El problema de la sedición

En torno a un aspecto de las sanciones por el 11J en Cuba.

Foto: Julio César Guanche

Por Julio César Guanche

El 11 de julio (11J) de 2021 sucedieron en Cuba, las protestas más grandes habidas desde 1959 en el país; cuatro días después de esa jornada, en Granma se aseguró que los comportamientos cometidos ese día tipificaban delitos comunes. En específico, fueron identificados desórdenes públicos, atentado, resistencia, desacato y desobediencia.

En contraste, al menos 158 personas, según el sitio Justicia 11, han sido o están siendo acusadas de sedición. La Fiscalía General de la República declaró un total de 790 procesados por el 11J, sin precisar cuántos serían los acusados por esta causa.

Hasta el 24 de enero de 2022, por más de seis meses tras el 11J, Granma no mencionó el concepto “sedición”. Además, en la reciente declaración de la Fiscalía aparecen novedades respecto a lo que el propio diario Granma publicó sobre el tema en julio de 2021.

Me referiré a tres nuevas calificaciones aparecidas en esa nota: “de manera tumultuaria”, “perturbación grave del orden público”, y “deliberado propósito de subvertir el orden constitucional”. Antes de hacerlo, mencionaré brevemente la historia del delito de sedición en Cuba, para entender mejor los problemas de su aparición en este escenario.

Mi interés aquí es discutir la pertinencia y aplicabilidad del concepto sedición, en los propios términos del Código Penal y la política cubanos, respecto a los procesos del 11J.

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La evolución del poder en la revolución  cubana, Juan Valdés Paz (pdf)

El propósito de este estudio es realizar un examen de la constitución y evolución del poder político y social de la Revolución Cubana. El primer tomo abarca tres periodos: de 1959 a 1962, de 1964 a 1974 y de 1975 a 1991. El segun­do tomo retoma el proceso y culmina en nuestros días.

Juan Valdés Paz, sociólogo, integrante del consejo editorial de la revista Pensamiento Crítico y durante dos décadas miembro del Centro de Estudios sobre América. Por la obra de su vida, recibió el Premio Nacional de Ciencias Sociales. Entre otros libros suyos, pueden consultarse La Transición Socialista en Cuba (1993), Procesos Agrarios en Cuba, 1959-1995 (1997), El proceso de organización agraria en Cuba. 1959-2007 (2009)El espacio y el límite. Ensayos sobre el sistema político cubano (2010) y La evolución del poder en la Revolución Cubana (2018), en dos tomos.

Con permiso expreso del autor, La Cosa pone a disposición, por vez primera en internet, para descarga gratuita en pdf: La evolución del poder en la revolución  cubana (dos tomos)

Descargar La evolución del poder en la revolución  cubana tomo I

Descargar La evolución del poder en la revolución  cubana tomo II

Cuba hoy. Protestas, cambios sociales, perspectivas políticas. Notas para una conferencia

Foto: Julio César Guanche

Por Julio César Guanche

Nota: Este texto no es un artículo. Son notas de guía para una conferencia impartida para la Red para el Estudio de las Izquierdas en América Latina – REIAL (09.08.2021). Las publico de esta forma por pedidos desde Cuba para facilitar el acceso al contenido, y porque además el audio de la Conferencia grabada experimentó problemas de calidad.

Descargar este texto en pdf

Ver el video de la Conferencia

 

El enfoque para abordar las protestas del 11J en Cuba

Tres narrativas maestras:

1. La narrativa estadounidense acompañada por derechas latinoamericanas y cubanas, que solo invocan la “dictadura cubana” como única causa de las protestas.

2. Defensa cerrada del proceso cubano, que invoca solo la existencia del bloqueo (uso aquí el término Bloqueo, antes que Embargo, porque es el empleado por NNUU en las declaraciones que acoge sobre el tema).

3. Enfoques multidimensionales, que reconocen la coordinación externa en la agresión, a la vez que dan cuenta, con diversos grados en su crítica, de la situación cubana.

El segundo enfoque reclama el monopolio del enfoque de izquierdas sobre las protestas, y deja poco o ningún espacio a la crítica de la situación nacional.

Ese discurso recuerda un enfoque sobre el colonialismo, para el cual la sociedad nacional apenas existe, ni existen sus contradicciones, sus actores, sus privilegios, sus relaciones de poder. Tal mirada reedita, de alguna manera, el ángulo colonia-metrópoli,  ahora como imperialismo estadounidense vs revolución cubana.

En la historia de América Latina, ese tipo de visiones, positivistas, sobre el proceso de la primera independencia evitaron mostrar a las elites ganadoras internas de la independencia, a la vez que invisibilizaron el papel de los afroamericanos en la independencia, como sucedió con la historiografía liberal colombiana.

Ese enfoque se reclama marxista pero renuncia a claves del marxismo a la hora de analizar Cuba: si antes criticó el enfoque de guerra fría de una zona de las ciencias sociales estadunidenses, que con razón podía calificarse de “castrocentristas” (solo existía Fidel Castro, y la sociedad cubana era un ente silente y subordinado por completo al liderazgo), ahora hace algo muy similar con el “bloqueocentrismo”: todos los conflictos cubanos se explican, empiezan y terminan por el bloqueo y la agresión estadunidense.

