La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio, de Antoni Domènech

La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio

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Ha sido publicado por La Editorial Ciencias Sociales, en la Habana, este libro: La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio, de Antoni Domènech Figueras.

Toni Domènech, como le decían sus amigos, es, en mi opinión, el más importante filosofo político en idioma español que desde el siglo XX hasta hoy se haya concentrado en los temas de la república, la democracia, el marxismo y el socialismo. Esos eran sus temas principales, pero para tratarlos se desempeñaba con toda naturalidad en campos tan disímiles como la filología clásica, la economía política, la psicología cognitiva o las matemáticas.

He conocido y tratado de cerca a varios grandísimos intelectuales, pero la erudición y profundidad de Domènech me sigue asombrando entre todos.

Este es un libro difícil de leer. Ojalá muchos se aventuren a hacerlo. Hoy, que se rinde culto y es obligación citar a tanto “mequetrefe”, diría el propio Domènech, que será un absoluto desconocido en apenas pocos años, estoy convencido que esta lectura tiene el poder de los clásicos: estar y seguir ahí a pesar de las modas y las contramodas.

El profesor Domènech falleció temprano, cuando aún por edad podía seguir ofreciendo muchísimo. Este libro, que sale ahora con carácter de póstumo, es su primera edición mundial. El autor accedió a publicarlo en Cuba, donando sus derechos para una edfición no comercial y esperando muchos años para verlo publicado. La vida no le alcanzó para verlo en sus manos. 

Antes de este, había publicado El Eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista, por Crítica, que en breve será reeditado por AKAL. Ese libro es considerado un clásico contemporáneo.

(Ver aquí otro libro suyo: https://jcguanche.wordpress.com/2018/01/14/de-la-etica-a-la-politica-de-la-razon-erotica-a-la-razon-inerte-de-antoni-domenech/)

En Cuba fue publicado gracias al apoyo de Zuleica Romay Guerra, en ese momento presidenta del Instituto Cubano del Libro. Por parte de la Editorial de Ciencias Sociales, la labor de Gladys Hernández fue imprescindible.

Dejo aquí un párrafo, como homenaje al autor, de una breve charla que Domènech dio a sus alumnos en Barcelona, al iniciar un nuevo curso escolar.

“La ciencia es un reconocimiento de una Humanidad madura. Es un reconocimiento de impotencia y de humildad. Lo otro, las verdades absolutas, queda para curas y para extremistas adolescentes. Que dejen de decirnos de qué va la vida, que la vida es esto, somos un producto extremadamente improbable de la evolución de cuatro bases químicas en el planeta Tierra, que ya es un planeta muy improbable, y estamos aquí para entender un poco de qué va esto y de volver a morirnos. Somos una especie de fogonazo en la oscuridad. Así que, chicos, aprovechad el fogonazo. El fogonazo se aprovecha aprendiendo en serio, no fantaseando o creyendo que uno ya lo sabe todo, que no hay nada por conocer. El tiempo es corto y no hay nada más divertido que saber cosas, y espero que para eso os sirva pasar por la universidad.”

¡Hasta la República siempre, Toni Domènech!

A continuación reproduzco el breve prólogo que Domènech escribió a la edición cubana.

Dedicatoria

Para María Julia Bertomeu, mujer de curiosidad deliciosa, ciudadana sin tacha, tierna compañera de vida, de estudio y de combate  

Prólogo cubano

Este libro contiene un conjunto hasta ahora disperso de trabajos, notas, entrevistas y apuntes publicados entre 1999 y 2012. Muchos amigos y colegas jóvenes han venido insistiendo desde hace tiempo en la utilidad de reunirlos en un volumen y hacerlos más fácilmente accesibles al posible público interesado. Ninguno logró hasta ahora vencer la pasiva renuencia del autor, nacida –me temo— de una especie de ingénita indolencia quevediana:

A mí han de heredarme

mis propios deseos:

que hago ajeno al punto

lo que acá me dejo…

Sólo a la amable y enérgica tenacidad de Julio César Guanche se debe este volumen, que me obliga a reapropiarme de material vario dejado acá y allá en los tres últimos lustros.

