Sobre un intercambio alrededor de la Carta de México y el Directorio Revolucionario. Un dossier mínimo

Por Julio César Guanche

El pasado 13 de marzo la Mesa Redonda dedicó un programa al Museo de la Revolución y a la fecha patria que se conmemora ese día.

Allí la periodista Arleen Rodríguez Derivet pronunció palabras sobre las que escribí un post en Facebook al día siguiente.

Yo, como hicieron otras personas que también reaccionaron críticamente al manejo histórico que tuvo el programa, usé la palabra “traición” para referir a una frase que dijo la periodista sobre el ataque a Palacio y la Carta de México.

Rodríguez Derivet no dijo esa palabra sino que utilizó otra frase. Luego, lo reconocí. La cambié en mi post porque hacerlo era “imprescindible y honesto”. También insistí en que la frase que usó deja el problema en el mismo lugar donde lo enuncié y que remite al menos a dos cuestiones: 1. “(en el programa) se escucha que “ni siquiera tenían un plan de fuga”, “venían a asaltar o morir”, “vinieron casi a sacrificarse al altar de la patria”, “[el DR] se apuró demasiado”, “desarrolló un acto que era casi un suicidio literalmente”. (…) Sigo considerando que esas frases no les hacen justicia” (al programa y al pensamiento político de Echeverría y del DR). 2. “¿Cuál es la fuente que sostiene la hipótesis de que el ataque a Palacio “iba contra los acuerdos de la carta de México?”

Lo que ha seguido a mi primer post es una enorme cantidad de comentarios, una buena parte de ellos muy ofensivos para la periodista. Otra parte, lo son para mí. En lo que a mí corresponde le ofrezco disculpas a Rodríguez Derivet porque ese haya sido espacio para tales comentarios. No puedo controlarlos, porque incluso alcanzo a leer solo una mínima parte de ellos. Tengo además por norma general no borrar comentarios ni bloquear opiniones en mi muro de Facebook, incluso cuando son puras difamaciones contra mí mismo. Prefiero ver a esas personas en acción, que esconderlas. Hablan de quien escribe tales infamias, no de a quién van dirigidos. Lo deploro, pero si lo hago para mí, espero que se pueda entender que no lo haga para otras personas, incluso si también de difamaciones se trata. Ese es uno de los riesgos, lamentables e inevitables de ese tipo de espacio público.

Las disculpas son sinceras por haberse producido en mi muro. Lamento también los improperios hacia mí en el muro de Arleen y en el mío propio. Pero este texto no va de ello, sino de lo siguiente:

En aras de ofrecer acceso organizado a este intercambio, reproduzco aquí mis post, el de Rodríguez Derivet, y el comentario de Sandra Guerra Maseda, pues este se refiere a temas importantes de historia sobre los que yo reclamaba conversar en el primer post, y que respondí de modo extenso a la colega Guerra Maseda.

Resumo: Desde mi respuesta al post de Rodríguez Derivet rectifiqué el uso de la palabra utilizada por mí y la corregí con la frase literal que se usó en el programa. Ahora ofrezco disculpas por las ofensas que le han dirigido en mi muro personal. Por igual, sigo esperando las respuestas a los temas de fondo que he planteado. Entiendo que involucran el respeto por la historia revolucionaria de Cuba y necesidades perentorias, también revolucionarias, de nuestro presente.

El estado actual de este intercambio son usos de unos y de otros para manejar el tema según los intereses y afinidades de cada cual. Se ha centrado mayormente en el uso de esa palabra. Me parece bastante obvio que ninguna palabra, sola, bien o mal usada, cubre la totalidad de ningún debate. Me parece un desvío para evitar así cualquier mención a temas cruciales que pone en cuestión.

Agradezco a quienes han intervenido, en cualquier dirección, con respeto, y sobre todo a los que han aportado a intentar producir una conversación de calidad sobre el asunto. Si no aparece nada nuevo de fondo en el futuro, por lo dicho, yo termino aquí.

El video de la mesa redonda en cuestión, se puede consultar aquí 

Mi post original

Ayer 13 de marzo, aniversario de la muerte en combate de José Antonio Echeverría, en una Mesa Redonda dedicada a esa fecha patria, la periodista Arleen Rodríguez Derivet manifestó que el asalto al Palacio Presidencial era una “traición” a la Carta de México (1956), firmada en 1956 entre José Antonio Echeverría, a nombre de la FEU, y Fidel Castro, en representación del MR-26-7.

Hace años entrevisté a decenas de miembros de aquella FEU y aquel Directorio Revolucionario. Es una historia que me conmueve particularmente. Será por Martí: “Los estudiantes son el baluarte de la libertad, y su ejército más firme”. O por Violeta Parra. O por Mella. O por la propia historia del movimiento estudiantil cubano. Además, involucra para mí algo personal: fui presidente de la FEU de la Universidad de la Habana, me senté en “su silla” —así decían sus compañeros de antaño que nos visitaban— y la honré, hasta donde tuve conciencia, cada segundo.

