La pelota es redonda… Béisbol, política y nación

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Por Julio César Guanche

“Comienza la pasión”, escuchaba siempre al inicio de las transmisiones de juegos de pelota en Cuba. “Pelota” fue en la isla por mucho tiempo sinónimo de pasión, aunque aludiese más a la sexual. “Qué pelota tiene Carlota”, decía una rumba de Alberto Villalón. 

Cuba juega hoy la semifinal del Clásico Mundial de Béisbol, con un equipo integrado por jugadores de su liga nacional y de ligas profesionales, que ha relanzado la pelota como pasión nacional.

En la mejor tradición, se discute de todo. Entre otros, quizá tengan alcance mayor los debates sobre la denominación de Team Asere para los integrantes del equipo, los reclamos de no politizar el deporte, y el tipo de integración que supone el equipo cubano, temas que recorren este texto.

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La república popular del fútbol

Foto: EFE/EPA/Friedemann Vogel.

Por  Julio César Guanche

Lionel Messi y Argentina son campeones del mundo. Su equipo ganó la final a la hasta ahora selección campeona, para levantar la copa por tercera vez en la historia de esa nación sudamericana. Casi hasta el minuto 80 del partido final, Argentina impartía una lección técnica y física a los europeos. Tras ese instante, Francia empató. El hecho ocurrió cuando todos los jugadores galos, con excepción del portero Hugo Lloris, eran franceses negros.

He escuchado varias veces a lo largo del Mundial bromas más o menos serias sobre Francia como el “equipo africano de Europa”. Del otro lado, también una broma simétrica: Argentina es “el país más europeo de América Latina”.

Un Mundial sirve para hinchar, pero también para pensar. Varios debates interesantes tuvieron lugar durante su curso. Uno de ellos comenzó con The Washington Post, cuando Erika Edwards, profesora afroamericana, con tres libros publicados sobre la historia racial de Argentina, cuestionó por qué la selección no contaba con más jugadores negros.

En redes sociales y medios le contestaron que nombrase jugadores negros argentinos que merecieran ser convocados por Lionel Scaloni y hubiesen sido excluidos. El chiste se cuenta solo. Supone que la realidad es lo que se ve, y no cómo se ha llegado a ella.

Las explicaciones fueron las de siempre: tal ausencia se debe al talento, y Dios lo concede no importa si se es negro o blanco, o azul. Argentina es una nación blanca. Qué se cree esa profesora gringa del país más racista del mundo, etcétera.

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Nara Mansur: Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras (fragmento)

En la foto de portada aparecen tres maestras cubanas; la del centro es Adalguisa Scott Blandino, bisabuela de Nara. Escuela primaria José Martí, Municipio Regla, La Habana, Cuba. Hacia 1910.

Tres lindas cubanas. Una presentación

Por Romina Funes

“Si la cintura es un junco 
y la boca es colorada 
si son los ojos retintos 
esa moza es tucumana”

Acá las mozas son tres y son cubanas. Tres lindas cubanas. También son una canción. Pero puse un epígrafe de nuestro folklore argentino, porque entre toda la cubanidad que habita el libro, también están los años de Nara en Argentina y todo lo que la cultura de un país hace con quien ha migrado y con su escritura. Este libro también es, entre tantas cosas, un canto a las mujeres, de todos los tiempos y todos lados.

Voy a ir un poco a la anécdota. Cuando estábamos planeando esta presentación conjunta con Nara y Susana (hace dos semanas, porque somos ATR las tres, puro vértigo), la primera idea era que Ana Arzoumanian, que fue quien escribió la contratapa de Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras, pudiera venir a comentar la obra. Ana es una enorme de las letras  y seguramente le hubiera hecho mucho más justicia al libro con sus palabras que las que pueda hacerle yo ahora. Pero como Ana está de viaje, hace un par de días yo me ofrecí, así de inocente. Y ya en la cuarta página pensé: uyyy ¿en qué me metí? Porque el libro es una molotov, te explota en la cara, sin ninguna advertencia. Después hay que ir juntando los pedazos; yo todavía estoy en eso, por suerte. El libro tiene algo de lo inclasificable. Surge de un estudio que hace Nara sobre la novela Orlando, de Virginia Woolf, que fue un pedido a ocho dramaturgxs cubanxs de reescribir la obra, sin demasiada premisa.