El material se distribuye aquí en cuatro bloques temáticos.

El primero está constituido por distintos textos en torno a la historia de la libertad política republicana. Varios de esos textos guardan una relación más o menos mediata con mi viejo libro de 1989 De la ética a la política. De la razón erótica a la razón inerte (Barcelona, Editorial Crítica).

El segundo, que gira en torno a la fraternidad republicana democrático-revolucionaria y su legado normativo al socialismo contemporáneo, está compuesto por materiales –textos, entrevistas— directa o indirectamente relacionados con mi libro de 2004 El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista (Barcelona, Editorial Crítica).

El tercer bloque reúne material de crítica académica: una curiosa entrevista con un estudiante mexicano sobre izquierda académica e Ilustración, además de dos textos –también para auditorio estudiantil, esta vez barcelonés— sobre la autonomía universitaria y sobre la crisis actual de la universidad y el lugar de las ciencias sociales en esa crisis.

El cuarto bloque se centra en Marx, marxismo y tradición política republicano-democrática. Marx dijo una vez –refiriéndose a Lassalle— que la esencia del sectarismo consiste en presentarse como inaugurador fundacional de una corriente radicalmente nueva de pensamiento y de acción. Buena parte de la falsificación que de Marx han hecho distintos “marxismos” del siglo XX consistió precisamente en eso, en desfigurarlo y simplificarlo –y desmentirlo— como originador de una doctrina tan mostrenca, y mefítica, como sectaria. Cuando, en cambio, se ve a Marx y a Engels, por lo pronto, como parte de la tradición del movimiento obrero contemporáneo, y más de fondo, como parte y continuación de una inveterada tradición histórico-política –la del republicanismo democrático-revolucionario—, no sólo se restaura la verdad histórica sobre la obra de unos pensadores y hombres de acción sin par, lo que no es poca cosa, sino que se abre una ventana a la recuperación de su formidable legado científico y político para pensar de modo fresco e inteligente el presente.

Los materiales que contiene cada uno de los bloques temáticos están ordenados cronológicamente. Mucho agradezco al Instituto Cubano del Libro, y particularmente a la señora Gladys Hernández, el esmero puesto en las tareas de edición.

Antoni Domènech

Mella. Textos escogidos

A todos los que escribieron interesados en este libro, aquí dejo el link , disponible para descarga libre.

(Gracias a Victor CasausIsamary Aldama Pando y el Pablo De La Torriente Brau.)

Descargar aquí:
http://www.centropablo.cult.cu/…/Mella-textos-escogidos-par…

La fuerza de Fernando Martínez Heredia

Fernando Martínez Heredia

 

Por Julio César Guanche

Alejo Carpentier escribió que toda la historia de Cuba está contenida en sus canciones políticas. Se pueden “leer” esas canciones, a la vez, como antropología cultural de la nación, como crónica política de eventos y como historia social de sus procesos. En ellas, aparece el pueblo cubano como centro espectacular de atención, productor de discursos complejos, expresivos de infinitas prácticas contradictorias, capaz de politizar su choteo, su dolor y sus demandas; y de marcar, en grados variables, no solo la formación genérica de la “cultura nacional” —muchas veces presentada de modo despolitizado, como especie de “alma alada” de la nación—, sino, específicamente, el curso y los desenlaces políticos de los procesos reales en los cuales ese pueblo ha estado implicado. Sin embargo, en una gran masa de análisis historiográfico, que repite cronologías de hechos y biografías de líderes, el pueblo cubano permanece desconocido, sepultado una y otra vez por los discursos que lo invisibilizan, aun pretendiendo “defenderlo” o, incluso, “hablar en su nombre”.

No es el caso de Fernando Martínez Heredia (1939-2017). Formado en el auge y esplendor del marxismo de los 1960, ya sabía que la historia exclusivamente “política” es un “ídolo” a derrotar, conoció y empleó los avances de esa hora de la historia social y “desde abajo”, y fue parte de la recuperación latinoamericana del marxismo heterodoxo, en su caso señaladamente del aporte de Antonio Gramsci y su teoría de la hegemonía.

