Articular en común las causas por la justicia. Entrevista con Yasmin S. Portales Machado

Yasmin S. Portales Machado, 1 de mayo de 2021.

Por Julio César Guanche y Harold Bertot Triana

Es difícil no estar de acuerdo en que el 11 de julio de 2021 marca un antes y un después en la historia reciente de Cuba. Las causas del estallido social vienen siendo estudiadas y debatidas por muchos intelectuales de la Isla desde hace mucho tiempo.

Sin embargo, el diagnóstico de los escenarios complejos que se abrirían para Cuba —ante un cúmulo de tensiones en varios órdenes de la vida social, económica, política y cultural—, y, sobre todo, las posibles soluciones y respuestas que se concibieron en estos debates, fueron en muchos casos ignorados, vilipendiados y sometidos con altanería al test —irresponsable con datos duros sobre situaciones realmente existentes en Cuba— que concluye de modo indefectible en el “excepcionalismo”, y en el “eso no pasa en Cuba”. 

La serie Voces Cubanas continúa en el empeño de seguir aportando visiones del actual panorama cubano, así como posibles vías para la superación de los problemas nacionales. Ahora con más fuerza que nunca se necesita de estos espacios, de diálogos con todas las voces cubanas en busca de canalizar y encontrar puntos en común en el diseño de nuestro futuro.

En esta ocasión, conversamos con Yasmin S. Portales Machado, quien es narradora, crítica literaria y activista política. Ha publicado ensayos sobre la ciencia ficción cubana y cuentos en diversas antologías. Proyecta sus ideales políticos anarco-comunistas en el trabajo voluntario en defensa de los derechos LGBTQ+, los derechos sexuales y reproductivos y el antirracismo en Cuba.

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Einmischung braucht Kuba nicht

Bei den Protesten gegen die Regierung (hier am 11. Juli) gab es auch Verletzte
Foto: Adalberto Roque/AFP/Getty Images

Interview Der Sozialwissenschaftler Julio César Guanche sieht in einem erneuerten Sozialismus die beste Lösung (Ute Evers)

Zunächst haben die Sicherheitskräfte bei den sozialen Protesten in Kuba mit Härte reagiert. Dann gab es ein Dialogangebot der Regierung, der bewusst sein dürfte, dass die Versorgungslage in den 1990er Jahren prekärer war als heute, doch auf mehr Verständnis stieß. Die Blockade des Internets, der Apagón, ist mittlerweile wieder aufgehoben.

der Freitag: Herr Guanche, was ist am 11. Juli auf Kuba tatsächlich passiert?

Julio César Guanche: Es gab Proteste in sechs der 15 Provinzen und an gut 60 Orten, die mehrere Tausend Menschen erfassten. Es zirkulieren zwar stark übertriebene Zahlen zu den Beteiligten, dennoch kam es zur größten Welle des sozialen Protests seit 1959. Es gab dann einen digitalen Apagón, der uns drei Tage ohne Internetzugang bescherte, sodass bis heute ein komplettes Bild fehlt, um erschöpfend zu wissen, was in jenen Tagen geschah.

Trifft zu, was vielfach kolportiert wird, dass es sich um die spontane Organisation eines spontanen Protests handelte?

Das Spontane bestand darin, dass es einen Kaskaden-Effekt gab, aber keine vorherige Agenda und keine Bewegung, die etwas organisiert hat. Natürlich gab es Aufrufe außerhalb Kubas, die vor allem zu Gewalt gegen Menschen anstachelten. Es sollten Polizeistationen angezündet und Menschen getötet werden, die sich als Revolutionäre zu erkennen gaben. Doch gibt es in Kuba eine enorme soziale Masse, die sich von solchen Aufrufen nicht beeinflussen lässt. Es ist ohnehin ein Fehler zu glauben, es gebe eine automatische Verbindung zwischen dem externen Einfluss und einem Volksaufstand. Wer das für möglich hält, ignoriert die interne Dynamik solcher Vorgänge, wie wir sie erlebt haben.