Un ejemplo de la necesidad de enfoques comprehensivos y multidimensionales

The grayzone, un medio independiente de los EEUU, propuso un marco de interpretación para entender el fenómeno de la recepción de la canción “Patria y Vida”: el concepto de “imperialismo interseccional”, que supone el uso de políticas de identidad con fines imperialistas, en lo cual identifica a la OTAN jugando un papel destacado. (Este concepto parece tener relación con el de “Neoliberalismo progresista”, de Nancy Fraser)

En ese texto se puede encontrar lo siguiente: En 2009, la USAID inició un programa para provocar un movimiento juvenil contra el gobierno cubano cultivando y promoviendo a artistas locales de hip-hop, de la que fue parte una plataforma de redes sociales tipo Twitter (ZunZuneo) que lanzaba miles de mensajes automatizados promoviendo a raperos cubanos entre la juventud cubana, sin que en ese caso (el dúo Los Aldeanos) estuvieran al tanto.

El senador Patrick Leahy, añade ese texto, se quejó de que “la USAID nunca le informó al Congreso sobre esto y nunca debió estar asociado a algo tan incompetente e imprudente”. Barack Obama presentó su plan para normalizar las relaciones con el gobierno cubano, insistiendo en que Cuba expandiera su acceso al internet.

Sin embargo, ese texto no menciona que hay más datos en esa historia.

En 2012, en el cine Acapulco de la Habana se hizo un concierto, según recoge hasta hoy el sitio Cubasí, con “los más heréticos representantes del hip hop cubano, Raudel de Escuadrón Patriota, Al2, Soandry Hermanos de Causa, Silvito el Libre, Maykel Xtremo, Barbarito el Urbano Vargas y Carlitos Mucha Rima”.

El concierto tuvo lugar en el marco de la XI Bienal de La Habana, como parte de un performance del artista plástico Michel Mirabal. Los raperos mencionados versionaron la canción Créeme, de Vicente Feliú, un ícono de la canción protesta revolucionaria.

 Feliú dijo entonces sobre ese concierto: “Y este concierto crítico, incómodo, audaz, y público y apoyado por las instituciones del Estado, era lo menos que querían quienes están siempre deseosos de encontrar una hendija en las murallas de la cultura cubana, entre cuyos defensores, verbo en alto cual espada reluciente, están los chicos del hip hop que liderearon este concierto, junto a las banderas de la Patria de Michel [Mirabal].”

O sea, según Feliú, la forma de no permitir instrumentalizaciones espurias a esa expresión cultural crítica era darles espacio público.

En ese mismo concierto, Juan Formell, ícono a su vez de la música popular cubana, dijo “…creo en todo esto, pero voy a creer de verdad cuando a estos muchachos los pongan por la radio y la televisión”.

Malena D’Alessio, una estudiosa del movimiento cubano del rap, ha dicho recientemente: “Un fenómeno cultural lógicamente crítico, que en sus inicios planteaba “La revolución dentro de la revolución” como un aporte necesario e irrefutable a cualquier proceso colectivo vital, terminó siendo rechazado y asfixiado por la propia casta política conservadora (cubana). Y con esto no solo lograron poner al rap en la vereda de enfrente, sino que, desde mi humilde opinión, empujaron a cientos de pibes y pibas talentosos a una marginalidad interna que los dejó expuestos a la manipulación y financiación del norte, que no tardó mucho en hacerse presente y tomar lo que se les dejó servido en bandeja.”

Tomo el hecho solo como ejemplo de la necesidad de enfoques multidimensionales sobre el escenario cubano, que reconozcan tanto la actuación injerencista de los EEUU, como las propias dinámicas internas cubanas, en este caso de censura en torno a lo que era uno de los movimientos críticos más auténticos de la sociedad cubana, a la vez que portadores de un discurso antirracista legítimo.

“Esta es la rumba que tienen prohibida”, decía en ese concierto un muy joven Bárbaro El Urbano Vargas, cuyas posiciones actuales sobre Cuba han cambiado desde entonces.

Luego, los enfoques unilaterales, centrados solo en el bloqueo, proponen una comprensión estructural del conflicto, en el que la agencia de los actores cubanos —sea el Estado o la sociedad civil, o cualquier otro— desaparece.

Elementos claves del marxismo para la crítica de una situación, como condiciones sociales, actores y relaciones de poder, lucha de clases, economía política, no comparecen en los análisis “bloqueocéntricos”.

A continuación, me detengo en varios de estos ítems, cuya consideración me parece necesaria para entender la actual circunstancia.

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La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio, de Antoni Domènech

La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio

Descargar La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio, de Antoni Doménech

Ha sido publicado por La Editorial Ciencias Sociales, en la Habana, este libro: La democracia republicana fraternal y el socialismo con gorro frigio, de Antoni Domènech Figueras.

Toni Domènech, como le decían sus amigos, es, en mi opinión, el más importante filosofo político en idioma español que desde el siglo XX hasta hoy se haya concentrado en los temas de la república, la democracia, el marxismo y el socialismo. Esos eran sus temas principales, pero para tratarlos se desempeñaba con toda naturalidad en campos tan disímiles como la filología clásica, la economía política, la psicología cognitiva o las matemáticas.