Dice Nara: “Reescribir es también no repetir”.

Si bien este texto también es un canto a la obra de esta revolucionaria escritora británica, toma un vuelo, un ritmo, un rasgo, que le dan identidad propia, por lo tanto podríamos no mencionar este origen ya que el libro se sostiene firme sobre sí mismo y lo repito: es una bomba.

Voy a citar unas palabra de la autora:

La poesía –en una primera etapa, Orlando proyectada en la escena cubana y posteriormente, en este libro– pone el énfasis en el teatro (aquí poema dramático o poema novelado) como operación de relectura, de apropiación, de procesos expansivos, de desplazamiento y profundidad. El teatro también, como idea de “segunda mano”: pura alternancia, otredad, variaciones, partes, todas obras.
Estas dinámicas de adaptación, versión y subversión, reescritura, se relacionan con aspectos temáticos y políticos de esta obra. Implican movimientos de cambios de género, también en el plano literario: es una novela que es un ensayo que es un poema que es un texto performativo, que es también leída como relato epistolar, narración fantástica, que es un documento de barricada queer, de lucha por los derechos sexuales y políticos, pero también del trabajo: la escritora dialoga con el editor en términos de trabajo remunerado, de invisibilidad del poema, de puesta en utilidad o funcionamiento de su obra intelectual. Y también como mujer y madre, Orlando, interpela a la sociedad: ¿un hijo / un poema son equiparables? El poema como hijo / El hijo como poema. Esas facultades de intercambiabilidad me interesan sobremanera y son territorios sensibles en la fuente y en la versión”.

Hay un riesgo que Nara Mansur toma en Tres lindas cubanas y que responde a una transgresión a los géneros literarios, y que conduce a lo alegórico y a lo poético para abordar temas como la identidad, la muerte, el amor, los celos, la relatividad del tiempo, el género, la homosexualidad, la sexualidad femenina, la mujer como creadora literaria, la cuestión de las diferencias entre hombres y mujeres y la absurdidad de los roles sexuales.

Dije anteriormente que es un canto de amor a las mujeres. Tres mujeres. Tres lindas cubanas ¿argentinas? ¿rusas? ¿egipcias? El número tres. Tres generaciones. Tres tiempos: pasado, presente y futuro. Tres voces que se multiplican por tres, y luego por tres, y luego por tres. Un abanico infinito. Una bisabuela, una abuela, una madre, una amiga, una hija, una canción. Un libro. Libro, hijo, árbol. Buenos Aires, La Habana, San Petersburgo. Creación. Dejar algo antes de morir. La dialéctica entre el amor real, el de la telenovela o el melodrama y el de la poesía. La leche como palabra que nutre. Las exigencias de una profesión literaria manipulada por un mercado patriarcal. Lo cotidiano, las tareas de cuidado, la imposibilidad del descanso, la importancia y la relatividad de parir, de crear. La invisibilidad, la traición, la guerra. 

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To the people, what belongs to the people, dear Pablo

Pablo Milanés

By Julio César Guanche

Pablo Milanés has said of himself that he is «an ardent lover of the popular».

In the movie «La primera carga al machete», Pablo plays a bard, a central figure of Cuban culture. In «A Bride for David», that other popular cult classic, Elena Burke sings Pablo. «Love me as I am» has an interpretation there that completes the meaning of the unforgettable.

In that search, Pablo was doing feeling, guajira, son, jazz, to make a trova that is many things at the same time. He sang with his teacher, Miguelito Cuní, who considered him «an advanced sonero».

Long before the Buenavista Social Club, it was Pablo who «rescued» the old masters of Cuban popular music in the album Años. There is no nation, nor national culture, that survives without bridges. Pablo is a bridge between generations and genres.

