Por Harold Bertot Triana
En momentos en que se celebraba en Rusia el 50 aniversario de la victoria soviética sobre el nazismo alemán, se reportó que el escritor ruso y premio Nobel de Literatura, Alexandr Solzhenitsin, aquel que trascendería a la fama -entre otras cosas- por su novela “Archipiélago Gulag”, publicaría en la revista Novi Mir un “destructivo relato literario” de la figura del mariscal Georgui Zhúkov.[1]
Al menos en español se ha conocido el relato En el Filo (recogido en el libro Ego, seguido de En el filo[2]), que toma como base las memorias de Zhukov, así como su presunta participación en sofocar la Rebelión de Tambov en los años 1920-1921. La destrucción del personaje heroico tiene como hilo conductor su poco cuidado por la vida de los otros.
Que el polémico escritor escogiera a esta figura en esos precisos momentos no era ingenuo: como también se explica, la figura de Zhukov resultaba para este tiempo “más cómoda que la de Stalin” y por ello habían “convertido al mariscal en el principal héroe de este aniversario”, además de que el telón de fondo para ese entonces era la guerra de Chechenia, en los que el relato de Solzhenitsin (junto a otro que reseña), adquirían “nuevas dimensiones y propician una reflexión sobre los métodos que los dirigentes rusos han empleado a lo largo de la historia.”[3]
Las conveniencias en los juicios históricos, o el decir convencido de un solo costado de un todo más complejo, han formado siempre parte de un desarrollo contextual conflictivo, en que las imágenes y las palabras se acompañan en ocasiones transidas por las limitaciones que son inherentes al acto de analizar y narrar la historia desde las frustaciones personales o desde los intereses a proteger o desde posiciones sociales o visiones culturales que han sido absorbidos o anulados para el cambio o la renovación por una fuerza social más potente. Que en distintos momentos de su vida el mariscal soviético haya participado en la represión de aquellos campesinos en Tambov, que haya sido parte de una maquinaria estatal que arrinconó los músculos y la espiritualidad hasta la parálisis, que haya arriesgado en batallas decisivas la vida de miles de sus compatriotas -por las que fue venerado luego-, puede decirnos mucho, pero estoy convencido que no todo.
No es posible rastrear los grandes acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial en suelo ruso, las grandes hazañas que llevaron a la derrota del fascismo y permitieron que al menos no fuera ese horror alemán el que plantara el futuro de la humanidad, sin establecer un paralelismo entre esos acontecimientos y la vida del gran mariscal de campo, y cuatro veces Héroe de la Unión Soviética. “Por su especial situación de varios años en el Ejército ruso, -escribiría Eisenhower en su libro Cruzadas en Europa– había tenido más experiencia como mando responsable en grandes batallas que ningún otro caudillo de nuestra época.” Seguir leyendo «La Gran Guerra Patria a través de Gueorgui Zhukov, un héroe repetido»
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