He conocido y tratado de cerca a varios grandísimos intelectuales, pero la erudición y profundidad de Domènech me sigue asombrando entre todos.

Este es un libro difícil de leer. Ojalá muchos se aventuren a hacerlo. Hoy, que se rinde culto y es obligación citar a tanto “mequetrefe”, diría el propio Domènech, que será un absoluto desconocido en apenas pocos años, estoy convencido que esta lectura tiene el poder de los clásicos: estar y seguir ahí a pesar de las modas y las contramodas.

El profesor Domènech falleció temprano, cuando aún por edad podía seguir ofreciendo muchísimo. Este libro, que sale ahora con carácter de póstumo, es su primera edición mundial. El autor accedió a publicarlo en Cuba, donando sus derechos para una edfición no comercial y esperando muchos años para verlo publicado. La vida no le alcanzó para verlo en sus manos. 

Antes de este, había publicado El Eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista, por Crítica, que en breve será reeditado por AKAL. Ese libro es considerado un clásico contemporáneo.

(Ver aquí otro libro suyo: https://jcguanche.wordpress.com/2018/01/14/de-la-etica-a-la-politica-de-la-razon-erotica-a-la-razon-inerte-de-antoni-domenech/)

En Cuba fue publicado gracias al apoyo de Zuleica Romay Guerra, en ese momento presidenta del Instituto Cubano del Libro. Por parte de la Editorial de Ciencias Sociales, la labor de Gladys Hernández fue imprescindible.

Dejo aquí un párrafo, como homenaje al autor, de una breve charla que Domènech dio a sus alumnos en Barcelona, al iniciar un nuevo curso escolar.

“La ciencia es un reconocimiento de una Humanidad madura. Es un reconocimiento de impotencia y de humildad. Lo otro, las verdades absolutas, queda para curas y para extremistas adolescentes. Que dejen de decirnos de qué va la vida, que la vida es esto, somos un producto extremadamente improbable de la evolución de cuatro bases químicas en el planeta Tierra, que ya es un planeta muy improbable, y estamos aquí para entender un poco de qué va esto y de volver a morirnos. Somos una especie de fogonazo en la oscuridad. Así que, chicos, aprovechad el fogonazo. El fogonazo se aprovecha aprendiendo en serio, no fantaseando o creyendo que uno ya lo sabe todo, que no hay nada por conocer. El tiempo es corto y no hay nada más divertido que saber cosas, y espero que para eso os sirva pasar por la universidad.”

¡Hasta la República siempre, Toni Domènech!

A continuación reproduzco el breve prólogo que Domènech escribió a la edición cubana.

Dedicatoria

Para María Julia Bertomeu, mujer de curiosidad deliciosa, ciudadana sin tacha, tierna compañera de vida, de estudio y de combate  

Prólogo cubano

Este libro contiene un conjunto hasta ahora disperso de trabajos, notas, entrevistas y apuntes publicados entre 1999 y 2012. Muchos amigos y colegas jóvenes han venido insistiendo desde hace tiempo en la utilidad de reunirlos en un volumen y hacerlos más fácilmente accesibles al posible público interesado. Ninguno logró hasta ahora vencer la pasiva renuencia del autor, nacida –me temo— de una especie de ingénita indolencia quevediana:

A mí han de heredarme

mis propios deseos:

que hago ajeno al punto

lo que acá me dejo…

Sólo a la amable y enérgica tenacidad de Julio César Guanche se debe este volumen, que me obliga a reapropiarme de material vario dejado acá y allá en los tres últimos lustros.

El material se distribuye aquí en cuatro bloques temáticos.

El primero está constituido por distintos textos en torno a la historia de la libertad política republicana. Varios de esos textos guardan una relación más o menos mediata con mi viejo libro de 1989 De la ética a la política. De la razón erótica a la razón inerte (Barcelona, Editorial Crítica).

El segundo, que gira en torno a la fraternidad republicana democrático-revolucionaria y su legado normativo al socialismo contemporáneo, está compuesto por materiales –textos, entrevistas— directa o indirectamente relacionados con mi libro de 2004 El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista (Barcelona, Editorial Crítica).

El tercer bloque reúne material de crítica académica: una curiosa entrevista con un estudiante mexicano sobre izquierda académica e Ilustración, además de dos textos –también para auditorio estudiantil, esta vez barcelonés— sobre la autonomía universitaria y sobre la crisis actual de la universidad y el lugar de las ciencias sociales en esa crisis.

El cuarto bloque se centra en Marx, marxismo y tradición política republicano-democrática. Marx dijo una vez –refiriéndose a Lassalle— que la esencia del sectarismo consiste en presentarse como inaugurador fundacional de una corriente radicalmente nueva de pensamiento y de acción. Buena parte de la falsificación que de Marx han hecho distintos “marxismos” del siglo XX consistió precisamente en eso, en desfigurarlo y simplificarlo –y desmentirlo— como originador de una doctrina tan mostrenca, y mefítica, como sectaria. Cuando, en cambio, se ve a Marx y a Engels, por lo pronto, como parte de la tradición del movimiento obrero contemporáneo, y más de fondo, como parte y continuación de una inveterada tradición histórico-política –la del republicanismo democrático-revolucionario—, no sólo se restaura la verdad histórica sobre la obra de unos pensadores y hombres de acción sin par, lo que no es poca cosa, sino que se abre una ventana a la recuperación de su formidable legado científico y político para pensar de modo fresco e inteligente el presente.