Uno de los testimoniantes en aquellas entrevistas, participante del 13 de Marzo, decía que uno de los asaltantes, herido en una pierna —creo recordar que José Machado, pero debo confirmarlo en la grabación— había salido ya en medio del tiroteo hacia la zona del Parque situado frente a Palacio. Estaba ya casi a salvo. Miró hacia atrás y vio un compañero suyo tratando de salir de Palacio, también herido. Regresó de frente a las balas, lo cargó a sus espaldas. Se lo llevó de nuevo sobre las balas. Lo salvó.

El mismo día, Julio García Oliveras pudo llegar con una ametralladora hasta la azotea de la actual facultad de Física de la UH. Décadas después hablaba todavía conmocionado por el dolor —como hace la gente digna —y Julio fue dignísimo—, sobre el dolor de ser un sobreviviente. Fructuoso fue asesinado en Humboldt 7 con Marta embarazada. Natalia Bolívar —además de participar de un ataque armado contra una estación de policía—, junto a otras muchas mujeres desafiaron a las fuerzas de la dictadura para vestir el cadáver de Mario Reguera, que sus asesinos habían desnudado.

Juan Pedro Carbó, una de las veces que fue detenido, aprovechando una confusión tomó un cake que le quedaba a mano. Salió orondo con el cake en la mano por la misma puerta de la estación. Dijo al custodio que era el enviado de la dulcería, que se habían confundido de sabor y que se iba para regresar con el dulce correcto. Unas cuadras más adelante, ya libre, pensó que su fuga iba a provocar escarmientos contra sus compañeros presos. Volvió y se metió preso de nuevo a sí mismo. Otra vez, escapando de Ventura, lo arrinconaron en el hospital Calixto García. Los policías abrieron la puerta del lugar donde se escondía. Juan Pedro salió disparando con la mano —una pistola imaginaria en ese caso—. Se lo hizo a uno de los asesinos más sanguinarios de la historia de Cuba. Provocó el pánico del esbirro. Juan Pedro le escupió en la cara con el desprecio que merecen los sátrapas: “Te jodí”.

Rodríguez Derivet redujo toda esa historia —la del martirologio —que se dice— sagrado de la patria al intento de matar a Batista. Hay material de calidad, y accesible, sobre el pensamiento y el programa políticos de Echeverría y del DR —entre los más jóvenes son muy destacados los investigadores Frank Josué Solar Cabrales y Rosario Parodi—, pero no abundaré aquí en ello. Están al alcance un click.

Sobre la “traición” del DR, es posible que Rodríguez Derivet estuviese pensando en esta carta de Fidel Castro dirigida a Ernesto Che Guevara:

“Palma Soriano, 12/26/58 / 8:00 p.m.

“Ché:

“No tengo en este momento [tiempo] de hacerte una larga carta ni tengo facilidades para hacerlo, por no contar con otra luz que la de una linterna.

“Considero que estás cometiendo un grave error político al compartir tu autoridad, tu prestigio y tu fuerza con el Directorio Revolucionario.

“La guerra está ganada, el enemigo se desploma estrepitosamente, en Oriente tenemos encerrados diez mil soldados. Los de Camagüey no tienen escapatoria. Todo eso [es] consecuencia de una sola cosa: nuestro esfuerzo. No tiene sentido aupar [a] un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones conocemos sobradamente, y que en el futuro serán fuente de problemas y dificultades. Tan soberbios y presumidos son, que ni siquiera han acatado tu jefatura, ni la mía, pretenden erigir una fuerza militar autónoma y particular que no podremos tolerar de ninguna forma. Quieren en cambio compartir los frutos de nuestras victorias para robustecer su minúsculo aparato revolucionario y presentarse el día de mañana con toda clase de pretensiones. Es necesario que consideres este aspecto político de la lucha en Las Villas como cuestión fundamental.

“Por lo pronto, es de suma importancia que el avance hacia Matanzas y La Habana sea efectuado exclusivamente por fuerzas del Movimiento 26 de julio. La Columna de Camilo debe constituir la vanguardia y apoderarse de La Habana cuando la Dictadura caiga si no queremos que las armas de Columbia se las repartan entre todos los grupos y tengamos en el futuro un problema muy grave.

“En este momento la situación de Las Villas constituye mi principal preocupación. No comprendo por qué vamos a caer en el mal que motivó precisamente el envío tuyo y de Camilo a esa Provincia.

“Ahora resulta que cuando podíamos haberlo superado definitivamente, lo agravamos.” (En: Castro, Fidel. La contraofensiva estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado 2010. pp. 343-345.)

Sin embargo, la frase de Rodríguez Derivet, al especificarse en el 13 de Marzo, se contradice incluso con las versiones historiográficas que se han considerado “oficiales”.

Mario Mencía, por ejemplo, dejó escrito que Faustino Pérez —al frente del MR-26-7 en ese momento en la capital, al entrar en contacto entonces con la dirección del DR en La Habana, decía—: “Se les veía angustiados, desesperados por desarrollar acciones armadas decisivas […] Hablamos de la posibilidad de abrir un frente guerrillero en el Escambray, pero predominó la decisión del ataque al Palacio […], plan que tenían muy adelantado”. (Mario Mencía: “La Carta de México”, Bohemia, La Habana, 17 de septiembre de 1976, p. 93)

Esa era la opinión de Faustino Pérez, un hombre cuya honestidad no ha puesto nadie en duda en la historia cubana después de 1959. Faustino Pérez, en el mismo teatro de los hechos, relacionándose con el DR, no mencionó jamás la palabra “traición”.