Fehlte es an Warnzeichen, dass es zu Problemen wie jetzt kommen würde?

Keineswegs, erst im November 2020 kam es zu einer friedlichen Sitzblockade von Intellektuellen vor dem Kulturministerium, die den Dialog mit der Regierung suchten. Doch dieser Weg einer Interaktion wurde nicht beschritten. Konkret ging es um die Abschaffung des Dekrets 349, das dem Staat das Recht über die Regulierung der künstlerischen Aktivitäten einräumt

Wo steht nach Ihrem Eindruck bei all dem die US-Administration?

Es gibt eine absolut zynische Ausnutzung der kubanischen Situation durch die USA. Ihre interventionistische Politik, besonders die Wirtschaftsblockade, spielte eine wichtige Rolle bei dem eingetretenen Szenario. Deshalb sage ich, dass der Ursprung der Proteste multikausal war, denn Maßnahmen der USA haben vieles verschärft. Erst unter Trump; dann durch Biden, der nichts verändert hat. Ein Beispiel sind Überweisungen nach Kuba, eine der drei Quellen des Einkommens auf der Insel. Was einst auf mehr als drei Milliarden Dollar jährlich geschätzt wurde, ist inzwischen durch die Politik eines beschränkten Finanzflusses praktisch abgewürgt.

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Una conversación sobre Cuba

Una charla sobre la Cuba pos 11 de julio, con la participación de Luciana Cadahia, Ahmed Correa Alvarez, Ailynn Torres Santana, Julio César Guanche, Amalia Perez Martin y Manuel Canelas.

La charla fue organizada por el Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social («un espacio que aúna en torno a sí la militancia, la investigación y la intervención política. (Su) objetivo principal es el de revitalizar el pensamiento crítico y establecer nuevas coordenadas culturales que organicen el futuro de nuestra sociedad.»

Asimismo, fue organizada por la Red Populismo, republicanismo y crisis global.

Está en juego la vida buena y justa en Cuba

Enrevista con Ailynn Torres Santana y Julio César Guanche

Foto: Kaloian Santos Cabrera

Por Martín Mosquera

Es difícil encontrar otro ejemplo de un país tan pequeño que haya tenido un impacto tan profundo en el mundo como la Cuba revolucionaria, a la que es imposible separar de la experiencia de descolonización del Tercer Mundo, de las luchas antimperialistas, de la radicalización internacional de 1968 y del giro latinoamericano a la izquierda de fines de los años 1990.

La continuidad revolucionaria de la isla, que sorprendentemente logró sobrevivir a la caída del «campo socialista», permitió que no se quebrara del todo en América Latina el hilo de una memoria y de una experiencia de lucha, muy distintas a la regresión reaccionaria que tuvo lugar en Europa Oriental.

Pero Cuba no es solo una referencia política y moral, una retaguardia estratégica o un motivo de orgullo. Es también un país real y concreto, más prosaico que el ideal, con sus sufrimientos, sus desigualdades y sus malestares. Y es también una sociedad que enfrenta problemas característicos de las experiencias del «socialismo de Estado», que parecen venir de otro mundo y de otro siglo: el aislamiento internacional (condensado en el bloqueo norteamericano), la tendencia a la escasez y a la subproducción, los rasgos burocráticos de su régimen político, las presiones restauracionistas de sectores interiores y exteriores al partido gobernante.

En el imaginario de algún experimentado militante marxista, las recientes movilizaciones pueden parecer un eco lejano de aquellas que sacudieron a los países del Este (y también a la izquierda internacional): Hungría en 1956, Praga en 1968, Polonia en los años 1980, Berlín en 1989.