Los materiales que contiene cada uno de los bloques temáticos están ordenados cronológicamente. Mucho agradezco al Instituto Cubano del Libro, y particularmente a la señora Gladys Hernández, el esmero puesto en las tareas de edición.

Antoni Domènech

República y derechos: “A quien merme un derecho, córtesele la mano”. Introducción a un dossier

Obra de Duvier del Dago de la serie “La Historia es de quien la cuenta”. Tinta y acuarela sobre cartulina 100 x 70 cm 2015. La obra se reproduce con autorización del artista, y de su Estudio.

 

Por Julio Cesar Guanche

El dossier que Cuba Posible presenta ahora es continuación de otro conjunto de textos, recientemente publicado. Al enfoque elaborado allí sobre el republicanismo, el socialismo y la democracia remitimos el prisma general que recorre estos nuevos artículos. Ahora el tema se centra en los derechos: se analizan diversos tópicos, y se piensa a Cuba, lo que existe y lo que hace falta, en relación con realidades y regulaciones que experimentan los derechos en América Latina y el mundo.

El enfoque común es el de la progresividad y la interdependencia: no es posible legítimamente renunciar a, o prohibir, un derecho ya alcanzado, y, aunque es posible distinguir entre diversos tipos de derechos (con características propias y diferenciadas) su expansión, desarrollo y garantía necesitan un enfoque que los relacione entre sí, pues la protección de unos depende del ejercicio de los otros.

La necesidad de asumir un enfoque interdependiente de los derechos ha ganado consenso normativo en las últimas décadas, sobre todo entre sectores progresistas y revolucionarios. En ello, es destacable el trabajo deNancy Fraser, que cuestiona la “mitología cultural” que desvaloriza la ciudadanía social en Estados Unidos, que se maneja en términos de “contrato” y de “caridad”, y no de solidaridad e interdependencia. En similar sentido, Joy Gordon ha asegurado: “Esto —se refiere aquí a los derechos civiles y políticos— nos resulta bastante familiar a nosotros en Estados Unidos. Menos lo son los derechos de “segunda generación”, que son socioeconómicos: el derecho al trabajo, a un pago justo, a alimentación, vivienda y ropa, a la educación, etc.”Para esta autora, “el concepto de derechos humanos, que resulta tan familiar, es en realidad bien singular e incoherente, y (…) tras esa singularidad subyace una estructura profundamente política y una historia de utilizaciones políticas.”

Otra corriente, historiográfica, ha reconstruido cómo en el pasado las luchas populares no separaron un tipo de derechos de otros. E. P. Thompson impugnó la idea de la “separación” entre economía y política, y de la “consecuente”separación entre los derechos “respectivos” y “propios” de estos ámbitos: “Detrás de unciclo comercial hay una estructura de relaciones sociales qu eprotegen ciertos tipos de expropiación (renta, interés,ganancia) y proscriben algunos otros (robo, deudas feudales), legitimando algunostiposdeconflicto (competencia, guerra armada) e inhibiendo otros (sindicalismo, motines por hambre, organizaciones políticas populares)”. En similar horizonte, Peter Linebaugh ha fundamentado, desde la Inglaterra de la Carta Magna, cómo se asociaron las demandas “desde abajo” por derechos políticos (como el habeas corpus) al mismo tiempo que por derechos sociales (como el mantenimiento de los bosques comunales, para garantizar acceso común a sus recursos). Charles Tilly, desde otro ángulo, demostró algo similar respondiendo a la pregunta: “¿de dónde vienen los derechos?”. Seguir leyendo «República y derechos: “A quien merme un derecho, córtesele la mano”. Introducción a un dossier»

República y socialismo, aquí y ahora: introducción a un dossier

 

En la imagen, una alegoría de la república cubana, por Conrado Massaguer (La imagen ha sido trabajada por Danislady Mazorra para su blog Alegoría cubana)

En la imagen, una alegoría de la república cubana, por Conrado Massaguer (La imagen ha sido trabajada por Danislady Mazorra para su blog Alegoría cubana)

 

Por Julio César Guanche

Hoy el significado del republicanismo está en disputa desde casi todos los costados del espectro político. El concepto cuenta con una tradición milenaria habitualmente asociada a principios como el autogobierno colectivo, las virtudes cívicas y la participación política de la ciudadanía. Amén de tan noble contenido, el interior de su historia cuenta con enconadas luchas entre versiones oligárquicas y democráticas del republicanismo. En el mundo actual, un número muy amplio de países cuenta con regímenes formalmente republicanos, pero se escribe sobre, y se lucha por, la república democrática desde hace 2500 años.