Omara Portuondo introduced Pablo and Silvio knowing that they had to meet, and she would sing songs by both. Later, Pablo was a crucial figure in the Grupo de Experimentación Sonora (one of the great monuments of Cuban music of all times) and was the founder of the Nueva Trova Movement, which connected popular song to social and political themes and thus made a place for itself in the world.

Along the way, he sang to the peoples of Latin America, to Salvador Allende, to Nicaragua, to Puerto Rico, to Viet Nam, to Mandela. About the United States he once said, «The United States is the absolute owner of the world, it is the first terrorist organized through the State.» «I will tread the streets again» is a popular democratic hymn in the continent.

Mulato, he was always racially conscious. He used that beautiful espendrú, in times when there was no public debate about racism in Cuba, and sang Angela Davis. Later, he continued to denounce, until today, racism in Cuba. His support to Gerardo Alfonso, Alberto Tosca, Xiomara Laugart, Marta Campos, Raúl Torres has not been casual. He did it conscientiously, but without «racial» exclusivism when it came to collaborate and create.

Haydee Santamaría, whose name he gave to one of his daughters, asked him to musicalize Martí’s verses. He did it in a very short time. Pablo connected with Martí’s poetry like no other. It is his favorite album, he has said. One night in Quito, with friends from all over Latin America, a friend sang «Amor de ciudad grande», with his music. Everyone knew her. With similar beauty, she interpreted Vallejo, or Guillén.

For right-wing fundamentalism, Pablo has often been a man of the «Cuban regime». He himself would explain it this way: «Yes, because I am a standard bearer of the revolution, not of the government. If the revolution gets stuck, it becomes orthodox, reactionary, contrary to the ideas that originated it; one has to fight».

For leftist fundamentalism -a young Spanish woman, better known in Cuba than in her own country, has written the most recent chapter of that saga- Pablo should be judged only by his attitude towards the Cuban government. Certainly, Pablo is not the young man he was in the 1960s. Neither is he what they call today, without any critical care, the «Cuban Revolution».

In any case, it is a fact that the «gigantic shadow» of Cuba over Latin America after 1959, until today, owes a great deal to Pablo (and Silvio).

Outside those smokes, there are more than 40 solo albums, crossed by the themes of love, old age, homeland, struggle, despair, happiness, and the many forms of agony typical of a Unamuno. There is a social background to it all.

Pablo also challenged the Cuban «manhood», that pathetic thing to which the Cuban State itself ascribes, with songs that assure «I prefer it shared», or «we are not God, let’s not make a mistake again», in respect to the option for the same sex.

It was made by someone who was in the UMAP, escaped from it, spent two months detained in La Cabaña, was sent to a punishment camp, and always expected public apologies for that national scorn.

At the age of 22, he wrote «And as for the beloved death, I will tell you if one day I find it, goodbye that I have no interest in knowing anything about you.» He can repeat it to himself today, who struggles between life and death.

«Pobre del cantor» has been more than a motto for Pablo. He is a poet of the popular Spanish language. In Cuba he sits at the table with Sindo Garay, Manuel Corona, Teresita Fernandez and Ñico Saquito.

To the people, what belongs to the people, dear Pablo.

Traslated by walter Lippmanm

Al pueblo, lo que es del pueblo, querido Pablo

Pablo Milanés, foto tomada de internet

Por Julio César Guanche

Pablo Milanés ha dicho de sí mismo que es un “un enfebrecido amante de lo popular”.

En la película “La primera carga al machete”, Pablo interpreta a un bardo, figura central de la cultura cubana. En “Una novia para David”, ese otro clásico de culto popular, Elena Burke canta a Pablo. “Ámame como soy” tiene allí una interpretación que completa el significado de lo inolvidable.

En esa búsqueda, Pablo fue haciendo feeling, guajira, son, jazz, para hacer una trova que es muchas cosas a la vez. Cantó con su maestro, Miguelito Cuní, quien lo consideró “un sonero aventajado”.