La frase de Rodríguez Derivet reproduce el silenciamiento de la obra del movimiento revolucionario cubano que no participó —porque luchó en otros escenarios revolucionarios— de la contienda en la Sierra Maestra. Ese silenciamiento incluye al propio movimiento clandestino del MR-26-7. El que se conoce como “El llano”—. Yo vivo —perdonen esta última referencia personal— cerca del “Parque del Buró”, cerca del Almendares. Allí hay wifi. Personas memoriosas, y en concreto Armando Hart, pusieron una tarja a los que murieron allí reventados por la tortura. Gente de la clandestinidad. Gente del Llano. Hoy las personas se conectan allí en sus teléfonos sin saber el teatro del horror que se encuentra bajo sus pies. La frase de Rodríguez Derivet reproduce la versión más sectaria posible sobre la historia del proceso de la Revolución Cubana de 1959.

En cambio, Echeverría, en medio del ambiente anticomunista de los años cincuenta —Guerra Fría mediante—, declaró ante una acusación de penetración comunista en la FEU que esta “no era comunista ni anticomunista como no era católica ni anticatólica”. En ese contexto, era una declaración de principios, no a favor o en contra del comunismo sino decisivamente en contra del sectarismo.

En realidad, en lugar de la la “traición” que esgrime Rodríguez Derivet, después de abril de 1957 —o sea, luego de la masacre de Humboldt 7— los contactos del DR con el MR26-7 se mantuvieron, en las condiciones permitidas por la lucha clandestina, con Faustino Pérez, a través de intermediarios, con Marcelo Fernández Font y jefes de Acción y Sabotaje del MR 26-7. Juntos llegaron a coordinar planes de atentados —el más espectacular habría sido el que se intentó gestar contra Rafael Guas Inclán, vicepresidente de Batista— y acciones de agitación. “La colaboración era mutua, continua, constante. No había divisiones. Llegaba un momento en que éramos los mismos todos”, recuerda Guillermo Jiménez. Eso dice ese otro hombre íntegro, el mismo que había quedado al frente del DR en La Habana después de mayo de 1957.

Los dos jefes principales de ambas organizaciones en la misma ciudad en el mismo momento jamás hablaron de “traición”. Que yo conozca, tampoco lo hizo Fidel Castro después de 1959. (No celebró el ataque a Palacio al momento del 57 —lo que no equivale a calificarlo de “traición”—, como tampoco lo hizo el Partido Comunista, pero es un análisis de una situación de guerra que no cabe aquí)

Esas son las fuentes más directas de esa historia: “Faustino” y “Jimenito”. La casi totalidad de la historiografía profesional cubana sobre el tema está lejísimos de suscribir tesis semejante a la de la “traición”. Espero que Rodríguez Derivet aporte sus fuentes, pues ventila su opinión frente a las cámaras de la TV, en un programa de emisión estelar, justo el día de la muerte de José Antonio.

Los mártires de la patria solo merecen respeto. Conocer su historia es parte imprescindible de ese respeto. Rodríguez Derivet y la Mesa Redonda le deben una disculpa —y muy seria— al pueblo de Cuba”.

 

Respuesta de Arleen Rodríguez Derivet:

Ayer me llegó el turno. En el Día de la prensa cubana, fui acribillada en FB, como suele suceder cada tanto con todos y cada uno – por separado mejor- de los que se atreven a defender abierta y cotidianamente a la Revolución.

Cualquiera que lea el post, por ejemplo, del brillante Julio César Guanche, que varios conocidos me han compartido, coincidirá con sus juicios atinadísimos y los conmovedores testimonios que rescata de participantes en las acciones del 13 de marzo y en general del DR.

Hasta yo lo hubiera compartido contra mí misma. Sólo que Julio César Guanche dice algo que yo no dije. La palabra traición no aparece en ninguno de los 59 minutos del programa, ni en mi boca ni en la de ninguno de los entrevistados.

Y no hice ninguna afirmación. Sólo pregunté. Pregunté al director del Museo de la Revolución, su opinión sobre la trascendencia de aquel hecho en relación con la Carta de México, sin usar jamás la palabra traición.

Un amigo me compartió el primer post contra el programa del viernes y le respondí personalmente lo que ahora les comparto:

Estoy consciente del riesgo de las palabras ante un acto de tanta entrega y desprendimiento que incluye la propia vida. Yo misma dije ahí que uno siente que aquellos muchachos vinieron a inmolarse al altar de la Patria, sin siquiera tener un plan de escape y que en una entrevista, una vez le pregunté a Julio García Oliveras si ese acto no iba también contra los acuerdos de la Carta de México, que qué opinión tenía como historiador el director del Museo. Él respondió brillantemente que había sido el compromiso de la Carta de México hacer una acción, cosa que remarqué yo. Agregó que fue la más importante acción en la Capital y que para siempre estremeció los muros de la dictadura, contribuyendo decisivamente al triunfo de 1959. Consciente de que mi pregunta podría lastimar, aclaré en el mismo programa que introduje aquel «ruido en el sistema» por el saldo de dolor que dejó la acción, ese sentimiento de que se sacrificaron aquellos muchachos en el altar de la Patria. Y elegimos para despedir las palabras de un participante en la acción de la talla de Faure Chomón. Si hubiera pretendido ofender o herir de palabra una acción tan noble, es cierto que merecería la peor de las condenas, pero creo que a lo largo de todo el trabajo se deja claro mi propósito de rendir homenaje a la entrega de la vida, sin más cálculo que librar a Cuba de la tiranía.

