El blog de Julio César Guanche. En Cuba “la cosa” es una expresión coloquial utilizada para referir a “la situación”. “¿Cómo está la cosa?” alude tanto al estado de la nación como al chisme de barrio. Suelen verse por separado “lo público” y “lo privado”, pero la pregunta por “la cosa” nos remite al vínculo entre ambos.
Justo ayer, que se conmemoraba el día internacional contra la discriminación racial, me tropecé con este meme (arriba, a la izquierda), posteado por alguien que parecía estar defendiendo el “socialismo” en Cuba.
Es una referencia a la disidencia política en Cuba, que en el meme se representa como persona negra. La otra imagen, la que representa la belleza en forma de rubia inmaculada, remite a una cineasta española que por estos días ha visitado Cuba, y que, en una de sus declaraciones, aseguró que en Cuba no había “presos políticos” sino “delincuentes presos”.
Hay dos ironías aquí.
La primera es una gran ironía histórica. El poder colonial español también representó como negras y famélicas a quienes apoyaban la independencia de Cuba (arriba, a la derecha).
La segunda es una ironía para el presente. En nuestros días, «la afirmación de que son delincuentes y no presos políticos», de modo muy parecido, fue pronunciada por políticos españoles de derecha (y a veces de extrema derecha), para calificar a los presos del Procés (a favor de la independencia de Cataluña) y fue dicha textualmente por el entonces presidente chileno Sebastián Piñera para calificar a los protestantes del octubre chileno.
Cuando para descalificarla se asocia a la disidencia política con personas negras—que siguen siendo mayoría entre quienes habitan los barrios empobrecidos, entre la población penal , entre los acusados de las protestas de julio y entre los pobres de Cuba—, y se usan formatos de discursos políticos característicos de la derecha, vienen a la memoria los versos del intelectual y luchador comunista Rubén Martínez Villena: hace falta “limpiar la costra tenaz del coloniaje”.
(Publicado en mi muro de facebook, el 22 de marzo, 2022)
Al Ecuador, el 8 de marzo de 2022 lo atravesó la acción callejera, y la ciudad de Quito fue una de sus plazas.
Texto Ailynn Torres Santana, Fotos: Julio César Guanche
En 2017 y luego de una larga tradición de paros, huelgas y solidaridades tejidas transnacionalmente, tuvo lugar el Primer Paro Mundial de Mujeres, el 8 de marzo. El Paro se reedita cada año y se acompaña de marchas y demostraciones políticas en muchos países del mundo. Encuentros, conversatorios, ferias, espacios colectivos de concientización y politización feminista transforman allí los espacios públicos, comunitarios, sindicales, artísticos, domésticos, comunicativos, académicos: todos los resquicios de nuestras sociedades.
Desde ahí se denuncia la persistencia de desigualdades de género, raciales, de clase, de territorio de procedencia y otras; se hace visible el trabajo impago o peor remunerado que realizan las mujeres; se reclama el reconocimiento de derechos para todas las personas y garantías de esos derechos para las personas trans y LGTBIQ+; se impugnan los gobiernos autoritarios y escasos en derechos; se denuncia la trabazón entre la política de unos pocos y el sistema integral de subordinaciones a las mujeres y disidencias sexuales.
A friend sent me a video of a family in front of a burning building somewhere in Ukraine. We were both shocked. On my Facebook, I share a video of Russian protesters against the war unleashed by their government. Someone comments: “Putin, the new Hitler.”
Ukraine is far away for Cubans. It is difficult to understand the conflict beyond the calls for peace and the repeated slogans. We know something for certain. The invasion violates international law and the right to self-determination. It can only be condemned unconditionally. That said, much remains to be done. First, understand what is being condemned.
The war and its timeline
The chronology of this war suggests that it did not start [eight] days ago [Feb 24]. However, there are timelines that confuse more than clarify. A common opinion is to place its beginning in the Russian annexation of Crimea (2014), or in that country’s invasion of Georgia (2008). Certainly, there are more complex chronologies to understand the conflict.
First, a long wave can be discerned. In its history, Russia has experienced at least three kinds of imperialism. The imperial idea – tsarist/Stalinist – seems to be embedded in Russian culture.
Ukraine has been seen, from the Russian perspective, as a “little brother,” “a child who must be led by Russia”; as part, without further ado, of Russia. With typical imperial arrogance, Russian President Vladimir Putin has now denied Ukraine’s right to exist as a nation. In this logic, before the invasion, he had already practiced hybrid warfare scenarios against Ukraine.
Expelling hostile borders as far as possible from its territory has been a constant in Russian culture. Ukraine was key to Napoleon’s and Germany’s invasions of Russia. Russia has historical “fears” of threats to its security. It’s not uncommon: it saw nearly 27 million people die in a war that still has survivors.
Second, there is a medium wave timeline. It is the “30-year perspective,” suggested by Rafael Poch, which supposes locating this war in the post-Soviet period and space. Here the role of Europe and NATO in shaping a security scheme under US command is crucial. Large red areas appear in this timeline. After 1991, Russia received a promise that NATO would not move “one centimeter to the east.” So far, it has moved 800 miles in that direction.
In 1995, William J. Burns, the director of the CIA at the time, wrote in a report from Moscow: “Hostility to an early NATO expansion is almost universally felt across the domestic political spectrum here.”
In 2008, a diplomatic adviser to George W. Bush wrote that “Putin would regard moves to bring Ukraine and Georgia closer to NATO as a provocation likely to provoke pre-emptive military action by Russia.”
In that year, Putin stated that “if Ukraine enters NATO it will cease to exist” because it will split. The Russians also offered carrots, the West ignored them. In 2009 Medvedev insisted on an old Russian proposal, advanced ever since the Perestroika era: “draw up a legally binding agreement on European security” that would put an end to the tensions of the time, the same ones that have broken out now.1
It is hard to imagine any Russian president accepting a NATO presence on its border. NATO’s missiles could then hit Moscow in five minutes. Herein lies a tragic irony: no one in Europe thinks about continental security without Russia, but no one seems interested in making it part of the solution. In fact, more than 30 years have passed since the first Russian invitation to an agreement, and all the words in that direction have fallen on deaf ears until today.
El abogado e historiador Julio César Guanche autor de varios libros sobre Cuba, república y socialismo, así como numerosos artículos viene a Conversaciones Americanas a dialogar sobre el surgimiento de la República de 1902 con el profesor Arturo López-Levy bajo el tema ¿De quién es hija la república? ¿De la intervención de 1898 o de la revolución de 1895? Los profesores discutirán esta importante coyuntura crítica para Cuba, su emigración en Estados Unidos y la política interna y externa de Estados Unidos.
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