La lucha por la república democrática no ha sido nunca un asunto exclusivamente europeo. En 1797, en el puerto venezolano de la Guaira, varios esclavizados fueron detenidos por cantar “La Marsellesa”. Un testimonio cuenta que “un esclavito confesó que era cierto que iba cantando las coplas, y nos cantó… advirtiendo que todas las demás que sabe tienen por estribillo el ´viva la República, viva la libertad, viva la igualdad´”. C. R. L. James, primero,y, luego, Paul Gilroy, han mostrado a la Revolución haitiana como “la radicalización republicana del liberalismo atlántico”.

En ese camino, James recogió esta estampa de los “jacobinos negros”: “Los oficiales de diferente color rechazaban las invitaciones a un grupo en particular, como buenos republicanos, se negaban a agachar la cabeza o hacer reverencias ante el marqués español, a quien sacaba de quicio la impertinencia de estos negros.”

En el siglo xix, fueron repúblicas los estados emergentes de la independencia en América Latina. Engels vio en la Comuna de París la forma de la república democrática, hecho que antes Marx había visto, a su vez, de este modo: “El gran mérito de este movimiento (el cooperativismo) consiste en mostrar que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital, sistema despótico que lleva al pauperismo, puede ser sustituido con un sistema republicano y bienhechor de asociación de productores libres e iguales.”

Por la Comuna!

Por la Comuna!

La “república con todos y para el bien de todos” no fue solo el anhelo y el fin de la guerra revolucionaria organizada por José Martí. Céspedes entendió que el levantamiento independentista era el “solemne compromiso de consumar su independencia (la de Cuba) o perecer en la demanda: en el acto de darse un gobierno democrático, el de ser republicana”. Desde las doctrinas socialistas de la época, Diego Vicente Tejera afirmó que Cuba necesitaba “principalmente mucha libertad y mucha justicia, mucha justicia, para que completemos nuestro lema republicano, puesto que justicia es igualdad, e igualdad es fraternidad”. Seguir leyendo «República y socialismo, aquí y ahora: introducción a un dossier»

Docencia, decencia y socialismo en la universidad cubana

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Ariel Dacal Díaz

Hace varios días rueda por las “redes sociales” la información y comentarios sobre el hecho de que, a Julio Antonio Fernández Estrada, jurista, profesor universitario y socialista confeso, no le actualizaron su contrato como profesor en la Universidad de la Habana. Varias son las razones y los supuestos que sobre este particular se conocen, entre ellas la publicación de un artículo titulado “No quiero saber nada de los industriales ni de Obama”.

Como sucede con cualquier dato o acontecimiento nacional, este permite encausar el permanente debate sobre la realidad cubana, sus tensiones, desafíos y alcances. Otra oportunidad para mirar algunos elementos de nuestra realidad compleja, diversa, llena de matices y aparentemente inabarcable. Con este fin convido a un grupo de personas, sobre todo del mundo de las ciencias sociales y el activismo en la vida pública, y de clara sensibilidad con el proyecto de justicia social y soberanía en Cuba, a comentar alrededor de un par de preguntas sobre Julio Antonio en particular y sobre algunos significados de su salida de la Universidad en general.

¿Cuál ha sido su acercamiento a Julio Antonio Fernández Estrada y a los contenidos generales de los textos recientemente publicados en su columna de OnCuba?

Juan Valdés Paz: Conozco al “joven” (como los de ochenta llamamos a los de cuarenta) Julio Antonio Fernández Estrada, hace más de una década. Lo primero a decir de Julio Antonio es que es una persona decente y que no conozco nada de él que no sea recto, lúcido y comprometido con los ideales de la Revolución. Lo segundo, que Julio Antonio es uno de los más brillantes intelectuales de su generación, con un estilo profundo y mordaz, como corresponde a un buen senequista. Tercero, que es uno de nuestros más destacados juristas, Catedrático de Derecho Constitucional y Romano, profesor universitario por más de veinte años, siempre elegido por el alumnado de la Facultad como el mejor de sus profesores. Cuarto, que Julio Antonio ha sido un trabajador de la Universidad de La Habana desde su graduación, pero esta Alta Casa de Estudios se ha venido deshaciendo de su magisterio gradualmente, no obstante, la solidaridad de algunos de sus colegas, hasta que recientemente le fue rescindido o no renovado su contrato, rompiendo así su último vínculo con la Universidad y sin que importen muchos los argumentos utilizados al efecto puesto que a una persona decente no se le deja sin trabajo. Quinto, que en cuanto a sus escritos en OnCuba me parece fuera de discusión su derecho a ejercer sus opiniones, puesto que de eso se trata; en todos los trabajos de Julio Antonio que conozco, sus críticas han estado acompañadas siempre de un fondo ético y político, inobjetables, pero en todo caso, dignos de ser debatidos y nunca penalizados.

Mylai Burgos: Entré a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana en 1993, por la misma puerta que Julio Antonio, nos separaban aulas, personas y un poco más. Épocas repletas de escaseces donde sobrevivíamos de la inventiva y agarrados a la historia para seguir activismos estudiantiles de antaño. Julio y yo nos conocíamos, pero nos replicábamos entre la introversión de uno y la extroversión propia, estuvimos cerca y también lejos muchas veces. Pero la vida desdeña lo superfluo y une la honestidad para asentar la amistad. Por eso algunos años después empezamos a caminar juntos pensares y quehaceres, tan juntos que el sendero se ha vuelto un andar mutuo.