No obstante, si alguien honestamente sintió que trasladé un mensaje confuso al respecto, mis disculpas».

Hasta aquí lo que escribí y envié al amigo sobre el primer post contra mi persona y mi trabajo. No sé me ocurrió publicarlo en mi muro porque estaría amplificando un error que no cometí -quien quiera que busque el programa en Youtube- pero también callé porque no sé nadar en las aguas del odio y advertí enseguida ese sentimiento en la primera persona que arremetió contra mí.

Pero las de Julio César Guanche son palabras mayores y su reiterada mención a mi nombre y a esa «traición» que jamás dije, me obligan.

Creo profundamente en la unidad como la fuerza mayor de este país frente a su poderoso adversario. Nunca tributaré conscientemente a su quiebre.

Mi respuesta al comentario anterior de Arleen Rodríguez Derivet

 

[Primero: edición del post:]

Nota de 15 de marzo de 2020, 12: 51 de la tarde. Por algo que explico en un comentario mío abajo, sustituyo aquí la palabra «traición» por la frase «iba contra los acuerdos de la carta de México».  [Lo que sigue es el mismo post original, pero con esa palabra intercambiada por la frase literal de Rodríguez Derivet.]

(Sobre una mención, ayer, en la Mesa Redonda, al ataque al Palacio Presidencial como que «iba contra los acuerdos de la carta de México»).

Ayer 13 de marzo, aniversario de la muerte en combate de José Antonio Echeverría, en una Mesa Redonda dedicada a esa fecha patria, la periodista Arleen Rodríguez Derivet manifestó que el asalto al Palacio Presidencial «iba contra los acuerdos de la carta de México», firmada en 1956 entre José Antonio Echeverría, a nombre de la FEU, y Fidel Castro, en representación del MR-26-7.

Hace años entrevisté a decenas de miembros de aquella FEU y aquel Directorio Revolucionario. Es una historia que me conmueve particularmente. Será por Martí: “Los estudiantes son el baluarte de la libertad, y su ejército más firme”. O por Violeta Parra. O por Mella. O por la propia historia del movimiento estudiantil cubano. Además, involucra para mí algo personal: fui presidente de la FEU de la Universidad de la Habana, me senté en “su silla” —así decían sus compañeros de antaño que nos visitaban— y la honré, hasta donde tuve conciencia, cada segundo.

Uno de los testimoniantes en aquellas entrevistas, participante del 13 de Marzo, decía que uno de los asaltantes, herido en una pierna —creo recordar que José Machado, pero debo confirmarlo en la grabación— había salido ya en medio del tiroteo hacia la zona del Parque situado frente a Palacio. Estaba ya casi a salvo. Miró hacia atrás y vio un compañero suyo tratando de salir de Palacio, también herido. Regresó de frente a las balas, lo cargó a sus espaldas. Se lo llevó de nuevo sobre las balas. Lo salvó.

El mismo día, Julio García Oliveras pudo llegar con una ametralladora hasta la azotea de la actual facultad de Física de la UH. Décadas después hablaba todavía conmocionado por el dolor —como hace la gente digna —y Julio fue dignísimo—, sobre el dolor de ser un sobreviviente. Fructuoso fue asesinado en Humboldt 7 con Marta embarazada. Natalia Bolívar —además de participar de un ataque armado contra una estación de policía—, junto a otras muchas mujeres desafiaron a las fuerzas de la dictadura para vestir el cadáver de Mario Reguera, que sus asesinos habían desnudado.

Juan Pedro Carbó, una de las veces que fue detenido, aprovechando una confusión tomó un cake que le quedaba a mano. Salió orondo con el cake en la mano por la misma puerta de la estación. Dijo al custodio que era el enviado de la dulcería, que se habían confundido de sabor y que se iba para regresar con el dulce correcto. Unas cuadras más adelante, ya libre, pensó que su fuga iba a provocar escarmientos contra sus compañeros presos. Volvió y se metió preso de nuevo a sí mismo. Otra vez, escapando de Ventura, lo arrinconaron en el hospital Calixto García. Los policías abrieron la puerta del lugar donde se escondía. Juan Pedro salió disparando con la mano —una pistola imaginaria en ese caso—. Se lo hizo a uno de los asesinos más sanguinarios de la historia de Cuba. Provocó el pánico del esbirro. Juan Pedro le escupió en la cara con el desprecio que merecen los sátrapas: “Te jodí”.

Rodríguez Derivet redujo toda esa historia —la del martirologio —que se dice— sagrado de la patria al intento de matar a Batista. Hay material de calidad, y accesible, sobre el pensamiento y el programa políticos de Echeverría y del DR —entre los más jóvenes son muy destacados los investigadores Frank Josué Solar Cabrales y Rosario Alfonso Parodi—, pero no abundaré aquí en ello. Están al alcance de un click.