Ese marco lo situó en una posición ventajosa para comprender las múltiples dimensiones sociales de la política, para visibilizar al pueblo, y para hacer algo tan importante como difícil de entender: identificar cómo gana y cómo pierde la “gente común” dentro de un proceso determinado, y cómo sus demandas son incorporadas, sea en forma beligerante o mediatizada, en las posteridades de tales procesos, por ejemplo, en las formas institucionales que fija y en los cambios culturales duraderos que produce. Desde este código de lectura, Martínez Heredia propinó un golpe significativo a décadas de discursos y “análisis” sobre la “pseudorrepública” cubana, cuando expresó: la república burguesa cubana de 1901 “fue un resultado posrevolucionario, no contrarrevolucionario”(Martínez Heredia 2000), con lo que ello significa para el análisis social.

Es preciso subrayarlo dada la seducción —naíf— ejercida por un juicio que escamotea a su obra su soporte teórico: como Martínez Heredia era “humilde” —y lo era de un modo en el que he conocido a muy pocas personas—, y era “muy revolucionario”, su enfoque se desprendería de su carácter y de sus compromisos. Sin embargo, no basta con querer hacer algo, es necesario saber, poder y atreverse a hacerlo. Seguir leyendo «La fuerza de Fernando Martínez Heredia»

Marc Bloch, o el sentido de historiar

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«No nos hemos atrevido a ser en la plaza pública la voz que clama en el desierto (. . .) Hemos preferido encerrarnos en la quietud de nuestros talleres (. .. ) No nos queda, a la mayor parte, más que el derecho a decir que fuimos buenos obreros. ¿Pero hemos sido también buenos ciudadanos?». Marc Bloch.

Bloch, de oficio (gran) historiador, murió fusilado, tras ser torturado durante varias horas por la Gestapo, por haber participado en la Resistencia Francesa, el 16 de junio de 1944.

Ver aquí “Introducción a la historia”, o, “Apología para la historia”.

La revolución cubana del 30. Ensayos

 

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Descargue aquí La revolución cubana del 30. Ensayos, de Fernando Martínez Heredia, publicado en formato de Libros Libres por Ruth Casa Editorial, quien autorizó su reproducción en La Cosa.

Ver aquí otros libros publicados por Ruth Casa editorial en formato de Libros Libres (descargas en pdf).

«Cuba se convirtió en una nación cuando sumó, a la lenta acumulación de rasgos culturales que van tornando específico a un pueblo en un lugar determinado del mundo, sus revoluciones del último tercio del siglo XIX. Ellas le dieron un significado particular a la emancipación de la gran masa de esclavos negros y al proceso que acabó con el régimen colonial, posibilitaron que fuera orgánica la composición de la población de Cuba y la integración de sus regiones físicas, proveyeron una gesta nacional con su historia propia, sus fastos, dolores, símbolos y emociones compartidos. Esas dos revoluciones crearon al pueblo cubano como comunidad autoidentificada e irreductible a cualquier otra del planeta, hicieron que la política fuera la forma de conciencia social más característica del pueblo de la Isla y que ella exigiera la creación de una nación Estado republicana, con instituciones y usos democráticos. Por esas revoluciones, el nacionalismo en Cuba ha tenido un contenido popular y de ideas radicales, que ha impedido a los que dominan disponer de él libremente como instrumento de hegemonía. La inmensa herencia de esas revoluciones sigue teniendo un gran peso en el mundo espiritual y político cubano.» Fernando Martìnez Heredia

 

Contiene los siguientes textos:

Los dilemas de Mella

Guiteras y el socialismo cubano

Roa, Bufa… y el marxismo subversivo

Pablo y su época

Villena: El héroe romántico de la revolución proletaria

 

La soberanía de los ciudadanos es también la soberanía nacional

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Henri Cartier-Bresson – CUBA. 1963.