Compartir sus palabras ha sido uno de los motivos de esos andares, pero hace un tiempo tuvieron un repunte al saltar a las redes sociales pequeños textos temáticos de su sentir, que es el sentir de muchos y muchas. Hablar de la coyuntura política, del barrio, de las expectativas truncas, de la discriminación, de la democracia, de la república, de la constitución, de ese derecho que estudiamos con su padre, nuestro maestro excelso, donde la libertad no existe sin igualdad, y la justicia fraterniza con la política, hablar y poner sobre la mesa con prosa poética lo que a muchos nos golpea el alma, desde la isla y por ella, es lo que ha sucedido en los últimos meses con sus textos en el mundo virtual.

Mi acercamiento no es nuevo, van conmigo en sus reflexiones lo que nos duele y nos mueve por el presente y el futuro de Cuba.

Aurelio Alonso:  Si hablamos de “acercamiento” tendría que empezar por decir que estoy cerca de Julito desde antes de que naciera debido a la estrecha amistad que tuve con Fernández Bulté desde los años sesenta, cuando nos iniciábamos en la compleja tarea de la docencia desde perspectivas teóricas a las cuales la Universidad había sido adversa hasta el triunfo de la Revolución. Vi crecer a Julio Antonio, y formar su inteligencia, entre la estampa cultural ideológicamente comprometida de su padre y la ternura de su entrañable madre. Lo recuerdo, todavía estudiante de Derecho, en una de las conversaciones sobre temas polémicos que Julio y yo solíamos sostener cuando le visitaba, pronunciarse contra la pena de muerte con argumentos tan sólidos que me impresionaron por su madurez. Me atrevo a caracterizarlo hoy como uno de los estudiosos más serios de su generación. Sus trabajos recientes en On Cuba reflejan, como todo lo que he leído de él, esa correspondencia del compromiso con el ideal socialista y la indispensable originalidad de pensamiento, que no puede ser digerida desde los extremos, pero termina por abrirse paso cuando mantiene su curso y se logra profundizar con coherencia.

Israel Rojas:  A día de hoy la circulación de ideas en la red cubana es mayor que nunca y es imposible estar al tanto de todo. A veces siento que se ha pasado bien pronto del murmullo por escasez de voces a una etapa de mucho ruido e incapacidad de asimilar tanto.   Seguir leyendo «Docencia, decencia y socialismo en la universidad cubana»

Marc Bloch, o el sentido de historiar

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«No nos hemos atrevido a ser en la plaza pública la voz que clama en el desierto (. . .) Hemos preferido encerrarnos en la quietud de nuestros talleres (. .. ) No nos queda, a la mayor parte, más que el derecho a decir que fuimos buenos obreros. ¿Pero hemos sido también buenos ciudadanos?». Marc Bloch.

Bloch, de oficio (gran) historiador, murió fusilado, tras ser torturado durante varias horas por la Gestapo, por haber participado en la Resistencia Francesa, el 16 de junio de 1944.

Ver aquí “Introducción a la historia”, o, “Apología para la historia”.

La política nuestra de cada día (II y final)

Por: Mónica Baró

 1. Paisaje cubano (Small) 

 (Aquí puede leer la primera parte de esta entrevista al jurista e investigador Julio César Guanche)

Con el tema de las transformaciones en curso, me surge una inquietud acerca de la concepción de participación prevaleciente, porque se ha insistido mucho en la necesidad de que la gente participe, pero al mismo tiempo encuentras que no hay esa respuesta auténtica de participación. Entonces, ¿en qué medida la participación puede funcionar como algo que se ordene?

Lo que dices tiene que ver con el diseño de distribución de poder real que existe en Cuba, que es muy poco redistributivo, que concentra mucho en un lugar y genera un vaciamiento de poder efectivo en el otro polo. No puedes concentrar poder en el partido, en una estructura vertical de dirección, que toma decisiones y controla el tiempo y el espacio en que toma las decisiones, asegurando así su continuidad, sin que por otro lado quede un público muy débil, en el sentido de debilitado, que sí puede opinar y es consultado, pero tiene escasas posibilidades de decidir o de codecidir.

Lo que podemos estar viendo con las personas que supuestamente no quieren participar, es que están viviendo procesos de mucho desgaste, en los que sí pueden ser consultadas, pero son muy poco decisoras de la materia sobre la que se les consulta. Entonces en lugar de exigir más desde una retórica hacia el individuo apático habría que repensar el diseño de la participación para construir la capacidad de tomar parte en los procesos de toma de decisiones.

Si la gente se apropiara de la política como la forma para defender sus derechos y utilizara la política para condicionar el precio del pan, del aceite, del puré de tomate o del jabón en Cuba (y así hasta las relaciones internacionales del país) habría mucha más participación. Porque la política se trata de eso, no de decidir sobre espacios acotados sino de ser capaces de modificar las condiciones sobre las cuales se decide.

El incentivo de la participación no viene solo del discurso, viene de la capacidad real de ejercer la participación. Una vez que la gente participa, ya se hace una cultura que se incentiva por sí misma cuando se empieza a ver los frutos de lo que se está haciendo.