Mucho antes del Buenavista Social Club, fue Pablo quien “rescató” a los viejos maestros de la música popular cubana en el disco Años. No hay nación, ni cultura nacional, que sobreviva sin puentes. Pablo lo es entre generaciones y géneros.

Omara Portuondo presentó a Pablo y a Silvio sabiendo que tenían que encontrarse, y cantaría canciones de ambos. Luego, Pablo fue figura crucial del Grupo de Experimentación Sonora (uno de los grandes monumentos de la música cubana de todos los tiempos) y fue fundador del Movimiento de la Nueva Trova, que conectó la canción popular a temáticas sociales y políticas y se hizo así de un lugar en el mundo.

En el camino, cantó a los pueblos de América latina, a Salvador Allende, a Nicaragua, a Puerto Rico, a Viet Nam, a Mandela. Sobre los Estados Unidos dijo una vez: “Estados Unidos es dueño absoluto del mundo, es el primer terrorista organizado a través del Estado”. «Yo pisaré las calles nuevamente» es un himno democrático popular en el continente.

Mulato, tuvo siempre conciencia racial. Usó aquel hermoso espendrú, en tiempos en que no se debatía públicamente sobre el racismo en Cuba, y cantó a Angela Davis. Luego, siguió denunciando, hasta hoy, el racismo en Cuba. No ha sido casual su apoyo a Gerardo Alfonso, a Alberto Tosca, a Xiomara Laugart, a Marta Campos, a Raúl Torres. Lo hizo a conciencia, pero sin exclusivismos “raciales” a la hora de colaborar y crear.

Haydee Santamaría, cuyo nombre le puso a una de sus hijas, le pidió musicalizar versos de Martí. Lo hizo en muy breve tiempo. Pablo conectó con la poesía de Martí como con ninguna otra. Es su disco preferido, ha dicho. En una noche en Quito, con amigos de toda América latina, una amiga cantó “Amor de ciudad grande”, con su música. Todos la conocían. Con similar belleza, interpretó a Vallejo, o a Guillén.

Para el fundamentalismo de derechas, Pablo ha sido muchas veces un hombre del “régimen cubano”. Él mismo se explicaría así: “Sí, porque soy un abanderado de la revolución, no del Gobierno. Si la revolución se traba, se vuelve ortodoxa, reaccionaria, contraria a las ideas que la originaron; uno tiene que luchar”.

Para el fundamentalismo de izquierdas —una joven española, más conocida en Cuba que en su tierra, ha escrito el más reciente capítulo de esa saga—, Pablo debe ser juzgado solo por su actitud ante el Gobierno cubano. Ciertamente, Pablo no es el joven que fue en los 1960. Tampoco lo es lo que llaman hoy, sin cuidado crítico alguno, “Revolución cubana”.

En cualquier caso, es un hecho que la “sombra gigantesca” de Cuba sobre América Latina tras 1959, hasta hoy, le debe muchísimo a Pablo (y a Silvio).

Por fuera de esos humos, hay más de 40 discos en solitario, atravesados por los temas del amor, la vejez, la patria, la lucha, la desesperanza, la felicidad, y las muchas formas de la agonía propias de un Unamuno. Hay en todo ello fondo social.

Pablo desafió, también, la “hombría” cubana, esa cosa tan patética a la que adscribe el propio Estado cubano, con canciones que aseguran “la prefiero compartida”, o “no somos Dios, no nos equivoquemos otra vez”, en respeto a la opción por el mismo sexo.

Lo hizo quien estuvo en las UMAP, se escapó de ella, pasó dos meses detenido en la Cabaña, fue enviado a un campamento de castigo, y siempre esperó disculpas públicas por aquel escarnio nacional.

A sus 22 años, escribió “Y en cuanto a la muerte amada, le diré si un día la encuentro, adiós que de ti no tengo interés en saber nada.” Se lo puede repetir hoy, que lucha entre la vida y la muerte.

“Pobre del cantor” ha sido más que un lema para Pablo. Es un poeta de la lengua española popular. En Cuba se sienta a la mesa con Sindo Garay, Manuel Corona, Teresita Fernández y Ñico Saquito.