Por Julio César Guanche

 

En una caricatura de la década de 1930, Eduardo Abela hizo decir a su personaje El Bobo, mientras este contemplaba una imagen de José Martí: «Maestro, cuando usted dijo: “con todos y para el bien de todos”, ¿a quién se refería?».

El todos al que se refería Martí es uno de los nombres posibles de la “soberanía”. Abela enunció así un tema crucial tanto para la filosofía política como para la política práctica, que podemos llamar «el problema de quiénes somos todos».

Todas las doctrinas políticas que no renuncian explícitamente a la democracia anuncian que están comprometidas con “todos”. Sin embargo, como decía Oscar Wilde, nadie puede escribir una línea sin descubrirse. En este caso, su teoría y su práctica descubren qué y a quién defienden cuando celebran discursivamente el “todos”.

El republicanismo oligárquico y el liberalismo (este con salvedades, como es el caso del liberalismo igualitario) confluyen en su carácter elitario: históricamente han defendido el gobierno de los pocos, de los ricos, de los «mejores», de los más «ilustrados», y han consagrado la exclusión o la limitación de poder para los pobres, las mujeres, los indígenas, los negros y los trabajadores. Han justificado su exclusión a través de expedientes como el racismo y recursos institucionales como el voto censitario y el sufragio masculino, calificado durante décadas como «sufragio universal» aún con la exclusión de todas las mujeres.

 El marxismo-leninismo soviético es, a su propia manera, también elitista: concibe que el “todos” debe ser dirigido por una “vanguardia”. Esta, organizada a través del  partido único y protegida por la ideología de Estado, celebra al pueblo al tiempo que lo considera como un colectivo de eternos menores de edad, que debe ser educado y organizado siempre desde fuera de sí mismo. De este modo, produce obstáculos para que el pueblo, el soberano, pueda institucionalizarse en tanto sujeto político y garantiza a la burocracia, ella también una oligarquía, como única detentadora del poder.

En contraste con esos enunciados, la soberanía democrática remite a un todos sin exclusiones y capaz de autogobernarse.  La afirmación genera dos preguntas obvias:

  1. a) primero, cómo todos pueden llegar a ser efectivamente todos, sin exclusiones.
  2. b) luego, cómo todos pueden ejercer efectivamente poder político, esto es, autogobernarse.

Antes de explorar las respuestas a ambas cuestiones, recuerdo que el “todos autogobernado”, lo que estaré comprendiendo como sinónimo de una comunidad soberana, tiene asimismo escalas: la soberanía remite por igual a la autodeterminación de un colectivo nacional frente a un gobierno ajeno, que a la libertad de una comunidad de ciudadanos al interior de una nación con gobierno propio.

Como he anticipado antes, a lo largo de esta intervención sugeriré maneras en que todos puedan llegar a ser efectivamente todos, y por ese camino puedan alcanzar autogobierno, pero retengo primeramente el hecho de que, si bien es posible hablar de “soberanías” (nacional, ciudadana, alimentaria, energética, sobre el propio cuerpo), etc, todas ellas no son sino manifestaciones relacionadas entre sí de una misma y única libertad. Esto es, la soberanía de la nación está vinculada a la soberanía de sus ciudadanos. El desarrollo de una es condición y resultado del desarrollo de otras. Por lo mismo, la ampliación de una de ellas a costa del recorte de otras, compromete  a ambas. Entre las múltiples dimensiones de la soberanía, elijo aquí tratar solo dos, y analizar el vínculo entre ellas: la soberanía nacional y la soberanía ciudadana. Seguir leyendo «La soberanía de los ciudadanos es también la soberanía nacional»