Lo cierto es que a menudo Cuba es más mentada, idealizada o vilipendiada que conocida. De comprender antes que juzgar, entonces, se trata esta larga conversación que mantuvimos desde Jacobin con dos jóvenes intelectuales cubanos: Ailynn Torres Santana, académica y militante feminista, integrante del Consejo Editorial de la revista Cuban Studies (Universidad de Harvard) y del Consejo de Redacción de la Revista Sin Permiso, y Julio César Guanche, historiador y jurista dedicado a la investigación sobre democracia, republicanismo y socialismo.

¿Qué significan estas movilizaciones? ¿Qué impacto tienen? ¿Cuál es el riesgo de que sean capitalizadas por la oposición procapitalista? ¿Cómo valorar la situación actual desde un punto de vista comprometido con un socialismo democrático?

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Sobre un texto de Antonio Rodríguez Salvador

Por Julio César Guanche

Como es tradición en usted, cita lo que quiere y usa a su antojo lo que necesita para sus discursos. No negué el derecho de nadie a defender lo que considere justo y digno, como sinónimo de revolucionario, en este momento. Sugerí formas en que es imprescindible, en mi criterio, hacerlo en esta circunstancia.

La tierra es redonda, lo diga Biden o lo diga usted. El problema no es el diagnóstico, sino qué se hace con él. Ya dirá usted, si se anima, cómo una sola de mis soluciones para Cuba coincide con una política que rechazo abierta y continuamente.

El 5 de agosto de 1994 había unas diez personas en la escalinata de la UH, que fueron allí de modo completamente voluntario. Yo era uno de ellos. Nadie nos dijo que teníamos que «combatir» del modo en que se dijo este domingo. Luego, cuando Fidel Castro fue a la UH, dijo que habíamos hecho bien: cuidar la universidad, a la que por demás nadie hizo absolutamente nada. No pidió más que eso. No habrá visto usted una sola, una sola, palabra mía publicada hasta hoy que reniegue de lo que hice entonces. Sabe usted que Fidel Castro ordenó en aquel escenario no portar ningún arma de fuego. Ninguna.

Si usted tuviese una idea diferente a esa de Fidel Castro, es muy de usted. No la comparto. Los que dije en ese post, y ahí está, y voy a seguir repitiendo, es que procesar políticamente un escenario de conflicto es mejor que cualquier otro escenario que conduzca a conflictos civiles irreconciliables dentro de la nación. Si usted cree que esa opción por la política no es deseable, y hay que condenarla como ha hecho en su escrito, también es su opción.

No sé si ha notado usted que el presidente Díaz Canel no ha vuelto a usar esa expresión de la forma en que la pronunció el domingo. De hecho, lo único que ha hecho es aclararla. Si tiene usted una idea contraria a la de Díaz-Canel, también es muy de usted. Tampoco la comparto.

No es tan difícil decir lo que se ha dicho desde el lunes hasta hoy. O decir simplemente: “Vamos a escuchar y vamos a impedir la violencia”. O “La situación es muy compleja y las soluciones no son simples, conversemos, y no permitiremos ninguna violencia”. No sé si usted esté en contra de eso, pero la elección es de usted.

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Un testimonio de Leonardo Romero Negrín

Leonardo Romero, en días recientes

Este es un testimonio de Leonardo Romero Negrín (22 años), que fue detenido el pasado domingo, en La Habana. No lo conozco personalmente, pero varias personas cercanas a él, que han dado muestras de sinceridad comprobada a lo largo de tiempo, aseguran que es un joven valioso, honesto y de filiación política socialista.

Nada de esa descripción importa para el ejercicio de derechos, solo agrega información sobre su caso.

