del nuevo timbre. Ante el revuelo que se ocasionó, el diseñador matizó que la líder feminista «no ha sido la única» fuente de inspiración. «No es que Inna se haya convertido en Marianne. Es una mezcla de personas reales», aclaró luego. Ciappa citó también a la actriz Marion Cotillard, «que representa el talento de Francia en el extranjero», y a la ministra de Justicia, Christiane Taubira, impulsora de la ley que permite el matrimonio y la adopción a las parejas homosexuales.

En Francia, los sellos llevan habitualmente el rostro de Marianne, símbolo del país y de los valores de la Revolución Francesa. Representada en numerosas ocasiones con los senos al aire, Ciappa ha apuntado que desde su punto de vista «en 1789 Marianne habría sido una Femen porque luchó por los valores de la República, la libertad, la igualdad y la fraternidad».

Llamada al boicot

El sello ha sido criticado desde las filas democristianas, que ha llamado a los franceses a boicotearlo. También el colectivo Primavera Francesa, que engloba a los contrarios a la ley que permite las bodas homosexuales, ha denunciado que «la nueva Marianne tiene la imagen del Gobierno: cristianófobo y resentido». El colectivo ha aprovechado para salir en defensa de la mujer francesa: «¿Es que no hay suficientes mujeres bellas y emblemáticas en Francia que tenemos que ir a buscar modelos en Ucrania?», han lamentado.

La protagonista de la polémica, Inna Shevchenko, ha quitado hierro a la polémica y ha subrayado que históricamente, con Marianne, «Francia ha reconocido el papel de las mujeres que luchan. Es un símbolo en el mundo entero», ha argumentado. La activista ha recibido el apoyo de Femen, que en Twitter ha afirmado sentirse «orgulloso de ser un símbolo oficial de Francia».

Instalada en Francia desde agosto del 2012, Inna Shevchenko, de 23 años, ha impulsado en París el primer centro de «nuevo feminismo» donde entrena a mujeres en el modelo de activismo feminista popularizado por Femen en Rusia y Ucrania, y que consiste en acciones muy mediáticas en las que las manifestantes aparecen con los pechos descubiertos para denunciar el machismo, la homofobia, la prostitución y el integrismo religioso.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/polemica-francia-sello-marianne-femen-2509872?utm_source=rss-noticias&utm_medium=feed&utm_campaign=portada

«Ahora los fascistas tendrán que lamerme el culo para mandar una carta» Seguir leyendo «Un sello de Marianne inspirado en una feminista de Femen desata la polémica en Francia»