Armando Chaguaceda
El debate en torno al documento de Casa Cuba y las sucesivas lecturas que este motiva seguramente servirá de acicate para más de una polémica vigorizadora de la esfera pública criolla…copio debajo, previa invitación del propietario de este blog, las diversas reacciones suscitadas en (y entre) ambos a raíz del artículo de Hiram Hernández Castro. Estas aparecieron en Facebook y en intercambios de correos personales, pero acá las reunimos para fines de mayor organicidad y publicidad.
1er Mensaje de Chaguaceda :
Este marcado (y recurrente) esfuerzo por delimitar al republicanismo del liberalismo, en la etapa contemporánea, es poco sostenible y revela un escozor en parte de la intelectualidad de izquierda cubana en demarcarse, obsesivamente y sin ponderaciones, del legado liberal…una cosa es reconocer los sesgos conservadores, censatarios y antidemocráticos de un liberalismo primigenio y otro hacer una valla separando el republicanismo actual (con su énfasis en la deliberación y la participación) y el liberalismo democrático (con su irrenunciable defensa de un núcleo de derechos individuales, sin el cual no habría convivencia democrática posible)… intentar sostener semejante artificio argumental ubica al autor a años luz no sólo de la sociología política sino también de los mejores análisis específicamente filosófico-políticos actuales, que el colega Hiram conoce….
Julio César Guanche
(Respuesta al anterior:
Chaguaceda, Sobre tu comentario al texto de Hiram, y por extensión al mío, solo te comento que nuestro argumento tiene, también, años luz de sociología, historia, derecho y filosofía política detrás, que das la impresión (ojalá me equivoque) de desconocer.
Quizá sea útil comprender que se trata de un argumento, y no de una posición teórica “desactualizada”. Estamos trabajando con tradiciones diferentes, y además con intereses políticos que pueden ser comunes, pero tienen fundamentaciones diferentes. Y esto es importante porque justifican conexiones ya directamente políticas en el presente.
Se nota mucho en lo que dices que estas criticando el republicanismo sin tener mucha idea de los debates que lo han confrontado con el liberalismo, por lo menos, desde los años 1960 para acá. De lo que dices parece evidente que no estás al tanto del republicanismo marxista, no se reconoce uno solo de sus argumentos en tus críticas, pero también que no estás al tanto, pues tampoco se reconoce en tus criticas, de lo que llaman “neorrepublicanismo académico” (la etiqueta, como todas, es discutible) que protagonizan desde hace tiempo Skinner, Pocock, Pettit, y muchísimos otros, quienes dicen muchas de las cosas que estamos diciendo, claro que con varias diferencias, entre ellas una diferencia central respecto al capitalismo y su relación con la democracia.
Ahí, por ejemplo, encuentras una larga, kilométrica, argumentación crítica sobre la posición del liberalismo respecto a los derechos que está lejos del marxismo.
Te digo esto porque lo que escribes parecería indicar que no “estamos al día” en la teoría, y que desconocemos, por pura ignorancia, y por error político, al liberalismo, cuando se trata de una toma de posición justificada, consciente, deliberada y documentada, tanto teórica como políticamente.
Creo que sería más útil ir al contenido de esto, a una discusión de fondo, lo que nos coloca en debates a los que hay que acudir a la historia, la filosofía política y al derecho constitucional, por ejemplo, y no pensar que se trata solo, ya te digo, de lecturas incompletas.
En ese debate, serían reconocibles, por ejemplo, cuáles vinculaciones políticas, históricas y presentes, tiene hacer una u otra genealogía liberal de los derechos. O sea, reconocer los usos políticos concretos que ha tenido en el siglo XX hacer una u otra genealogía.
En un debate así, mis conclusiones serían negativas para el liberalismo, pero no por ser yo “antiliberal”, sino por lo que ha sido el liberalismo realmente existente, salvo esa pequeña admirable parcela del liberalismo igualitario/democrático (precisamente no mayoritaria ni hegemónica en el siglo xx, y esto se puede discutir) que está en autores que he mencionado siempre, y específicamente en autores tan admirados por mí como Mill, Rawls o Kelsen.
Del grueso del liberalismo nacido en Europa después de la revolución francesa, líbreme Dios, por ejemplo, por su comprensión antidemocrática ante la propiedad privada (que combatió ya no a Marx sino al propio Aristóteles), por su hostilidad ante los derechos sociales, y por la manera en que seleccionó unos derechos individuales para ir contra otros (por ejemplo, mi admirado derecho de resistencia terminó siendo diluido por el liberalismo en un derecho de apenas queja y petición, y la admirable isegoría en un diluido “derecho de opinión” cuando era muchísimo más complejo y abarcador pues se remitía a las condiciones de posibilidad de esa opinión (y qué decir de la isomoiría y del derecho a la existencia!), pero no sigo porque los ejemplos aquí son infinitos).
Entonces, para defender la democracia que defiendo (para empezar diciendo lo mínimo: un ejercicio integral e interdependiente de todos los derechos, pero es bastante más) no necesito ser “plural” con ese liberalismo, porque la mayor parte de la historia de ese liberalismo realmente existente ha sido muy antidemocrática.
De hecho, creo que Marshall con sus “generaciones” (no recuerdo la palabra exacta que este usaba, pero creo que es equivalente) de ciudadanía mostraba un desconocimiento muy profundo (un desconocimiento muy “liberal”) de la historia de los derechos, que pueden rastrearse desde la atenas de Ephialtes y Pericles, hasta la roma republicana, pasando por la Inglaterra del siglo XIII y 1948 hasta hoy. Como ves, si uno lo tiene documentado de este modo, el peso del liberalismo en esa historia cambia de una manera tremenda.
Ahora, con esto mi interés no es solo teórico-histórico sino directamente político: ensanchar la idea de la democracia y potenciar articulaciones entre sujetos políticos democráticos en la Cuba de hoy. Con esto, intento evitar ese “pluralismo” en el cual todos los gatos son pardos, en el cual somos más “democráticos” mientras más aplaudamos a todo el mundo, a los que quieren la democracia y a los que la combaten, situación que solo configura un rio revuelto en el cual vemos “al final” cómo los más poderosos triunfan, faltaba más, en nombre de la democracia elitaria y comercial. Como sabes, mi idea sobre la democracia, francamente, va mucho más allá de este perfil, como también va mas allá de ese “pluralismo liberal” el concepto de inclusividad y de combate decidido contra la desigualdad y la exclusión, sean económicas o sean políticas.
No pretendo armar un debate con esto, porque ya hay kilómetros de debate sobre el tema, solo te alerto que tu posición muestra un conocimiento parcial del asunto y no me parece que sea esa la vía de hacernos “ver” las bondades del liberalismo, sino que es más útil discutirlas desde esa historia de “situaciones liberales concretas” e “ideas liberales concretas”, y no solo atender a lo que el liberalismo ha contado sobre sí mismo.
De hecho, verlas desde esa historia sí nos ha hecho ver algunas bondades, por ejemplo en la distinción latinoamericana entre el “liberalismo popular” y el “liberalismo del orden” y a valorar la importancia enorme de pensadores “liberales democráticos” como Keynes frente a pensadores liberales “a secas”. Como ves, nada de esto es “antiliberal” per se, por “pura vocación”. No te pido, claro, que coincidas conmigo, sino que creo que es bueno tener posiciones más informadas sobre nuestro argumento, para después llegar a las conclusiones que cada uno quiera extraer de tal debate histórico político. Seguir leyendo «Un debate entre Armando Chaguaceda y Julio Cesar Guanche, en torno al texto del Laboratorio Casa Cuba» →
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