Para más contexto, una carta firmada días atrás, suscrita por una representación muy amplia de lo más granado de la intelectualidad mundial de izquierda, entre los cuales se encuentran nombres muy conocidos en Cuba como Noam Chomsky, Etienne Balibar, Robert Brenner, Eric Toussaint y Gayatri Spivak, exigía la liberación de Leonardo Romero Negrín y de Marcos Antonio Pérez Fernández (17 años), que también menciona el testimonio de Romero. (Hay otras dos personas referidas en esa carta, pero no los aludo pues han aclarado puntos de ese documento respecto a ellos dos en específico). Aquí hablo, específicamente, de Romero, al que ahora se le puede leer en un testimonio directo, que ha publicado La Joven Cuba.

Su testimonio contiene descripciones de actos de violencia policial cometidos contra él que son por completo inaceptables desde cualquier ética ya no humanista o revolucionaria, sino de apego mínimo al Derecho y a los derechos.

Soy jurista de formación, no puedo dar por cierto a priori un testimonio, esto es, sin estar abierto a prueba en contrario. Lo que exige la circunstancia es investigarlo a fondo, de inmediato, y con la mayor transparencia. De los resultados de ello dependen muchas cosas, para Leonardo Romero y para todos los que pudiesen haber sido objeto de situaciones como las que él describe, y para muchos también al interior de la sociedad cubana.

Reclamar responsabilidades es un deber y un derecho. Las conclusiones de esa investigación deben ser públicas. Es necesario que se reconozcan los abusos que se hayan cometido y que una declaración oficial los califique de modo urgente de inaceptables, junto a la emisión de órdenes terminantes sobre ello a los cuerpos encargados.

El pasado 14 de julio sugerí, entre otras cuestiones que podrían contribuir, en mi opinión, a mejorar y no a empeorar el escenario lo siguiente: “procesar solo a personas que hayan cometido delitos graves sobre otras personas o bienes, teniendo en cuenta la gravedad de las consecuencias y el contexto en el que se produjo. Promesa, con garantías, de revisar la actuación policial con sanción firme para casos de excesos, con información precisa sobre los detenidos, retirada de cargos para todos los manifestantes pacíficos, y debido proceso para los actores civiles de violencia con daños calificables acorde a Derecho.”

Para los que acostumbran a centrarse solo en el mensajero, y criticarán al medio que lo publicó, o a quien lo postea, deberían reconocer que el mensaje está ahí y lo justo y digno en este momento, en mi opinión, es encararlo.

También comento a quienes solo buscan “matar al mensajero” que son muchos los que han escrito algo parecido en todos estos días, y que es una preocupación compartida también en prensa estatal, como Alma Mater y Juventud Rebelde, donde se ha dicho que: “Y si hubiera el 11 de julio cualquier exceso demostrado de autoridades contra manifestantes, igualmente debía ser juzgado.”

Si se tratase de un solo acto de este tipo no puede ser pasado por alto. Un acuerdo social sobre el uso de la violencia policial en Cuba fue una de las bases que sostuvo e impulsó el 59.  Es un deber investigar, que se le haga saber en profundidad al pueblo y que se juzguen comprobadamente a los que resultasen responsables.

Cualquier persona que tenga, al menos, vocación humanista, tiene justa obsesión por la justicia. Las injusticias que ocurren con gravísimas consecuencias, por masivas y continuamente repetidas en otros lares, no son alivio alguno, cualquiera sean las diferencias de escala, para las que se produzcan en el contexto propio.

Hay mucho que decir sobre todo el escenario, pero a veces un caso concreto muestra la gravedad a la que puede conducir una situación. Este es un ejemplo, ante el que debería resultar imposible no reaccionar en busca, para empezar, de información transparente y demanda de justo proceder. (Julio César Guanche)

Testimonio de Leonardo Romero Negrín:

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Regarding US intervention in Cuba. Some acts

By Julio César Guanche

1898

The US troops disembark in eastern Cuba, on Daiquirí beach. Americans are killed in combat, including a significant number of African Americans. The Chicago Museum of African American History preserves letters from several of them to their mothers. Some show their heartfelt commitment to the freedom of Cuba from the Spanish yoke.