Acerca de este asunto, usualmente surgen las preguntas de por qué la gente no se moviliza más, por qué si muchos consideran que las organizaciones tradicionales no representan sus intereses, no crean entonces formas de asociación alternativas, cuando tenemos un gobierno que no reprime a los niveles que hacen otros de América Latina. De acuerdo, no contamos con las condiciones estructurales más ideales para generar una participación auténtica, pero ¿por qué la gente no se moviliza ni se organiza para transformar esas condiciones? ¿Cómo explicaría esto?

A mí me parece que ha habido tanto desgaste y tanta acumulación de poder en un polo, en el polo estatal partidista respecto al polo de lo social, que la gente ha dejado de ver en la política una posibilidad real de cambio. Como práctica, se ha desincentivado la organización política de las personas por sí mismas. Esa es una explicación. Hay otras posibles, pero creo que el valor fundamental es que hay que recuperar la confianza en que haciendo política se pueden cambiar las cosas.

En ese sentido hemos tenido grandes involuciones. Y eso es todo lo contrario a una revolución. Una revolución es la politización de la vida cotidiana, la capacidad de poner la posibilidad de vivir y convivir de buenas maneras bajo un orden reglado por decisiones colectivas. La despolitización de la vida cotidiana habla de un fracaso cultural de lo que debe ser una revolución. Esas ideas que encuentras en tanta gente de que no le interesa la política, de que no sirve para nada, de que es corrupta, tienen más que ver con que la política le es ajena. Y cuando la política te es ajena es porque la política no te pertenece, y si no te pertenece, es que has sido desposeído de ella, y la primera condición que nos hace ciudadanos es poseer la capacidad de hacer política.

No obstante, es necesario atender a experiencias que sí se organizan y lo hacen bien, como la comunidad LGTBI y distintos colectivos antirracistas, aunque sería necesaria una mayor articulación entre esos actores más allá de coyunturas concretas. Seguir leyendo «La política nuestra de cada día (II y final)»

La política nuestra de cada día (I)

1. Paisaje cubano (Small)

Por: Mónica Baró

El 17 de diciembre de 2014 fue para Cuba una fecha marcada por la poderosa convergencia de la mística y la política. Convergencia nada rara en la historia nacional –a pesar de las frecuentes discreciones de quienes la escriben-, pero que siempre conmociona a la sociedad. En esta ocasión, en el día de San Lázaro –Babalú Ayé en la religión afrocubana- el Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros, Raúl Castro, anunció dos sucesos tan insólitos que cualquiera calificaría de milagros: el comienzo de las conversaciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos -un titular que suena a fin de guerra, aunque la paz permanezca como rehén del congreso norteamericano-, y el retorno de Gerardo, Antonio y Ramón, de los otros cinco héroes que ya eran tres pero continuaban siendo los cinco porque la libertad de cada uno dependía de la libertad de todos. Dos sucesos que si no alcanzan para convertir a un ateo, al menos sí para hacer dudar a un agnóstico.

A partir de ese momento, algo más cambió. O la gente sintió que algo más cambió o iba a cambiar, que es lo importante. Múltiples esperanzas adormiladas comenzaron a despertar como margaritas. Ahora cuando vengan los americanos devino casi una premisa de proyecto de vida, casi un fundamento teórico de cambios, casi una garantía de futuro, que si no próspero y sostenible, al menos sí distinto.

Desde el alboroto por los Lineamientos -de la política económica y social del Partido y la Revolución, aprobada en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba en abril de 2011-, y el consecuente recorte de las maxifaldas del estado con la legalización de un pintoresco listado de actividades productivas por cuenta propia –léase privadas- y la simplificación del proceso de otorgamiento de licencias, no se habían removido tanto las expectativas sociales en relación con la economía, ni los temores sociales en relación con la utopía. Donde unos han percibido peligro, otros han percibido oportunidad. Como si fuera real semejante desconexión entre utopía y economía, o peor, como si esas expectativas y esos temores fueran los más definitorios para la economía, la utopía y la sociedad del país.

Porque detrás, debajo, dentro, de todas esas esperanzas emergentes, válidas y necesarias, subyace inmaculada una problemática esencial: el poder popular. Una problemática que observamos a través de un cristal con algunas grietas dignas pero que aún no rompemos, pues lo más definitorio para un proyecto socialista, que sería el cómo y el quién de los cambios, además por supuesto del complemento directo del cambio, es lo único que no cambia. El estado continúa como protagonista-estrella y el pueblo alternando entre el rol de extra y actor de reparto. Sí, enhorabuena por el 17 de diciembre, pero y “la cosa” qué.

Ese fue precisamente el propósito de esta entrevista: indagar en la estructura orgánica, en el metabolismo y en las potencialidades de “la cosa” con uno de sus principales estudiosos, que es también jurista, escritor, padre de gemelos y autor de libros como La imaginación contra la norma. Ocho enfoques sobre la república de 1902 (2004); El continente de lo posible. Un examen sobre la condición revolucionaria (2008); y La verdad no se ensaya. Cuba: el socialismo y la democracia (2012) –que puede descargar gratuitamente de su blog personal La cosa (Democracia, Socialismo, República)-, así como de disímiles ensayos y artículos desperdigados por el portal Rebelión, las revistas Temas y Espacio Laical, entre otros sitios que Google amablemente indicará a las personas interesadas que le pregunten.

