Dime de quién te ríes

Por Roberto Zurbano

Lo que escribí hace diez años

aun produce picazón.

Lo saqué del corazón

Y hoy me hace menos daño.

Pero no me llamo a engaño,

ni me duermo entre laureles,

pues no es asunto de pieles,

ni dejárselo a la ciencia.

A quien le falta conciencia

¡Seguro que no le duele!

El Festival Nacional Aquelarre es uno de los eventos más riesgosos del panorama cultural cubano porque el filo del humor sigue indagando en los conflictos sociales y políticos del momento. De ahí que la censura haya perseguido a este festival desde su fundación. No hubo desde entonces, suficiente capacidad para amordazar sus mejores chistes, tal y como fue imposible encarcelar al Bobo de Abela. ¿Hay muchas razones para reírse en la Cuba de hoy? No alcanzo a responder esta pregunta, sólo admiro la pasión por la cual muchos defienden ese arte, del cual celebro la dimensión crítica con que pretende mejorar al país.

El choteo suele generar, entre cubanos, una visión mediocre y deshumanizadora que marcó esta edición del Aquelarre durante su evento teórico: una conferencia, indirectamente, pretendió distorsionar un debate que cumplió 10 años, a propósito de un texto que publiqué un domingo como hoy en el New York Times sobre el racismo en Cuba (NYT, marzo 23, 2013). El material de estudio que la experta manejó fue la decima “humorística” (véase foto,) escritas a propósito de aquel debate, por El Club del Poste y otras piezas de humor racializado y homofóbico, que refuerzan su práctica discriminatoria y su menosprecio por la cuestión racial al que apuntó el texto del 2013. Este Club… es un grupo o tríada autoral de la provincia Villa Clara que alcanza fama a finales de los años ochenta por su labor satírica a través de la décima, siguiendo una tradición campesina que logran insertar en el entorno urbano de Santa Clara.

La conferencista, Laidi o Adelaida Fernández de Juan, a quien se agradece la reedición de las crónicas de Eladio Secades, es una narradora premiada por sus cuentos y conocida por su activa participación feminista en las últimas décadas. Mas, su visión feminista no roza el trasfondo homofóbico, machista y racista de buena parte de la obra de El Club del Poste y, en cambio, toma varias piezas para ilustrar su conferencia. No me sorprende que haya excluido ciertas décimas, públicamente lesivas, para importantes figuras públicas. Entre los vacíos del feminismo cubano más establecido está su ceguera ante el racismo y su falta de solidaridad con otros discriminados, en pacto cómplice con un modelo patriarcal que oprime más allá del sexo y el género. El chiste racista, aunque naturalizado en nuestra cultura, daña tanto como uno machista u homofóbico, generando la misma opresión sobre el pecho y sobre la sociedad.

En principio hubo una elección: ¿de quién nos reímos? Luego, un intencionado gesto de poder, oliendo a privilegio, que unas personas usan para someter a otras a “simpático” escarnio público, aderezado de comentarios que devalúan la obra y la persona escogida. Hay un exceso de poder y de la violencia simbólica con que la hegemonía blanca se está renovando en Cuba. Digo hegemonía blanca y no incluye a todas las personas así racializadas, sólo aquellas que configuran una sociabilidad estructurada por relaciones de poder (político, económico, mediático, cultural), a veces acompañadas de un grupito de subalternos negros y mestizos, todos centrados en la visión eurocéntrica que trata con prejuicios y otros sesgos a nuestra diversidad socio-cultural, imponiendo estrechas normativas y practicas institucionales verticalistas.

La decima de marras (en la foto) intenta minimizar el tema racial tras varios tipos de carcajadas: la primera, elitista y arrogante, sobre Pogolotti, conocido barrio obrero, particularmente de tabaqueros y mayoría negra, que mejoraron sus calles y viviendas gracias a los Pogolotti, apellido que aun mencionan con respeto. La segunda carcajada osa empobrecer la figura nada provinciana de Regino Eladio Boti, el gran intelectual oriental cuya obra es puente del modernismo a nuestra vanguardia literaria, ejemplo de compromiso con la ciudad en que nació y murió, dejando una familia de profesionales y patriotas poco estudiados en Cuba. La tercera carcajada es más común y reaccionaria: mezcla de burla y molestia política anti-negra, que intenta zaherir y provocar resentimientos, fabricando rabia donde hay orgullo, boicoteando la resistencia crítica para tornar sospechoso cualquier reclamo de dignidad ante una eficiente maquinaria burocrática que solo produce disidentes o subalternos. Cada una de estas carcajadas recicla viejas fórmulas del escarnio socio-racial. Sólo cambia el contexto que hoy resulta más propicio que veinte años atrás.