Marxismo: el debate está de vuelta. David Harvey sobre Thomas Piketty

Piketty

David Harvey

 Thomas Piketty ha escrito un libro llamado El Capital en el Siglo XXI que ha causado un cierto revuelo. Defiende los impuestos progresivos y un impuesto global sobre la riqueza como la única forma de contrarrestar las tendencias hacia la creación de una forma de capitalismo “patrimonial” marcada por lo que califica como desigualdades de riqueza y renta “aterradoras”. A su vez, documenta de una forma minuciosa y difícil de refutar, cómo la desigualdad social tanto en riqueza como en renta ha evolucionado a lo largo de dos siglos, con un énfasis particular en el rol de la riqueza. Destruye la idea ampliamente extendida de que el capitalismo de libre mercado extiende la riqueza y que es el mayor bastión en la defensa de libertades individuales. El capitalismo de libre mercado, cuando se hayan ausentes las intervenciones redistributivas del Estado produce olgarquías antidemocráticas, tal y como demuestra Piketty. Esta demostración ha dado alas a la indignación liberal mientras que ha enfurecido al Wall Street Journal.

El libro se ha presentado a veces como el sustituto del siglo XXI a la obra del XIX de mismo título de Karl Marx. Piketty ha negado que ésta sea su intención, lo cual parece justo dado que su libro no trata en absoluto del capital. No nos explica por qué se produjo el crash de 2008, ni por qué está le está costando tanto tiempo salir a la gente del mismo bajo la carga doble del desempleo prolongado y los millones de hogares desahuciados. No nos ayuda a entender por qué el crecimiento  se halla ahora mismo ralentizado en los EEUU en comparación con China, ni por qué Europa se halla atrapada entre las políticas de austeridad y el estancamiento económico. Lo que piketty nos muestra mediante estadísticas (y ciertamente estamos en deuda con él y sus colegas por ello) es que el capital ha tendido a crear, a lo largo de su historia, niveles cada vez mayores de desigualdad. Esto, para mucho de nosotros, no es ninguna noticia. Era exactamente la conclusión teórica de Marx en el Volumen Primero de su versión del Capital. Piketty no resalta esto, lo cual no es ninguna sorpresa, ya que para defenderse de varias acusaciones de la prensa de derechas de que se trata de un criptomarxista, ya ha señalado en varias entrevistas que no ha leído el Capital de Marx.

Piketty recoge muchos datos para apoyar sus argumentos. Su explicación de las diferencias entre renta y riqueza es útil y convincente. Y desarrolla una defensa razonable de los impuestos sobre sucesiones, la tributación progresiva y un impuesto global a la riqueza como un posible antídoto (aunque con toda seguridad, inviable políticamente) a la creciente concentración de riqueza y poder. Seguir leyendo «Marxismo: el debate está de vuelta. David Harvey sobre Thomas Piketty»

La necesidad de abrir caminos (Dúplica a Haroldo Dilla)

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Por Julio César Guanche

Haroldo Dilla me ha hecho el honor de replicar, en “Los íconos difusos”, un artículo en el que cuestiono algunos de sus comentarios.

No me he referido a los miedos que despierte ser acusado de “difuso”, ni a cuál sería la respuesta heroica ante ello. Sostener una posición política democrática debe ser un derecho ante el cual la heroicidad sea superflua y el miedo inconcebible —como defiendo, ya que estamos, abolir todas las fuerzas antidisturbios y liberar a todos los presos por razones políticas de este mundo—. Pero sigo pensando que su posición regatea la legitimidad de posturas políticas diferentes.

Nunca he aceptado desacreditar una postura intelectual por las descalificaciones que se dirijan a la persona de su proponente. Dilla hizo esto en su primer texto, cuando aseguró que todas las opciones de Alfredo Guevara se orientaban a su “uso y beneficio” como “mandarín y gay oficial”, “suerte de florero”. Ahora dice que soy yo el que lleva a ese punto la discusión. Pero lo dejaré de lado, pues dice cosas de mayor importancia que mis reales o supuestos yerros polémicos.

Las biografías son algo más importante que los intercambios de “chismes” privados. Ya que Dilla entra en detalles biográficos, lo haré para explicarme.

Para entender la vida política de Mañach, por ejemplo, es necesario ser preciso en su biografía. Es oportuno saber que prologó la primera edición en forma de libro (1954) de La historia me absolverá. Es importante conocer que  Mañach, “no se fue” de Cuba, sino que, según él mismo, no le dejaban alternativa, cuando lo retiraron del claustro universitario, y le privaron de sus fuentes de empleo en los medios de prensa.