Sobre que el ataque a Palacio “iba contra los acuerdos de la carta de México” del DR, es posible que Rodríguez Derivet estuviese pensando en esta carta de Fidel Castro dirigida a Ernesto Che Guevara:

“Palma Soriano, 12/26/58 / 8:00 p.m.

“Ché:

“No tengo en este momento [tiempo] de hacerte una larga carta ni tengo facilidades para hacerlo, por no contar con otra luz que la de una linterna.

“Considero que estás cometiendo un grave error político al compartir tu autoridad, tu prestigio y tu fuerza con el Directorio Revolucionario.

“La guerra está ganada, el enemigo se desploma estrepitosamente, en Oriente tenemos encerrados diez mil soldados. Los de Camagüey no tienen escapatoria. Todo eso [es] consecuencia de una sola cosa: nuestro esfuerzo. No tiene sentido aupar [a] un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones conocemos sobradamente, y que en el futuro serán fuente de problemas y dificultades. Tan soberbios y presumidos son, que ni siquiera han acatado tu jefatura, ni la mía, pretenden erigir una fuerza militar autónoma y particular que no podremos tolerar de ninguna forma. Quieren en cambio compartir los frutos de nuestras victorias para robustecer su minúsculo aparato revolucionario y presentarse el día de mañana con toda clase de pretensiones. Es necesario que consideres este aspecto político de la lucha en Las Villas como cuestión fundamental.

“Por lo pronto, es de suma importancia que el avance hacia Matanzas y La Habana sea efectuado exclusivamente por fuerzas del Movimiento 26 de julio. La Columna de Camilo debe constituir la vanguardia y apoderarse de La Habana cuando la Dictadura caiga si no queremos que las armas de Columbia se las repartan entre todos los grupos y tengamos en el futuro un problema muy grave.

“En este momento la situación de Las Villas constituye mi principal preocupación. No comprendo por qué vamos a caer en el mal que motivó precisamente el envío tuyo y de Camilo a esa Provincia.

“Ahora resulta que cuando podíamos haberlo superado definitivamente, lo agravamos.” (En: Castro, Fidel. La contraofensiva estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado 2010. pp. 343-345.)

Sin embargo, la frase de Rodríguez Derivet, al especificarse en el 13 de Marzo, se contradice incluso con las versiones historiográficas que se han considerado “oficiales”.

Mario Mencía, por ejemplo, dejó escrito que Faustino Pérez —al frente del MR-26-7 en ese momento en la capital, al entrar en contacto entonces con la dirección del DR en La Habana, decía—: “Se les veía angustiados, desesperados por desarrollar acciones armadas decisivas […] Hablamos de la posibilidad de abrir un frente guerrillero en el Escambray, pero predominó la decisión del ataque al Palacio […], plan que tenían muy adelantado”. (Mario Mencía: “La Carta de México”, Bohemia, La Habana, 17 de septiembre de 1976, p. 93)

Esa era la opinión de Faustino Pérez, un hombre cuya honestidad no ha puesto nadie en duda en la historia cubana después de 1959. Faustino Pérez, en el mismo teatro de los hechos, relacionándose con el DR, no mencionó jamás que el ataque «iba contra los acuerdos de la carta de México».

La frase de Rodríguez Derivet reproduce el silenciamiento de la obra del movimiento revolucionario cubano que no participó —porque luchó en otros escenarios revolucionarios— de la contienda en la Sierra Maestra. Ese silenciamiento incluye al propio movimiento clandestino del MR-26-7. El que se conoce como “El llano”—. Yo vivo —perdonen esta última referencia personal— cerca del “Parque del Buró”, cerca del Almendares. Allí hay wifi. Personas memoriosas, y en concreto Armando Hart, pusieron una tarja a los que murieron allí reventados por la tortura. Gente de la clandestinidad. Gente del Llano. Hoy las personas se conectan allí en sus teléfonos sin saber el teatro del horror que se encuentra bajo sus pies. La frase de Rodríguez Derivet reproduce la versión más sectaria posible sobre la historia del proceso de la Revolución Cubana de 1959.

En cambio, Echeverría, en medio del ambiente anticomunista de los años cincuenta —Guerra Fría mediante—, declaró ante una acusación de penetración comunista en la FEU que esta “no era comunista ni anticomunista como no era católica ni anticatólica”. En ese contexto, era una declaración de principios, no a favor o en contra del comunismo sino decisivamente en contra del sectarismo.

En realidad, en lugar de la frase “iba contra los acuerdos de la carta de México” que esgrime Rodríguez Derivet, después de abril de 1957 —o sea, luego de la masacre de Humboldt 7— los contactos del DR con el MR26-7 se mantuvieron, en las condiciones permitidas por la lucha clandestina, con Faustino Pérez, a través de intermediarios, con Marcelo Fernández Font y jefes de Acción y Sabotaje del MR 26-7. Juntos llegaron a coordinar planes de atentados —el más espectacular habría sido el que se intentó gestar contra Rafael Guas Inclán, vicepresidente de Batista— y acciones de agitación. “La colaboración era mutua, continua, constante. No había divisiones. Llegaba un momento en que éramos los mismos todos”, recuerda Guillermo Jiménez. Eso dice ese otro hombre íntegro, el mismo que había quedado al frente del DR en La Habana después de mayo de 1957.