Al pueblo, lo que es del pueblo, querido Pablo.

Nuevo Código de las Familias y el ecosistema político cubano

Foto: Julio César Guanche

Por Ailynn Torres Santana y Julio César Guanche


El 25 de septiembre de 2022 un referéndum popular aprobó para Cuba un nuevo Código de las Familias, que derogó el vigente desde 1975. La nueva norma situó al país en el siglo XXI en lo que se refiere al derecho de familia y a contenidos relacionados con los derechos reproductivos, la violencia en espacios domésticos, los derechos de las infancias, las maternidades y paternidades, las vejeces, de las personas con capacidades especiales y mucho más. Este Código es resultado de décadas de luchas, conflictos, arreglos políticos, sociales, económicos y culturales revelados y procesados en la sociedad cubana.

En efecto, esta norma ha sido escenario de una disputa política pública desconocida hasta la fecha en el país.El proceso relacionado con el Código informa sobre las tramas políticas cubanas contemporáneas. En efecto, esta norma ha sido escenario de una disputa política pública desconocida hasta la fecha en el país. Por sus excepcionalidades y continuidades, sus procesos de elaboración, socialización y mecanismo de aprobación, el Código de las Familias es un foco central para comprender la Cuba de hoy y sus (im)posibilidades.

El ciclo corto

El ciclo corto de disputa para aprobar un nuevo Código de las Familias comenzó en 2018, cuando se discutió en consulta popular un nuevo proyecto de Constitución. La agenda de democratización de las relaciones sexo afectivas y el reconocimiento de la pluralidad de identidades de género entró a la discusión política a través del trabajo persistente de activistas de la comunidad LGTBIQ+. El proyecto de constitución discutido en 2018 incluía en su artículo 68 la definición del matrimonio como la unión entre dos personas. Así se liberaba a esa institución social del marco de la heterosexualidad obligatoria. Sin embargo, contra toda previsión, la “manzana de la discordia” entre los contenidos constitucionales fue, justamente, ese artículo y no algún otro de los muchos temas polémicos relacionados con la justicia distributiva o los mecanismos de representación política.

El Consejo de Estado informó que en 66% de las reuniones de consulta del proyecto constitucional se había mencionado el artículo 68. El asunto representó 24.57% del total de opiniones de la ciudadanía sobre el proyecto constitucional. Se dijo también que “la mayoría” de las personas había propuesto “sustituir la unión concertada entre dos personas y volver a que sea entre un hombre y una mujer”. El artículo 68 del proyecto trastocaba un contenido moral básico de parte de la sociedad cubana y colocaba a la política sexual y de género en el centro de la trama de conflicto social.

El proceso reveló la potencia que había alcanzado el neoconservadurismo religioso en el país, muy similar al presente en el resto de la región. El proceso también mostró el conservadurismo secular de instituciones políticas, incluida la Asamblea Nacional, que polemizó, de modo inusual, sobre este asunto, desmarcándose de la muy estandarizada unanimidad a la que acostumbra ese órgano en Cuba.

Frente a la tensión explícita, la decisión política fue que la Constitución reconociera el derecho a la igualdad y la no discriminación por identidad de género ni orientación sexual, pero exonerarla de la definición de lo que es la institución matrimonial. Esa especificación se acordaría luego, en una norma de menor jerarquía: un Código de las Familias que debía aprobarse en referéndum. Una explicación posible es que el poder político considerara que pondría demasiado en riesgo el proceso constitucional por un contenido particular; pues una parte grande de la ciudadanía podría votar “no” integralmente a una Carta Magna que reconociera el matrimonio igualitario. Otra, es que los neoconservadurismos religiosos se hubiesen revelado como un actor político muy fuerte. En términos legales, los derechos que reconoce la Constitución no desdicen en el matrimonio igualitario, pero su texto tampoco lo afirma.