Quizás la tradición racista de Santa Clara borró de su memoria el estallido racial de 1925 donde fueron heridos varios jóvenes negros que un domingo como hoy rompieron la absurda e ilegal obligación de pasear sólo por un área restringida del Parque Vidal. Si tales fantasmas no se exorcizan por la historiografía y la educación, lo natural es que salten, enmudecidos aun, en ciertos textos discriminatorios actuales, donde muy pocos lectores sabrán de qué historia hablamos. Reducir el debate racial a un escarceo entre negros intelectuales es irrespetar la numerosa población negra que ocupa la mayoría de los barrios pobres, los peores trabajos, las cárceles, el mercado informal y la parte dura de la vida cotidiana allí, donde la pobreza abrasa negros, mulatos y blancos y no existen privilegios ni remesas con que atenuar los golpes del “sálvese quien pueda” y” ordénese quien tenga MLC”. Estas personas también necesitan reír y llevar una vida digna que nadie les pueda embromar. Si alguien sugiere que lo racial es un ruido que aporta poco sentido (pocas nueces), no entiende Cuba. Luego, la infeliz cuarteta final no es a mí a quien demerita, si se interpreta el referido dicho (Mucho ruido y pocas nueces), endilgándome (Mucho negro y pocas nueces) el ruido que provocó el texto del 2013, como si el tema del racismo y de lo que llamo neoracismo en Cuba no fuera tan silenciado como tan vergonzante durante varias décadas después de 1959.

Y ¿qué quiere decir mucho negro?, ¿un exceso de qué tipo de horror?, ¿un sobrante de cual sociedad? ¿Por qué no pareció monstruosa o irrespetuosa ante las carcajadas de la sala Villena? ¿A qué tipo de impunidad o de respaldo se acoge? La infeliz décima, cierra con una mueca que niega el esfuerzo antirracista, mostrándolo como alarde, sin respeto a la necesidad humana y política que ello significa e insiste en descalificar la condición racial, de la cual muchos nos enorgullecemos como el Maceo que es recordado con fruición dos veces al año en nuestras logias. Mucho faltó a esta décima para llegar a sátira o poco más. Entonces, ¿qué obliga a citarla que no sea reproducir su mal intención contra la familia Pogolotti o la malograda línea sobre Regino Boti? ¿Se trata de anular nuestra capacidad intelectual cuestionando la presencia negra, llamando a Boti “negro intelectual”? O burlarse, en otra pieza, de autores como Julio Mitjans, por su orgullosa condición de negro gay? Solo apunto que vivimos una cultura light donde la chismografía es más importante que la obra y diz que la orientación sexual vende más que la experticia del autor. Eso está al nivel de la visión aldeana del Club del Poste, pero no agrega mucho sentido a una conferencia magistral en la UNEAC, a no ser que se prefiera esa tendencia anti-intelectual presente en medios y espacios culturales, que rebaja o destruye figura o proyecto que no asuma las normativas dominantes en cuanto a raza, sexo, criterios o proyectos de felicidad y de futuro en Cuba.

En momentos que el humorísmo cubano, dentro y fuera de la isla, indaga con profundidad, a través de diversos formatos y enfoques, en las causas de la precariedad material, la opacidad de lo real en nuestros medios y los derechos de grupos sociales (mal llamados minoritarios) como negros, mujeres, homosexuales y de artistas independientes, jóvenes inconformes, ancianos desamparados, migrantes, presos y enfermos; resulta anacrónico e inconsecuente elegir tales décimas. En su origen, no fueron creadas para la amplia recepción; yo las ví surgir del interregno alternativo de El Mejunje, en el tráfico alcohólico y desprejuiciado de las noches en que Silverio construía la mejor plaza en defensa del sujeto y la vida gay en la isla, rechazando la visión clínica y disciplinaria que entonces agobiaba a un emergente movimiento LGTBIQ.

Feminista insolidaria

Que me quisiste chotear:

Yo no pretendo alardear

ni curarte la urticaria

¿Ya encontraste boticaria

que te venda intersección?

Es la mejor curación

para cualquier privilegio.

Yo vengo de otro colegio,

pero en la misma nación.

No creo que la avalancha de memes sobre la realidad cubana produzca las mismas carcajadas que se oyeron en la Sala Villena, porque estos atentan contra la reputación de gente importante. Pero si las personas motivos de risa no son VIP, este público se permite carcajear, sin pensar adonde llega el puñal de una carcajada que, si no irresponsable, sí es cómplice de la nada sutil discriminación de esa décimas. Nótese que la nueva ola racista gana espacios que fueron tribuna del antirracismo como la sala Villena de la UNEAC, donde se sucedió una saga de importantes eventos y debates antirracistas durante los años noventa y al principio de este siglo.