También es necesario notar que se opuso a la dictadura de Batista, y que, por sus convicciones, liberal republicanas, no podía compartir el curso comunista, que según entendía, tomaba el curso revolucionario desde fecha temprana. Es bueno saber que llegó muy enfermo a Puerto Rico, que esto ha habilitado reinterpretar el “apoyo explícito” que, se ha dicho, prestó a la invasión de Girón (1961), o conocer que no autorizó en vida la publicación de Teoría de la frontera, queeran notas de curso sobre un tema que nunca antes había trabajado.

Tampoco es redundante la interpretación de sus inserciones políticas. Es necesaria la interpretación del ABC, entendida tradicionalmente como “facistoide”, cuando fue el primer movimiento moderno de una derecha de masas en Cuba. Es una simpleza calificarlo de “fascista”, como si todas las derechas lo fuesen sin más.

Es importante comprender el contexto de enunciación de las ideas: no es lo mismo defender la democracia bajo un sistema liberal oligárquico que defenderla bajo un formato liberal social, que con sufragio universal o sin él. Habrá quien piense que la democracia es “una sola” —como dicen los estalinistas que “hay un solo marxismo”—, pero es un error, que Dilla no comete, aunque no considera sus diversas implicaciones.

La biografía, la  interpretación de las opciones políticas y de los contextos de enunciación de las ideas son aspectos cruciales para comprender una tradición y sus “recuperaciones” posibles. Es lo que he intentado hacer con Roa, y he visto utilidad en hacerlo para el presente, como es útil para la interpretación del pasado, hecho que también es relevante. Desde ahí busco interpretar los legados de intelectuales políticos, como Mañach o Alfredo Guevara, aspirando a hacer algo más que asignar calificaciones de quién es más importante, o más intelectual que el otro. Dilla, aunque en su segundo texto es mucho más analítico que en su primer alegato, simplifica este tema.

Dilla establece que los problemas que yo señalo como propios de la relación entre el socialismo y la democracia, son más bien atinentes a la relación liberalismo-democracia: “los problemas de la libertad del individuo ante el estado/comunidad”. Seguir leyendo «La necesidad de abrir caminos (Dúplica a Haroldo Dilla)»

Citizen participation in the Cuban State

 

Cuba

 Por Julio César Guanche

(Este texto es la traducción al ingles de La participación ciudadana en el Estado cubano )

The democratic republicanism has been central to major events like the French Revolution or the Spanish Republic, and now inspires changes underway in Venezuela, Bolivia and Ecuador. The socialist movement, like jacobinism, is part of the republican heritage that includes struggles for democracy and the political concept of fraternity: the reciprocity of equality is freedom. Undemocratic republicanism was, in contrast, established in Latin American oligarchic republics after independence from Spain, founded on the exclusion of indigenous, black and mestizo majorities as well as the free poor. That was the regime established in Cuba between 1902 and 1933. The cause of the country’s sordid reputation is based on its oligarchic and exclusive profile, not on its republican character. The establishment of the Republic was precisely the great conquest of the struggles waged throughout the nineteenth century in the country.

Thus, the republican ideology has a conflicting image on the Island for its development in the twentieth century. The act of calling the dictatorship from 1902 to 1959 a «Republic» and calling the regime that followed a «Revolution,” expresses this problem, but does not form part of the solution. The form of government that regulates the current Constitution is also a Republic. Now, the growing impetus towards new and redefined Republican-content is essential and urgent for the democratization of Cuban politics. Promoting civic participation as a Republican means plays a key role in collectively shaping the social order and of ensuring that the action taken by the government is in the control of its citizenry. For that reason, I study the institutional design of civic participation in the Cuban state, and its potential to promote further participation. The recovery of the actual democratic republicanism for Cuban political culture is the vocation of the analysis. Seguir leyendo «Citizen participation in the Cuban State»