No hay mucho más que añadir de Julio César Guanche, a no ser su nombre. Sus ideas lo describen con más justicia que su experiencia profesional como investigador, editor, periodista, intelectual en el sentido hondo y ancho, o que sus méritos y premios, o que cualquier otro dato de su curriculum vitae. Aquí interesa más el diálogo con su obra teórica, que aporta al controversial panorama cubano de discusión política un enfoque relevante desde las ciencias jurídicas y desde su implicación con proyectos de participación ciudadana.

En marzo de 2013, en el suplemento digital de Espacio Laical, apareció un documento titulado Cuba soñada – Cuba posible – Cuba futura: propuestas para nuestro porvenir inmediato, que presentaba 23 propuestas muy concisas, como “Instrumentos para afianzar la República en la Cuba de hoy y de mañana”, con el fin de que fueran estudiados y debatidos públicamente.Este texto apareció firmado por algo que entonces se denominó Laboratorio Casa Cuba, integrado por investigadores “de procedencias ideológicas disímiles”, entre los cuales usted se encontraba, y que declararon como objetivo “estudiar la institucionalidad cubana y hacer sugerencias para su mejoramiento, así como socializar el estudio y el debate sobre estos temas”. A casi dos años de la publicación de ese documento, ¿cuál considera que fue su trascendencia y el saldo de los debates públicos que suscitó?

Ese documento tuvo algo singular, que fue su propia concepción y elaboración entre personas con ideologías manifiestamente distintas. Unos eran socialcatólicos; otros, anarquistas; otros socialistas y republicanos democráticos. Fue un ejercicio de diversidad, entendiendo que si predicas que la diversidad es un valor fundamental de la vida política que debe afirmarse en la vida social, también debes vivirlo como valor en tus interacciones concretas.

La vida política pasa por ahí, por la pluralidad de maneras de hacer política, por la pluralidad de articulaciones políticas. Lejos de ver con sospecha la legitimidad de un proyecto independiente —como fue Laboratorio Casa Cuba, nacido fuera de cualquier tipo de institucionalidad—, se trata de construir esa legitimidad a partir de la transparencia de los medios y los fines que se persiguen, del respeto, la honestidad y la seriedad con que se trabaja, de la calidad cívica de lo que se propone.

Aparte de lo mencionado, ¿qué aprendizaje esencial rescata de ese proceso de participar y construir algo en conjunto con personas diversas desde un espacio alternativo a los de las instituciones?

Fue un aprendizaje constatar que hay mucha gente diversa que cree que esos proyectos son valiosos, que apuesta por ellos, que los defiende. A veces uno piensa que cosas así pueden quedarse en la soledad, pero te enseñan que no, que hay muchas personas que pueden sumarse, participar y articularse para generar proyectos de más aliento. Eso fue un aprendizaje. Como no se le da visibilidad a ese tipo de propuestas, no sabes cuán compartida puede ser la propuesta, pero los comentarios y el apoyo que recibimos ayudan a visualizar que hay agendas compartidas dentro del país y varios consensos posibles.

Nosotros hemos vivido demasiadas polarizaciones; vivimos todavía en demasiadas polarizaciones y fracturas políticas. Como se decía en una época, entre los que se fueron y los que se quedaron, los de izquierda y los de derecha, los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, que son imágenes atadas al contexto del que surgen, pero evolucionan en nuevos contextos. Creo que es necesario mantener la diferencia como un valor, pero también hay que ser capaz de reconocer, cuando las haya, comunidades, confluencias y consensos.

Una de las cosas en las que más insistía ese documento era en la despolarización del campo político cubano. Y despolarizar no significa despolitizar. Es lo contrario. Despolarizar es pensar la política más allá de las trincheras que cada uno se construye para sobrevivir desde ellas, para conquistar un lugar exclusivo desde ellas. Es pensar más en puentes que en trincheras.

 

¿Implica construir solo con el diferente o también con el antagónico?

La tentación primera sería la de hacerlo con el diferente, claro, pero el antagónico está ahí, existe y tiene derechos como persona y como ciudadano. No podemos negarlo ni despacharlo sin más con argumentos sobre la no injerencia en asuntos internos, o la ilegitimidad de aceptación de financiamiento externo; porque con ello muchas veces se termina despachando todo tipo de actuación política que se reclame autónoma respecto al PCC.

La sociedad civil cubana, como se ha dicho tantas veces, está lejos de ser sinónimo de grupos específicos de opositores apoyados por medios gubernamentales o por grupos de poder político de EEUU. Por esa razón, y esto se dice menos, tal sociedad civil tiene que contar con muchos más espacios de actuación política, difusión de ideas y organización política en Cuba. Así habría más posibilidades de identificar exactamente quién es el antagónico y con respecto a qué, porque hay muchos prejuicios alzados sobre esta historia, y a veces se identifica como antagónica a gente que no lo es. Seguir leyendo «La política nuestra de cada día (I)»