Lo peor es que no creo posible un reclamo sin que salten las hordas privilegiadas a reivindicar su derecho al choteo de plantación o traten de convencerme de mi exagerada reacción. Este tema alcanza una perversión tal que el discriminado, a menudo, pasa a ser culpable y se nos criminaliza o critica por denunciar. Ya sucedió una y otra vez, porque el castigo racial, como en la plantación, no prescribe. Pero, ejerzo mi derecho ante un acto denigrante, aun naturalizado a pesar de la reciente Constitución de la República, ocurrido en una institución pública del país. Aunque no abrigo intención punitiva alguna, todos sabemos que en cualquier ciudad del mundo, no quedarían impunes autor, divulgador o institución que haga pública una línea tan irrespetuosa (Mucho negro y pocas nueces) portadora de un racismo inconcebible años atrás en la propia UNEAC.

Si se permite esta afrenta, llegaran otros gestos y acciones más peligrosas y excluyentes. Acabemos de enfrentar el racismo sin tanto temor y juego de palabra. En la tradición del humor cubano la negra y el negro suelen salir malparados casi siempre, para no ser absoluto: también a la realidad se extiende esta farsa histórica. Escribo en la realidad, no en la pantalla con la tanda de filmes afroamericanas que parecen destinadas a evitar que nuestros televidentes reconozcan por qué y cómo se expresa aquí y ahora el racismo del cual mucho se habla y casi nadie quiere ver. Nuevas y viejas formas racistas crecen juntas en Cuba, respaldadas por la vieja impunidad, el neoconservadurismo y la colonialidad, más la nueva configuración post-racial y neoliberal que ciertas castas disfrutan a su antojo.

Por estas razones se ha impuesto una tendencia que minimiza los peligros del racismo en nuestra sociedad y que fragmentó y aun viene cooptando, al activismo social que colocó el antirracismo en la agenda nacional a fines del siglo pasado. Así, se aplaza la tarea de deconstruir los racismos invisibles, conscientes y paternalistas que afectan la nación. Las discriminaciones no suceden en abstracto; siempre hay pretextos, cuerpos y contextos. Se trata de una disputa sobre rol y el lugar que nos corresponde. ¿A qué lugar nos condena la burla irresponsable y prejuiciosa? ¿Qué instituciones asumen estrategias descolonizadoras, cierto respeto a la diversidad y se oponen, en la práctica, a cualquier forma de discriminación? ¿Sabrán distinguirlas en la vida cotidiana, en las prácticas profesionales y en las interacciones con los demás, cercanos o no a nuestras experiencias de vida?

Sin voluntad ciudadana y política esto no va a pasar. Porque el racismo cultural marca todas las instituciones que no creen en la dimensión estructural de nuestro racismo, mientras asumen al debate racial como amenaza a la unidad nacional y suelen inferiorizar a (esta vez, burlándose de) la gente negra y sus proyectos. Mi análisis no es personal, solo es el modo en que advierto un repliegue ético y político, de raíz neoliberal, que precariza el campo socio-cultural cubano y empodera a sus elegidos: un sector que patologiza o criminaliza cualquier sujeto crítico, marginándole por las estrechas normas institucionales que anulan sus demandas e imponen el discurso ideológico con que el racismo, los derechos y la nación deben abordarse, según el criterio autoritario de dicho selectivo grupo, al cual se le permite excesos, extremismos, perretas e inmerecidos premios, prebendas y permisibilidad versus la negación, el castigo y el ninguneo de otros, en un caprichoso juego de tronos en que no cabemos todos, ni para el bien ni para todos. Nada de esto parece ser revolucionario, justo ni emancipatorio. Y exige ser transformado. Mañana será tarde…

No quise ser aguafiestas y publicar mi reclamo en medio del Aquelarre, sin aportar las tres décimas, quizás jocosas, que aquí inserto. Sostengo que no me da ninguna risa saber que habitamos un país donde se irrespeta la enorme diversidad y diferencias entre los cubanos. No es hora de reírse a carcajadas porque el humor en Cuba, más allá de sus salas y privilegios, hoy se debate en el difícil y hermoso momento que les ha tocado no solo a cineastas, escritores y otros artistas, sino a la masa inmensa de cubanas y cubanos que necesitamos reír, ¡muchísimo!, pero no de nuestras diferencias y defectos; sino de este tiempo en que parece que sólo unos pocos transformaremos nuestras propios talentos y miserias para lograr una nación más coherente entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Una nación digna, donde para reír no haya que denigrar a otro cubano!

Que ya no existe racismo,

Me dices con mucho humor.

Tantas nueces y el rumor

no me confirman lo mismo.

Hoy salgo de mi ostracismo,

Me incorporo a la querella,

¡Si hasta la propia Graziella

Reclama nuestro derecho!

Y hay gente poniendo el pecho

Entre el yugo y las estrellas.

.

Roberto Zurbano.

Crítico cultural y militante antirracista.

En Centro Habana, Cuba, Julio 9 y 2023.

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