El futuro, por más que traten de taparlo los discursos, quizás esté comenzando ahora

Por Julio César Guanche

Minnie Miñoso fue una Estrella en la MLB, jugando con los Chicago White Sox, donde también jugó con gran éxito “Potrerillo” Consuegra, como luego harían José Ariel Contreras y Orlando —El Duque— Hernández. Allí hoy militan Yoan Moncada y Luis Robert Jr., que integraron el equipo cubano al Clásico. A aquel equipo, algunos le llaman the Cuban White Sox. Moncada dijo que jugaba por Cuba por él mismo y por su padre. Fue la estrella del equipo cubano, tras lo cual regresará a Chicago.

José Ariel Contreras, ya después de su estrellato en la MLB, dijo que su padre era “revolucionario, como todos los campesinos de Cuba”. Dijo que no sabía que decirle a su padre tras la decisión de quedarse. La respuesta de su padre fue: “usted es uno de mis negritos. Yo soy tu padre en Cuba, en los Estados Unidos y en la luna”. (Ambos me recuerdan a Pedro Luis Ferrer: “Mi padre fue comunista, yo no tanto como él, pero quien toque a mi padre, tiene que darme también”) Contreras también dijo entonces, cito de memoria, que Pedro Luis Lazo era el mejor pitcher de Cuba, que era su amigo, y que siguieron hablando después de él quedarse. Lazo ha sido el entrenador del picheo cubano en el Clásico. Los locutores del juego de ayer, venezolanos, dedicaron muchos minutos a alabar su «historia legendaria” y su calidad de MLB. Lazo ha regresado a la Habana.

Un amigo, Randdy Fundora, me hizo notar que las canciones que corearon los jugadores cubanos en el vestuario, tras sus dos victorias iniciales, son “El campeón”, de Kimiko y Yordy, y “Ustedes están locos”, de Gente de Zona. La primera fue un himno reciente para los migrantes de la durísima ruta por Nicaragua. La segunda es un tema de 2011 de Gente de Zona, famosos autores, luego, de Patria y Vida.

Yadir Drake juega pelota profesional en México, antes fue un icono del equipo de Matanzas. En una entrevista, Drake habla de que “nuestra religión” quizás ayudó al equipo, habla sobre el respeto al dolor que cada cual necesita expresar, y de la necesidad de respetar diferencias ideológicas. En una directa después del juego de ayer, dice que “mucha patria y vida” y “mucha libertad”, pero en el estadio le tiraron cosas, y duras ofensas, a familias de los peloteros cubanos, incluyendo a sus niños.

Junto con haber llegado a semifinales, ese equipo obtuvo otra clase de éxito: haber vivido una mezcla difícil de reducir a consignas. Por debajo del grito estentóreo de los discursos irreconciliables, ese equipo ha mostrado algo que debería ser obvio: solo hay productividad, deseo, esperanza, futuro, posibilidad de ganar, en convivir en la mezcla, por más difícil, e incluso incompleta, que esta sea.

En el terreno, ese equipo tomó decisiones, produjo realidades y creó posibilidades. Hay allí, aunque ambigua, frágil, limitadamente, una idea del “nosotros”. Ellos hablaron sobre cosas, mientras muchos solo hablan sobre sí mismos dentro de un esquema político interesado exclusivamente en la total destrucción del otro.

Nada de esto tapa la enorme crisis de décadas del deporte nacional, y otras grandes crisis que la sustentan, pero permite avizorar algo: Miñoso está en el Hall de la Fama de Cooperstown y en el de Cuba. Es el pasado de una ilusión, pero el futuro, por más que traten de taparlo los discursos, quizás esté comenzando ahora.

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