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Cuba’s New Family Code is a Window into the Political Ecosystem

Photo: Julio César Guanche

By Ailynn Torres Santana y Julio César Guanche

On September 25, 2022, Cuba approved a new Family Code in a referendum, repealing the one in place since 1975. The new legislation moved the country into the 21st century with regard to family law, reproductive rights, domestic violence, children’s rights, maternity and paternity, old age, people with disabilities, and more. This Code is the result of decades of struggles, conflicts, and the processing of political, social, economic, and cultural understandings within Cuban society.

The process surrounding the Code sheds light on contemporary Cuban politics. Indeed, the legislation has been the subject of an unprecedented public political dispute. Its particularities, continuities, and the processes by which it was developed, disseminated, and approved, make the Family Code key to understanding Cuba and its (im)possibilities today.

The Referendum

The short period of public debate around the new Family Code began in 2018, when the proposed draft of a new Constitution was discussed in public consultations. Demands to democratize sexual-affective relationships and recognize the plurality of gender identities entered the political discussion through the persistent work of LGBTQI+ activists. Article 68 of the draft constitution included the definition of marriage as the union between two people, freeing this social institution from compulsory heterosexuality. However, contrary to what was expected, the “apple of discord” within the draft constitution was precisely that article, and not any of the many other controversial issues related to distributive justice or political representation mechanisms.

The Council of State reported that Article 68 was mentioned in 66 percent of consultation meetings on the draft constitution and represented 24.57 percent of all recorded citizen opinions. In the process, a majority of people supported reverting the definition of marriage to a union between a man and woman, not between two people. The proposed Article 68 disrupted the moral fabric of Cuban society and placed sexual and gender politics at the center of social conflict.

The process revealed the growing power of religious neoconservatism, much like in the rest of the region.The process revealed the growing power of religious neoconservatism, much like in the rest of the region. The process also showed the secular conservatism of political institutions, including the National Assembly, which, in contrast to its usual highly standardized unanimity, had unprecedented arguments over this matter.

Faced with this explicit tension, the constitutional commission made a political decision for the new constitution to recognize the right to equality and non-discrimination based on gender identity or sexual orientation, but to not include a definition of marriage. That would be agreed upon later, in lower-ranking legislation: a Family Code, to be approved in a referendum. One possible explanation for this decision is that the political leadership feared that opposition to the provision on same-sex marriage would put the entire new constitution at risk. In legal terms, the new Constitution did not contradict same-sex marriage, but it did not affirm the right to it either.

The Code

The Family Code went through 25 versions over the course of three and a half years. The legislation recognizes the possibility of same-sex marriage and establishes the right of all people to adopt—as in Argentina, Brazil, Colombia, Costa Rica, and Uruguay. It includes provisions on gender and intra-family violence and establishes that all matters of discrimination and violence in the family demand urgent intervention. It affirms a wide range of rights and guarantees for people with disabilities and the elderly, including their right to decide where and with whom to live. It details care and protection provisions for minors in the case of divorce, separation, or disasters.

The Code also expressly prohibits discrimination based on identity and sexual orientation. It protects family ties not based on blood relations, such as adoptive and socioaffective relationships, and grants multiparental rights. In this way, the Code recognizes the diversity of existing families, including different forms of legal recognition (marriage or de facto union), and protects stepfathers, stepmothers, and cohabitants in the case of separation without divorce. In addition, it recognizes various economic agreements within marriage, prohibits child marriage (the minimum age is now 18 years), and offers guarantees to people serving as caretakers.

Three of the legislation’s most controversial provisions were the recognition of surrogacy (meticulously regulated and only permitted as a gesture of solidarity); the elimination of Patria Potestad (legal custody) in favor of “parental responsibility” that must guarantee the best interests of the child; and recognition of the autonomy of children, which affirms the right of minors to be heard and protected in all their physical and emotional integrity.

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El racismo en la cultura nacional

Por Julio César Guanche

Una conversación sobre concepto e historia del racismo; esclavitud, abolición y racismo republicano en Cuba; la memoria de un caso concreto: el linchamiento de José Proveyer (en Trinidad, 1935); racismo, socialismo y revolución tras 1959; ¿qué significa el caso de los jóvenes disfrazados del KKK en Holguín en este Halloween? ¿Qué hacer en estos casos? Finalmente, una breve ojeada a repertorios globales del racismo a través del caso de la discriminación algorítmica dentro de la Inteligencia Artificial.