At the Two Brothers bar, in front of Havana’s Malecón, legend has it, US soldiers toast with cheap Bacardi rum, which they consider to be of low quality, so they mix it with coca cola and shout “Viva Cuba Libre”, a phrase that gives name to the drink to this day. Joyful at the triumph against the Spanish colonial power, it is not compulsory to assume that it was, stickily on their part, a hypocritical toast.

At the same time, in eastern Cuba there were absolutely implausible land purchases. The United Fruit Company bought 170,000 hectares for less than $ 200,000. That is, at $ 1.17 per hectare.

At the same time, US companies deepened the control they had already gained over mining in Guantánamo and Santiago de Cuba. Control of Cuban iron, copper, and manganese was crucial to the deployment of the heavy industry of the then-nascent US imperialism — the word imperialism had been in use since 1898, it was not invented in a PCC* manual —.

For various reasons, the majority of the workforce employed in that mining was Spanish. The depredation of Cuban land and the lack of employment, together with the conditions in which the war of independence had left the eastern region, produced a social situation of enormous impoverishment and turned it into a political powder keg, which exploded in 1912.

1902

US occupation excluded black Cubans from the police forces, the Rural Guard and the officers of the Artillery Corps. Also, it tried to exclude a very noticeable proportion of the humble population from the recently launched universal suffrage for men (in the first republican elections around 5% of the electoral roll voted), through the requirement of an electoral franchise, a «technical” resource for exclusion.

The Platt Amendment allowed a military base to be installed at Guantanamo, which exists to this day.

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Sobre las intervenciones estadunidenses en Cuba. Algunas escenas

Monkc, 2019

Por Julio César Guanche

1898

Las tropas estadunidenses desembarcan por el oriente cubano, por la playa de Daiquirí. Mueren en combate estadunidenses, entre ellos un número importante de afroamericanos. El museo de Historia afroamericana de Chicago conserva cartas de varios de ellos a sus madres. Algunas muestran su sentido compromiso con la libertad de Cuba del yugo español.

En el bar Two Brothers, cuenta la leyenda, frente al Malecón habanero, soldados estadunidenses brindan con un ron Bacardí, barato, que consideran de baja calidad, por eso lo mezclan con coca cola y gritan “Viva Cuba Libre”, frase que nombra ese trago hasta hoy. Alegres por el triunfo contra el poder colonial español, no hay que suponer obligatoriamente que era, por parte estricta de ellos, un brindis hipócrita.

A la vez, en el oriente cubano se registraron compras de tierras absolutamente inverosímiles. La United Fruit Company compró 170.000 hectáreas por menos de $200.000. Esto es, a 1.17 dólares la hectárea.

A la vez, las compañías estadunidenses profundizaron el control que ya habían ido ganando sobre la minería en Guantánamo y Santiago de Cuba. El control del hierro, el cobre y el manganeso cubanos fue crucial para el despliegue de la industria pesada del entonces naciente imperialismo estadunidense —la palabra imperialismo se usaba desde 1898, no la inventó un manual del PCC—.

Por varias razones, la mayoría de la mano de obra empleada en esa minería era española. La depredación de tierra cubana y la falta de empleo, unido a las condiciones en que había dejado a la zona oriental la guerra de independencia produjeron una situación social de enorme empobrecimiento y la convirtieron en un polvorín político, que estalló en 1912.

1902

La ocupación estadunidense excluyó a los negros cubanos de los cuerpos de la policía, de la Guardia Rural y de la oficialidad del Cuerpo de Artillería. También, pretendió excluir a una proporción muy apreciable de la población humilde del recién estrenado sufragio universal para los hombres (en las primeras elecciones republicanas votó alrededor del 5% del padrón electoral), a través de la exigencia de una franquicia electoral, un recurso “técnico” para la exclusión.

La Enmienda Platt permitió que una base militar se instalase en Guantánamo, que existe hasta hoy.

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