Los dos jefes principales de ambas organizaciones en la misma ciudad en el mismo momento jamás hablaron de “iba contra los acuerdos de la carta de México”. Que yo conozca, tampoco lo hizo Fidel Castro después de 1959. (No celebró el ataque a Palacio al momento del 57 —lo que no equivale a calificarlo de que “iba contra los acuerdos de la carta de México”—, como tampoco lo hizo el Partido Comunista, pero es un análisis de una situación de guerra que no cabe aquí)

Esas son las fuentes más directas de esa historia: “Faustino” y “Jimenito”. La casi totalidad de la historiografía profesional cubana sobre el tema está lejísimos de suscribir tesis semejante a la de la que “iba contra los acuerdos de la carta de México”. Espero que Rodríguez Derivet aporte sus fuentes, pues ventila su opinión frente a las cámaras de la TV, en un programa de emisión estelar, justo el día de la muerte de José Antonio.

Los mártires de la patria solo merecen respeto. Conocer su historia es parte imprescindible de ese respeto.

Rodríguez Derivet y la Mesa Redonda le deben una disculpa —y muy seria— al pueblo de Cuba.

Segundo: mi comentario al comentario de Arleen Rodríguez Derivet:

Estimada Arleen, gracias por el comentario que, sobre todo, da la posibilidad a continuar el debate sobre un tema, y no sobre personas.

He oído varias veces el programa. Ahí se escucha que “ni siquiera tenían un plan de fuga”, “venían a asaltar o morir”, “vinieron casi a sacrificarse al altar de la patria”, “[el DR] se apuró demasiado”, “desarrolló un acto que era casi un suicidio literalmente”.

Esas son frases literales, y a ellas me refiero cuando digo que “Rodríguez Derivet redujo toda esa historia —la del martirologio —que se dice— sagrado de la patria al intento de matar a Batista.”

Hablo del pensamiento y del programa del DR. Sigo considerando que esas frases no les hacen justicia.

Lo segundo se trata, en específico, sobre el comentario —no es una pregunta, es un comentario, como se puede verificar en la misma grabación— de que “[el ataque a Palacio] además iba contra los acuerdos de la carta de México”.

Esa es la idea que yo, y otros —por ejemplo, Rodolfo Alpízar y Esther Suárez Durán—, identificamos que comunica una “traición” del DR. Ahora, es cierto que no se menciona la palabra “traición”. Por, ello lo rectificaré en mi comentario cambiándola por la frase literal: “además iba contra los acuerdos de la carta de México”.

Del mismo modo, creo que sigue siendo útil reflexionar sobre sobre el asunto que me parece de fondo aquí: Luego de hacer ese cambio, merecido y necesario, el post continúa teniendo el mismo sentido y no se modifica en modo alguno su contenido.

Las afirmaciones que hago, las fuentes que uso y la necesidad de precisión sobre el asunto continúan en pie y se sintetizan en una pregunta a la cual todas las personas interesadas o con conocimiento pueden aportar: ¿cuál es la fuente que sostiene la hipótesis de que el ataque a Palacio “iba contra los acuerdos de la carta de México”?

Esa pregunta es necesaria porque tiene consecuencias para la valoración de los distintos actores revolucionarios en la historia cubana, la de esa fecha y la que vino después. Es a eso a lo que me refiero en mi post sobre el tema del movimiento revolucionario urbano, por ejemplo.

Es necesaria, también, porque al plantearse así sea como hipótesis no honra el lugar del DR en ese proceso y obscurece la complejidad de los hechos y la política cubana de ese momento.

Rechazo cualquier tipo de acribillamiento. A los que han intervenido haciéndolo en su contra o en la mía en ese estilo les señalo que en mi post no hay una sola calificación de su persona, sino un análisis del contenido de sus frases y de las consecuencias histórico-políticas que tienen. Tampoco, les señalo por igual, tiene calificaciones hacia mi persona el comentario de Rodríguez Derivet. Creo que ese es el único tono que debemos tener aquí. No interpreto mi comentario ni el suyo como algo exclusivo de dos personas en la cual una ha sido ética a expensas de la otra. Se trata, es mi convicción, de la necesidad de reflexionar en público sobre cómo debemos asumir la historia de Cuba y sus legados en nuestro presente.

En mi caso, se trata de citas de frases literales y de interpretaciones sobre el sentido y las consecuencias de esas frases. Es un derecho de quienes somos audiencia. Al mismo tiempo, también tenemos deberes. Por eso rectifico de la palabra usada por mí, por la frase literal dicha en el programa.

Hacerlo es imprescindible y honesto, tanto como reconocer que con ese cambio el debate sigue por completo en pie y seguimos necesitando mayor claridad y profundidad en el tratamiento de asuntos de este calado. Somos muchos los que tuvimos desacuerdo con las ideas citadas arriba, y las consideramos no justas y no informadas a fondo sobre el tema. Gracias de nuevo por el comentario. Un saludo.

