Julio César Guanche, intelectual cubano: “Este país no es un país de mercenarios”

Foto: Gabriel Guerra Biancini

 

En esta entrevista, el investigador y ensayista se refiere al Movimiento San Isidro y la noche del 27 de noviembre, hitos de la movilización de intelectuales y artistas cubanos por las libertades de expresión y creación en la isla. “Hay muchos motivos para el pesimismo en y sobre Cuba”, reconoce. “El optimismo en el que puedo creer es el que provenga de la sabiduría patriótica colectiva cubana”.

Por Faride Zerán

El 27 de noviembre último (27N), centenares de jóvenes protagonizaron en La Habana una inédita manifestación frente al Ministerio de Cultura como reacción ante el desalojo de un grupo de huelguistas de hambre del Movimiento San Isidro (MSI), una organización cultural que agrupa a artistas y creadores, algunos de los cuales se congregaban en su sede en protesta por la detención del rapero Denis Solís.

El acto, que congregó a más de 300 personas que pedían dialogar con las autoridades, exigiendo libertad de expresión y de creación, concitó el apoyo de figuras como la del músico Silvio Rodríguez, la presencia de cineastas como Fernando Pérez y Ernesto Daranas, y de actores como Jorge Perugorría, entre otros artistas e intelectuales que son parte del proceso cubano y que esa noche manifestaron públicamente su respaldo ya sea al movimiento o a la necesidad de dialogar.

Así, en las redes de Ernesto Daranas se podían leer frases como “el gobierno no es la Patria, pensar diferente al gobierno no es ser un traidor a Cuba y ceder frente a la intimidación es someterse a los intransigentes que han frenado los cambios que el socialismo cubano ha demandado”.

Entre estos artistas e intelectuales que se enfrentaban a la intolerancia de los burócratas de turno —o de “los burros”, como les decía en su cara el intelectual cubano ya fallecido, Alfredo Guevara, quien les enrostraba la frase “la revolución es lucidez”—, estaba el jurista e historiador Julio César Guanche, 46 años, doctor en Ciencias Sociales, profesor de la Universidad de la Habana por una década y visiting scholar y visiting professor en Harvard University, Northwestern University (Illinois) y Max Planck Institute for European Legal History (Frankfurt).

Julio César Guanche. Foto: Gabriela Calzada.

 

Guanche, quien trabajó por años en la Casa del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y ha publicado varios libros, no habla desde Miami, o desde quienes quieren derrocar al régimen cubano. Él, como tantos, asume que la crítica, el diálogo y la defensa de todas las libertades no pueden limitar con Miami sino con la esencia de toda revolución si de verdad -como decía Alfredo Guevara- “la revolución es lucidez”. Seguir leyendo «Julio César Guanche, intelectual cubano: “Este país no es un país de mercenarios”»

¿Qué está pasando en Cuba en estos momentos?

Foto (con un teléfono): Julio César Guanche

 

Por Ernesto Daranas

 

Un joven saca una pancarta que dice: “Libertad. No más represión. #free-Denis”. La enarbola frente a decenas de personas que hacen una cola en pleno bulevar de San Rafael. Los policías que pasan por su lado no interfieren. Algunos presentes sacan sus móviles y filman durante unos pocos minutos hasta que los policías, ya con refuerzos, se deciden a detener al muchacho. Entonces, varios de los presentes, sobre todo mujeres, comienzan a exigir que lo suelten, a lo que se suman otros gritos opuestos al arresto.

De ese mismo modo he visto a Luis Manuel Otero Alcántara caminar sin compañía por las calles de mi barrio. Algunos vecinos lo saludan y otros que no lo conocen personalmente murmullan a su paso. Nadie le grita traidor, terrorista o mercenario.

En Las Tunas, la gente protesta por la apertura de una nueva tienda en MLC. En las redes, el académico y jurista Julio Antonio Fernández es defendido por colegas, amigos y ciudadanos luego de haber sido cuestionado públicamente por ofrecer asesoría legal al grupo 27N. En un centro de estudios del país, los jóvenes se resisten a corear las arengas que les propone uno de sus compañeros. El ensayista y crítico de cine Joel del Río es censurado en el diario Juventud Rebelde por cuestionar -en Facebook- al periodista Humberto López.

Nuestros medios no reflejan nada de esto, pero no pueden evitar referirse a esas dos noches de desvelo en que los cubanos de la Isla y del mundo compartieron las directas de las mujeres del MSI, seguidas de las imágenes de los jóvenes frente al MINCULT.

¿Qué nos indican estos hechos? ¿Cuáles son las razones de esta crisis, más allá del MSI y el 27N? ¿Por qué tanta gente empieza a reaccionar de otra manera? ¿Cuál es la relación que los ciudadanos empiezan a tener con los medios de comunicación y de qué manera esos medios están definiendo la imagen que se tiene del Estado? ¿Qué está pasando realmente en Cuba en estos momentos?