Sobre la sanción a Fernando Bécquer: algunos puntos

Imagen: Post de Elaine Vilar Madruga

Por Julio César Guanche

1. El Código penal (CP) vigente —el recién aprobado este año aún no ha entrado en vigor— sanciona a dos años de privación de libertad el delito de abusos lascivos. La sanción a Fernando Bécquer —pendiente de apelación— parece haber sido de limitación de libertad por cinco años, una sanción de tipo subsidiario para sanciones de privación de libertad.

2. Para poder alcanzar los cinco años de sanción, existen varias opciones: 1) haber considerado alguna de estas agravantes: “a) si el hecho se ejecuta por una persona que con anterioridad ha sido ejecutoriamente sancionada por el mismo delito b) si como consecuencia del hecho, resultan lesiones o enfermedad graves c) si el culpable conoce que es portador de una enfermedad de transmisión sexual; o si tuvo acceso carnal con menor de doce años de edad.” 2) que haya un «concurso de delitos» diferentes. 3) que se haya aplicado una sanción conjunta para un mismo tipo de delitos cometidos contra personas distintas. Este último podría ser el caso de esta sentencia.*

3. El régimen de limitación de libertad, alegadamente impuesto a Bécquer, supone que el sancionado: “a) no puede cambiar de residencia sin autorización del tribunal; b) no tiene derecho a ascensos ni a aumentos de salario; c) está obligado a comparecer ante el tribunal cuantas veces sea llamado a ofrecer explicaciones sobre su conducta durante la ejecución de la sanción; ch) debe de observar una actitud honesta hacia el trabajo, de estricto cumplimiento de las leyes y de respeto a las normas de convivencia socialista”, según el CP vigente.

4. De acuerdo al CP, la conducta social del individuo y los antecedentes penales son vitales para adecuar la sanción. Los límites entre una sanción privativa de libertad y la posibilidad de que sea subsidiada por otra que no conlleve prisión (como la limitación de libertad en este caso), depende de valorar elementos sociales y personales.

5. En este caso, si bien el perpetrador no tiene, hasta donde se conoce, antecedentes penales —hecho que suele pesar, con razón, para evitar sanciones privativas de libertad— , se dispone de cerca de una treintena de testimonios acusatorios, de los que más de cinco llegaron en este momento al juicio. Dada esa conducta, pienso que sancionar con privación de libertad hubiera sido justo.

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El Código de las Familias: los derechos son el camino

Foto: Julio César Guanche

por Julio César Guanche

Mis hijos tenían siete años cuando me divorcié, en 2009, de su madre. La pensión que debía, por ley, enviarles era de 60 pesos en total para ambos. Ante semejante cifra, incapaz de resolver un solo problema, le pregunté a la notaria si podía consignar en el acuerdo de separación un por ciento fijo de mis ingresos, presentes y futuros, como pensión para ellos y protección legal para su madre. Me dijo que me dejara de inventos, que Cuba no era Noruega.

He escuchado esta frase repetida en los últimos meses a propósito del proyecto de Código de las Familias (CF), cuyo referendo se realizará mañana, 25 de septiembre. La frase de la notaria que me atendió durante mi divorcio y que he escuchado otras veces en el contexto de debate del CF se refiere a que éste contiene elementos de regulación muy avanzados para un país “que no está preparado para ellos”, o que necesita otras cosas “más urgentes”.

Cuba tuvo ley de divorcio civil (1869) mucho antes que Noruega. Ninguno de los contenidos del Código de las Familias son “inventos cubanos”. Cuba tiene necesidades urgentes sobre la tragedia que es la vida cotidiana —desde poder contar con electricidad algunas horas al día, hasta liberar a presos por motivos políticos, pasando por poder comprar comida y medicinas —, pero el CF es mucho más que un paso en la dirección correcta.

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