Para los interesados en el programa dejo aquí el link: https://www.youtube.com/watch?v=q3p7gq4XrSw&feature=youtu.be&fbclid=IwAR06I6oCayZMlW9dSAT-KudmAkM5FQ2arqOgJjsN5DUAEO4VQUbkr80RZQc

Comentario de Sandra Guerra Maseda:

No me sale para etiquetar, Guanche: Especular sobre si Arleen estaba pensando en sus comentarios sobre el ataque a palacio, en la carta áspera de Fidel al Ché de finales de la guerra sobre el DR, aterrizar unas citas de la misma en un post de Fb que es crítico hacia una periodista oficial sin mencionar el contexto en que fue escrita, las contradicciones de Menoyo con el Ché, las de Faure, el Pacto del Pedrero y por qué lo firmó Cubela, el llamado de Fidel a la unidad… si no es de mala leche es bastante desatinado. Y sí ,ojalá todos tuvieran acceso a la tesis doctoral del santiaguero Frank Josué Solar que detalla bien ese proceso complejo, también al último libro de cartas del Ché publicado por Ocean Sur.

Mi respuesta al comentario de Sandra Guerra Maseda

Sandra: no especulaba, solo trataba de entender de dónde puede salir una frase así. La frase dicha.  La que tiene el mismo contenido que la palabra que varios usamos. La misma que deja en pie los problemas sobre los que he intentado reflexionar.

Como no se me ocurre ninguna fuente, pensé que esa era una posibilidad. Creo que imaginar razones —que no intenciones— es una manera de dialogar con respeto con tu interlocutor.

Esa carta se publicó solo en 2010, y fue, como seguramente, sabes, un pequeño “terremoto” en esa fecha entre historiadores y los que estaban aún vivos del DR.

Desde entonces, está disponible y se puede analizar y contextualizar. Recalcas que sacarla en un post de fb es “bastante desatinado”. Por lo mismo, confío en que no esperaras cinco páginas sobre el tema en ese mismo post.

Precisamente por lo que dices, no publiqué “unas citas de la misma”, sino la carta completa. (Francamente, no entiendo bien por qué dices lo de las “citas”, pero no recorreré ese camino —que no me interesa— y lo dejo ahí.)

Como pides contexto, seré breve aunque sé que excederé la naturaleza de un post. Me serviré de un texto mío —perdón, pero es más eficiente—  publicado por una editorial estatal cubana.

Mencionas conflictos del año 58. Coincido con lo que dices. Pero hay mucho más, antes, durante y después. Punteo algunos de los elementos de ese contexto, no siempre en orden cronólogico, sino como los voy recordando.

El debate temprano —1956—, sobre la lucha en la Sierra a través de la guerrilla rural. El repertorio probado de acción del DR era el escenario urbano.

La “segunda reunión” después de la firma de la Carta de México, de octubre de 1956. (Solo por poner un ejemplo: sin que fuese el objetivo de la reunión, salieron a relucir antiguas querellas universitarias de los 1940 en las que varios intervinientes en esa reunión habían estado en zonas enfrentadas.)

La declaración de José Antonio sobre la autoría del DR en la acción de Palacio, que separaba la acción del aparato conspirativo de Carlos Prío.

El cierre de la Universidad, la muerte del liderazgo del DR el 13-M y en Humboldt, que abrió una línea más enfocada en la “acción”, que no era exactamente igual a la defendida por José Antonio a través tanto de la FEU como del DR.

La respuesta negativa del DR al ofrecimiento de Fidel de dirigirse hacia la Sierra Maestra, después de la masacre de Humboldt. (Sigue)

La firma del DR en octubre de 1957 del Pacto de Miami, por entender legítima la representación del MR-26-7 en ese encuentro.

La designación de Urrutia como presidente del Gobierno Provisional, anunciada en la carta de Fidel en respuesta a la Junta de Liberación Nacional. El DR pensaba para ello en Roa.

La demanda del DR de que le fuese asignado el 65% del fondo del Pacto de Caracas.

La negativa del DR de julio de 1958 a firmar el Pacto de Caracas por entender que debió ser convocante del acuerdo en igual posición a la del MR-26-7.

La huelga de abril del 58, las intenciones del DR de participar en ella con voz y voto y la decisión sobre ello por parte de la dirección del MR-26-7 en La Habana.

La apertura por el DR del frente del Escambray, en febrero de 1958 (recibida con entusiasmo y solidaridad por Fidel desde la Sierra Maestra.)

El hecho de que el DR quedó en posesión de ese frente tras expulsar a Eloy Gutiérrez Menoyo de sus filas.

Ya en enero de 1959: La estrategia paralela de tomar la Cabaña y Columbia, por el MR26-7, mientras que la Universidad de La Habana y el Palacio Presidencial (entre otras, como el cuartel de San Antonio) lo serían por parte del DR. También en enero, la reunión del Che con el DR en Palacio. La no designación de miembros del DR para ocupar a cargos en el gobierno. La reunión del DR de 13 de enero con Fidel en la Universidad de La Habana.

Luego, el juicio a Marcos Rodríguez por la delación que condujo a la masacre de Humboldt número 7.

He tratado de atenerme a hechos. Quizás haya que tomar alguno de ellos —y sobre todo explicarlos—, para contar la historia que pides, con razón, contextualizar. Es también lo que he estado tratando, en el espacio de estos post, hacer. Coincido contigo en que es necesario mucho mayor acceso a la investigación publicada como a los archivos nacionales sobre el tema.