No dispongo de tiempo para organizar mis ideas. Sé que todos tenemos nuestras propias respuestas a estas preguntas, pero no quiero dejar de compartir algunas impresiones sueltas:

  • Las demandas presentadas al MINCULT son la expresión del sentir de una cantidad creciente de cubanos. De eso trata realmente este momento, mucho más allá del MSI y de los artistas. El país no puede dividirse en torno a eso y se deben abordar de una vez las diferencias. Compartir la misma visión política o ideológica no puede ser una condición sine qua non para el diálogo.
  • Respaldar a cualquiera que sea sometido a represión por el libre ejercicio de sus ideas no significa que necesariamente se piense como ellos. Lo que ocurre es que el peso del Estado no puede caer de esa forma sobre todo el que disiente. En Cuba hay juicios sumarios y gente presa, detenida, sitiada o expulsada de su trabajo solamente por sus ideas. Eso debe cesar. Existen derechos básicos que deben ser respetados, presentes en esa propia Constitución de la que Granma, en su editorial del 1ro de diciembre, solo cita el Artículo 4 referido a la traición a la Patria.

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Sobre la historia de Julio Antonio Fernández Estrada, o la historia de nosotros mismos

Julio Antonio Fernández Estrada, en casa de una de “Los Fernández”, con el retrato de su padre al fondo. Foto. Julio César Guanche

 

Por Julio César Guanche

 Hace unos años, en medio de una de tantas situaciones “problemáticas” con los cineastas cubanos, Fernando Pérez, presentó la revista Cine Cubano. Allí Fernando dijo: “ya Alfredo (Guevara) ni Titón (Gutiérrez Alea) están con nosotros. Pero estamos nosotros.”

La abrumadora mayoría del pensamiento crítico, de alto nivel intelectual y orientado por la calidad  moral de la justicia, producido en Cuba desde fines de los 1960 —el problema existe en todas partes, pero estoy hablando de Cuba— ha confrontado un vasto campo de problemas para su elaboración y para su circulación.

El etiquetaje de sus autores ha usado muchas consignas, pero ha tenido una matriz continuada:  la incapacidad para procesar la diferencia, la indeseabilidad de la crítica por parte de una zona fuerte de los discursos oficiales y la renuencia a reconocer el conflicto como una dimensión principal que constituye la política.

Seré breve y pido disculpas de antemano por la referencia personal. Crecí bajo el magisterio “cruzado” de la generación de Pensamiento Crítico y del Centro de Estudios de América. Conocí a Fernando Martínez  Heredia cuando me invitó por primera vez a su casa (y la de Esther Pérez) tras mandarle las transcripciones que, como cosa mía, yo hacía de sus intervenciones aquí y allá. Conocí a Alfredo Guevara cuando me llamó a su oficina, el día antes de mi primera boda, después de encontrarnos varias veces seguidas, como un espectador más, en charlas suyas. No me los presentaron amigos, no tenía padres que los conocieran, etc. Nos conocimos y nos hicimos amigos porque nos buscamos.

Roberto Fernández Retamar me pidió, sin conocerme  apenas en persona, que le presentara su volumen “Cuba defendida”. Lo mismo me pidió Desiderio Navarro, cuando me pidió presentarle “In medias res publica”, en medio de la “guerrita de los correos”. Con todos ellos, conservé admiración, trato estrecho y/o correspondencia fraternal hasta sus respectivos  decesos.  Otros, que ojalá sigan con nosotros mucho tiempo, como Aurelio Alonso y Juan Valdés Paz, más que padres son hermanos.

Digo esto no por ganas de hablarme frente al espejo, sino porque otra vez, como sucede por igual desde hace años, algunos espacios de Facebook con un entusiasmo digno de mejor causa muestran gran interés y “conocimiento” sobre mi historia personal.

Pero lo digo sobre todo porque todas esas relaciones se mantuvieron, o mantienen, habiendo yo atravesado ya la gran mayoría de todos los proyectos político intelectuales de los que he participado, creo que todos ellos junto a Julio Antonio Fernández Estrada.

 

Julio Antonio Fernández Estrada y Julio Cesar Guanche, alrededor de 2010. 

El magisterio de esas personas no consiste, para mí, en repetirlos, sino en ser leales al “sol del mundo moral” que me propusieron y que acepté a conciencia hasta hacerlo convicción de mi vida.

La mayoría de ellos ya no están, pero, como dijo Fernando Pérez, estamos nosotros.

Probablemente, no les llegaremos a la “chancleta”, pero algo hemos hecho. Hemos trabajado, hemos estudiado, hemos escrito y seguiremos haciéndolo. No nos hemos plegado al capitalismo académico que pretende obligar a escribir solo para revistas indexadas —y dentro de ellas, además del “más alto puntaje”—, que solo producen conversaciones entre 3 ó 4 colegas. Tampoco nos hemos plegado a la comodidad de producir discursos “interesantes”, pero sin filo político alguno. Tratamos de poner el resultado de nuestro trabajo al servicio del público. Somos intelectuales, sin que eso sea mérito particular, y creemos en la noción de intelectual público que defendía Jean Paul Sartre.

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