En mi caso, creo que hacer esta historia no es desenterrar conflictos o “bandos” sino reconstruir —y hacerlo con la mayor seriedad y honestidad de que seamos capaces— la historia plural y compleja del proceso revolucionario cubano. No es solo un tema intelectual, sino de la necesidad de debate público y acceso masivo sobre esa historia.

A la necesidad de este tipo de conversaciones me refería desde mi primer post. Sin embargo, todo ha quedado en el uso de la palabra que parece, según algunos, contener todo este asunto. En ello, nadie menciona hasta el momento respuesta alguna a esta pregunta: “¿cuál es la fuente que sostiene la hipótesis de que el ataque a Palacio “iba contra los acuerdos de la carta de México”? que, repito, es la frase literal, y deja el problema tal cual. Cuando sean mencionadas las fuentes, será un gusto seguir conversando, analizarlas y problematizarlas. Mientras tanto, creo prudente terminar aquí. (Sigue)

Lamento mucho todo lo que se ha dicho sobre la persona de Arleen, que no tiene nada que ver con lo que estoy tratando aquí ni con sus frases en el programa. No las puedo controlar, pero sí rechazar. Pero eso ya lo dije en mi respuesta a su comentario. A mí me pasa —o sea, cosas como esas contra mí— con más frecuencia de la que me gustaría, para decirlo cortésmente. Ahora mismo puedes revisar la batería de calificaciones que tan generosamente me dedican. No pido que salgas en mi defensa. Mi vida me defiende y a cada cual la defiende la suya. Lo que sí hay que hacer es concentrarse, identificar lo importante, y trabajar en lo que consideramos crucial, en este caso, repito, para lograr “la mayor claridad y profundidad sobre asuntos de este calado”. Un saludo para ti.

 

 

(Pondré luego aquí, por ética elemental de debate, las respuestas a mis comentarios de Rodríguez Derivet y de Guerra Maseda, si se produjesen.)

 

3 comentarios sobre “Sobre un intercambio alrededor de la Carta de México y el Directorio Revolucionario. Un dossier mínimo

  1. EN TORNO AL DEBATE PROVOCADO POR EL PROGRAMA DE LA MESA REDONDA SOBRE EL 13 DE MARZO DE 1957.
    José (Pepín) Álvarez
    Me ha resultado interesante el minidebate (y los comentarios en FB) entre Julio César Guanche y Arleen Rodríguez relacionado con dicho programa. Me alegra que, a estas alturas, existan personas dispuestas a discutir temas de la rebelión. Las discrepancias surgen porque, en la mayoría de los casos, no se ha contado la verdad. La falseada historiografía me llevó a fundar el proyecto “Repensando la rebelión cubana de 1952-1959”, del que han salido cerca de 20 libros. “Fidel Castro y el Directorio Revolucionario” (2017, pp. 224) es uno de ellos. En los próximos párrafos me refiero solamente al tema del incumplimiento de la Carta de México por parte del Directorio Revolucionario.
    Me contó Lucy, la hermana de José Antonio Echeverría, en una de nuestras numerosas conversaciones, que al llegar JA al aeropuerto de Rancho Boyeros el 24 de octubre de 1956, le confesó: “Acabo de hacer un pacto con Dios y con el Diablo”. No fue un compromiso formal; por eso le llamaron “Carta” y no “Pacto”. Cuando llegó el telegrama anunciando la partida del Granma, JA se encontraba escondido en el claustro adjunto a la Iglesia de San Francisco, en Amargura y Cuba. Allí se reunió con el ejecutivo y asumió la responsabilidad de no realizar acciones violentas en la capital debido a la falta de armas. Desde ese momento se dedicó por completo a la preparación de las acciones del 13 de marzo. Sería una cuestión de evaluar demoras. El Granma llegó dos días después y las consecuencias para el Movimiento en Santiago y Guantánamo fueron desastrosas.
    Fidel Castro tenía que pasarle la cuenta al Directorio. La carta que les envió con Faustino Pérez a fines de febrero de 1957 no podia ser más insultante. JA la leyó en voz alta a los presentes: Ricardo Corpión, Julio García Oliveras y Samuel Cherson (del Directorio) y Faustino y Pepe Llanusa (del M-26). Acusaba a JA y al DR de traición y cobardía, agregando “especialmente tú, José Antonio, que me prometiste que te unirías al levantamiento”. Castro terminaba la misiva repitiendo las acusaciones de traición y cobardía a todos los miembros del Directorio. Echeverría le contestó la carta y después ordenó que ningún miembro de su organización debía unirse jamás a las guerrillas de la Sierra Maestra. Dicho sea de paso, jamás existió la situación idílica entre los dos dirigentes que muchos tartan de mostrar.
    El contenido de ambas cartas se conoce por el testimonio de los presentes. Nunca han sido publicadas y esta sería una excelente oportunidad para ello. Estoy seguro que yacen en el fondo de algún Fondo. Se deben desempolvar y publicar. Para que se conozca la relación excluyente y de pleno antagonismo de Fidel Castro con los miembros del DR. Ese es el tema del libro.

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